CAPÍTULO 35

234 31 2
                                    

"Muy pronto será tu turno"

MEGAN

Verme a mí misma en una cama de hospital, rodeada de familiares y amigos llorando, me produce una sensación de angustia indescriptible. Nunca imaginé estar en una situación como esta.

¿Qué esta pasando?

― ¿Por qué lloran? Estoy aquí.― pregunto, desconcertada por la escena que se desarrolla a mi alrededor.

Mi nana sostiene la mano de mi yo tirada en la cama mientras llora, sin percatarse de mi presencia.

― Mi niña, regresa con nosotros, mi ojitos de cielo.― solloza, aferrándose a la esperanza de que vuelva a despertar.

Intento hablarle, pero parece que no puede escucharme.

― ¿Qué haces nana? Yo estoy junto a ti.― le hablo mientras me acerco a ella.

Observo a mis ahijadas, con los ojos enrojecidos por el llanto, mientras Gael las consuela con la mirada cargada de tristeza.

― Madrina, levántate para que me acompañes a montar mi pony, por favor.― suplica Valentina entre sollozos. Llorándole lo que parece ser mi cuerpo sin vida.

― ¿Papá?― pregunta Vanessa.

― Dime cariño.

― Papá, ¿nuestra madrina favorita ya está en el cielo?― pregunta Vanessa, con una expresión de confusión en su rostro infantil.

Gael, visiblemente quebrado por el dolor, lucha por contener las lágrimas mientras les explica la situación.

― Sí, mis amores, Megan se fue al cielo.― responde, intentando mantener la compostura.

― ¿Y podrá visitarnos algún día? ¿O nosotros podremos ir a visitarla a ella?― pregunta la niña con inocencia.

Me desespero al ver que nadie parece escucharme. ¿Qué está pasando? ¿Por qué nadie puede verme ni oírme?

― ¿Pero que están diciendo, mis calabacitas? Yo estoy junto a ustedes. Pueden dejar de llorar y decirme que demonios esta pasando...

Gael abraza a las niñas, mientras Julia le brinda su apoyo en este momento tan difícil.

― Mi mejor amiga, mi hermanita mayor.― solloza Liana, desconsolada.

Desesperada, intento tocar a Liana, pero mis manos pasan a través de ella. Las lágrimas brotan de mis ojos ante la impotencia de no poder comunicarme con ellos.

― Liana, ¿puedes escucharme? ¿Qué está pasando? Por favor, dime qué está sucediendo.― clamo, con la voz entrecortada por la angustia.

Me acerco al cuerpo que yace en la cama. Su semblante pálido y demacrado me estremece. De repente, el cuerpo se levanta, mirándome con terror, y con un gesto siniestro, me sujeta la mano con fuerza.

― Muy pronto será tu turno.― susurra, con una voz que hiela mi sangre.

⇝⇝⇝⇝⇝⇝⇝⇝⫘⇜⇜⇜⇜⇜⇜⇜⇜

Me levanto de golpe, con el corazón latiendo a mil por hora y el sudor perlado en mi frente. ¿Qué fue todo eso? Mi reloj de mesa marca las 4:37 AM. El resto de la noche se desvanece en un intento inútil de volver a dormir. Finalmente, me resigno y me levanto para enfrentar el día que se aproxima: medicamentos, un baño frío, un poco de ejercicio, y el desayuno se convierten en mi rutina matutina.

Contrato sin amorWhere stories live. Discover now