CAPÍTULO 8

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"NO EH DICHO QUE IRÉ"

MEGAN

En cuestión de minutos, sus manos me atrajeron hacia él con una fuerza irresistible, envolviéndome en un beso lleno de deseo. No pude resistirme a la tentación de corresponder a su beso con la misma intensidad, y mi boca se entregó gustosa a la suya.

Había deseado esto durante tanto tiempo que no podía culparme por haber cedido a mis instintos más primitivos.

Su boca era como el cielo, suave y cálida, y no hice ni el más mínimo esfuerzo por apartarlo de mí. Al contrario, coloqué mis manos alrededor de su cuello, acariciando su cabellera suavemente mientras nuestros labios se fundían en una danza exótica y apasionada.

A pesar de estar fuera de la empresa, la gente nos miraba con morbo y pude sentir sus ojos sobre nosotros, incluso escuché algunos murmullos y risas incómodas a nuestro alrededor. Pero nada de eso importaba, porque en ese momento solo existíamos él y yo, entregados por completo a nuestra lujuria y deseo.

Su lengua exploraba mi boca con habilidad y yo respondía con pasión, entregándome por completo a la exótica danza de nuestros labios. Olvidé todo lo que me rodeaba, la gente, las miradas, incluso el tiempo, porque no había nada más importante que ese momento, ese beso, esa conexión única e intensa que nos unía.

Puede que nos tomaran fotos, puede que se burlaran de nosotros, pero nada de eso importaba porque el deseo y la pasión que nos consumía era mucho más fuerte que cualquier mirada o comentario. En ese momento, solo éramos dos seres entregados a la más intensa y apasionada de las emociones, y nada podía detenernos.

Nos separamos suavemente, pero mis labios seguían hinchados por el beso que acabábamos de compartir. Nuestra respiración estaba agitada y podía sentir la adrenalina corriendo por mis venas. Al mirar a mi alrededor, me di cuenta de que los ojos de la gente estaban sobre nosotros, incluso mis propios empleados estaban observando. Mi cara se puso roja por la vergüenza que sentía en ese momento y lo único que quería hacer era salir corriendo y esconderme para que nadie pudiera verme. Me sentía como una adolescente de 15 años, con las hormonas alborotadas y la emoción a flor de piel.

Lo miré a él, el hombre que me hizo perder el control en cuestión de segundos, y pude ver el deseo en sus ojos. No había ni una pizca de arrepentimiento, al contrario, parecía que él también estaba esperando ese momento. Nos quedamos en silencio durante unos segundos, disfrutando de la tensión que había quedado en el aire después del beso.

Finalmente, él habló.

― No puedo creer que haya pasado esto, que me hayas correspondido.― dijo con una sonrisa en el rostro.― Pero estoy feliz de que haya sucedido.― No pude evitar sonreír también, sintiéndome un poco más aliviada al escuchar sus palabras.

Aunque sabía que tenía que volver al trabajo, no podía dejar de pensar en lo que acababa de suceder. Me sentía atraída por él de una manera que nunca había sentido antes y no podía esperar a ver qué pasaría después. Pero antes de que pudiera decir algo, él se inclinó hacia mí de nuevo y nuestros labios se encontraron en otro beso apasionado.

― Me gustaría invitarte a salir, quiero llevar esto a otro nivel.

― ¿A que te refieres?

― En la cita te explicare todo.

― No eh dicho que iré.

― Si lo harás porque este beso me dejo confirmado que también te gusto.― Tragué saliva con nerviosismo, sintiendo mi garganta seca y tensa.― hoy a las 7:00pm en mi restaurante en la misma mesa de hoy, te estaré esperando.

Contrato sin amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora