CAPÍTULO 36

215 23 1
                                    

"Señora Artantida"

MEGAN

Veinte minutos después, nos adentramos en un bosque frondoso y misterioso. Adrien estaciona el auto a la orilla de la carretera y lo apaga en medio de la nada.

― ¿Qué está pasando?― pregunto, sintiendo un escalofrío de emoción y nerviosismo recorrer mi espalda.

― Bájate del auto.― ordena Adrien. Se baja y abre la parte trasera y saca una mochila.

Con cautela, obedezco su orden. Observo a mi alrededor: árboles altos y densos se alzan a nuestro alrededor, envolviéndonos en un ambiente silvestre y desconocido.

― Ven.― me ofrece su mano, notando mi reticencia. Me mira con preocupación y añade.― Tranquila, no te voy a secuestrar.― su tono es burlón pero reconfortante al mismo tiempo.

Me acerco y tomo su mano. Nos adentramos en el bosque, y el sonido de los pájaros nos da la bienvenida. Aunque sea de mañana, el ambiente parece mágico y un tanto misterioso.

Caminamos en silencio, de la mano. Adrien me mira de vez en cuando y me regala una sonrisa que hace latir mi corazón con más fuerza.

Después de unos minutos, escucho el sonido del agua a lo lejos.

― ¿A dónde me llevas?― pregunto, tratando de ocultar mi emoción.

Adrien no responde, solo sigue caminando.

Finalmente, llegamos a nuestro destino y él se detiene.

Frente a nosotros se extiende un hermoso lago, con aguas cristalinas que reflejan los rayos del sol filtrándose entre las hojas de los árboles. Y yo vine vestida como si fuera a dar una conferencia.

Adrien deja la mochila y comienza a desvestirse lentamente, revelando su esculpido torso. Mis mejillas se tiñen de un rosa intenso al contemplar su figura masculina.

Se baja los pantalones, junto a los zapatos quedando en shorts.

«Madre mía»

Sin decir una palabra, se zambulle en el agua, dejándome sola en la orilla.

A los pocos segundos, su cabeza emerge sobre la superficie del agua.

― ¿Qué haces observándome desde la orilla y no estás aquí conmigo?― su voz suena juguetona.

― Ni loca pienso meterme ahí. ¿Esa era tu sorpresa?― respondo, con los brazos cruzados.

― Hace un calor tremendo. No sé cómo no estás derritiéndote con esa ropa.

― Te recuerdo que antes de venir, te dije que tengo mucho trabajo...― insisto, tratando de mantenerme firme.

― ¿Y?― responde, saliendo del agua y colocándose a mi lado.

― Y necesito irme a la ciudad.― digo, con un suspiro de resignación.

― ¿En serio no piensas meterte conmigo al agua?― pregunta, mirándome con una sonrisa traviesa.

― No.― respondo con firmeza.

― ¿Última palabra?― insiste.

― Sí.― asiento, segura de mi decisión.

― Está bien.― dice con una sonrisa maliciosa.

Lo siguiente que sé es que me levanta de las piernas y nos lanzamos juntos al agua.

― ¡Noooo!― grito, mientras caemos.

El agua envuelve mi cuerpo, siento cómo me sumerjo hasta tocar el fondo. Cuando llegamos, empujo hacia arriba con todas mis fuerzas, necesitando desesperadamente un poco de aire fresco.

Contrato sin amorWhere stories live. Discover now