CAPÍTULO 37

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"Nadie sabe lo que cada quien tiene en el corazón"

NARRA UNA TERCERA PERSONA

La tensión en el aire era palpable, tanto para Megan como para Adrien, cada uno sumergido en sus propios pensamientos y emociones.

Megan, con su teléfono en la mano, marcó el número de la organizadora del evento, verificando por enésima vez si todo estaba en orden para la gran fiesta de esa noche. La respuesta afirmativa la tranquilizó momentáneamente, pero aún así, los nervios seguían presentes en su interior, como una sombra persistente que se negaba a desaparecer.

«¿Que puede salir mal?» se pregunta para ella misma.

Mientras tanto, Adrien se enfrentaba a una tormenta de emociones que lo mantenían en vilo. La imagen del beso entre Megan y Akin seguía atormentándolo, sacudiendo los cimientos de su certeza y dejándolo confundido y vulnerable. Megan había despertado en él un remolino de sentimientos desconocidos, desafiando su propia concepción del amor y la pasión.

En sus respectivos baños, Megan y Adrien se preparaban para la noche que les esperaba. 

Ella se me mete a la ducha, sale se maquilla con tonos cálidos con unos labios rojos fuego como ella. Plancha su cabello, para tenerlo mas liso. Va a su clóset, se coloca bragas de encaje en unos de los cajones y luego en otro saca un conjunto; una blusa corta de tira, una chaqueta corta con botones, un pantalón ancho largo, con unos tacones todo del mismo color; Blanco. De accesorios solo unos aretes plateados.

Ella es la perfección de lo elegante y sencillo. Se veía hermosa y ella lo sabia. Sonreía al verse al espejo. Mientras que Adrien, imponente y seguro de sí mismo, ajustaba los últimos detalles de su impecable traje negro.

El contraste entre ellos era evidente, como el Yin y el Yang, dos fuerzas opuestas que se complementaban en su dualidad. Megan representaba la luz, la elegancia y la sensualidad, mientras que Adrien encarnaba la oscuridad, la determinación y el misterio.

Como el Yin y Yang

Como lo malo y lo bueno.

Como el cielo y el infierno.

Todo lo bueno, necesita su dosis de maldad, como a lo contrario, todo lo malo, necesita lo bueno. Todo para crear un perfecto equilibrio.

Una llamada interrumpió el silencio, rompiendo el hechizo momentáneo que los envolvía. Adrien verificó su teléfono y vio el nombre de Romina parpadeando en la pantalla.

¿Por qué su secretaria lo llama?

― Hola.― respondió, con una mezcla de impaciencia y resignación en su voz.

La voz chillona al otro lado de la línea resonó.

― Adrien, ¿estás seguro de que tu noviecita no se enojará?― la secretaria hablaba con una insolencia apenas disimulada.

― Ten cuidado con cómo te diriges a ella.― amenazó Adrien, su tono frío y cortante.― Y no te preocupes, ella no necesita saber todos los detalles. Solo dile que un amigo de la empresa te invitó a la reunión.

― No creo que se trague esa historia.― replicó la secretaria, desafiante.

― Me da igual lo que crea. Tienes que estar en la empresa sí o sí.― respondió Adrien, colgando bruscamente.

Arrojó el celular con frustración sobre la cama, sintiéndose abrumado por la tensión que llenaba la habitación. Desde el incidente en la playa, su humor había sido sombrío, y la negativa de Megan a despedir a Akin solo había empeorado las cosas.

Contrato sin amorWhere stories live. Discover now