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Dejé el coche delante de la casa de Adeline y de ahí seguí mi camino porque recordé que el coche tenía un localizado, me adentré a un parque y me pierdo en ese camino hasta un bosque que había ahí cerca. Cuando llegué aquí este fue uno de los lugares que conocí primero y la verdad me encantó, sabía que por aquí estaba la cabaña donde siempre venía.

Toqué la puerta de esa adorable cabaña a la que solía visitar pero que no había podido visitar. La hermosa anciana me abre y recibe con un fuerte abrazo.

—Mi niña bonita—me cierne sobre sus brazos—Ya había pensado que te habías ido.

—Estaba tan ocupada que no pude venir a verte.

—Entra tesoro hace frío fuera.

Paso a la acogedora casita que a pesar de encontrarse entre bosques estaba calentita en el interior, me gustaba quedarme aquí siempre que podía.

—Vi las noticias y me alegré bastante por ti.

—Gracias.

—También vi las de esta mañana—no digo nada, estaba avergonzada de haber quedado como la cornuda enfrente de todos pero también dolida por que de alguna forma u otra había empezado a gustarme—Supe que vendrías aquí sin duda así que te preparé tu favorito.

—Gracias Mari.

Alexander.

Desperté extrañamente sin dolor de cabeza recordando que ayer me quedé tomando toda la noche hasta la madrugada, me incorporo lentamente sobre la cama dándome cuenta de tres cosas, la primera es que estaba vestido con el pantalón de pijama, la segunda que había una caja de pastillas que parece me he tomado sobre la mesa y el tercero que el lado derecho de la cama estaba vacío.
Voy al baño a buscarla pero no la encuentro tampoco en la cocina ni en ninguno de los cuartos de la casa, vuelvo a la habitación para tratar de llamarla por teléfono pero al tomarlo dos notificaciones de mensajes de un número desconocido están delante acompañados de varias notificaciones de revistas.

—No,no,no—las consecuencias de mis actos de ayer han salido a la luz antes de que se lo pueda explicar.

Aunque no estoy seguro de que se haya ido por eso quizás aún no se halla enterado pero solo era cuestión de tiempo, rápidamente me pongo una camisa, al bajar había un montón de reporteros que casi no me dejan entrar al coche. De seguro estan aquí desde temprano y ella ya ha de saber lo que ha pasado.

Descuelgo la llamada de Aaron que ya llevaba bastantes.

—¡¿Eres idiota o se te fundió el cerebro de tanto alcohol que te metiste ayer?!—me grita mientras me adentro a la carretera principal—Mamá me enseñó la noticia de esta mañana, tienes idea de cómo eso le afectó a Alis.

—¿Está ahí con vosotros?

—No, el guardia dijo que ella llegó incluso entró pero dejó el coche y se fue andando.

—¿Dejó el coche en casa?

—Si.

Eso explica porque el GPS marcaba la casa de mis padres, di la vuelta eso quiere decir que no está ahí seguro pasó donde Anne. La conciencia no deja de pesarme aunque sea falso siento que de cierto modo la he fallado.

—No sabía que hacia.

—Vaya escusa, todo el país sabe que la has engañado.

—Lo que tenemos es falso—asi al menos callo mi cabeza.

—¿Eres tan ciego o te lo haces?—la librería de Anne estaba cerrada, mejor voy a su casa a buscarla—No notas como ella te mira.

—¿Con odio?

NO SUELTES MI MANOWo Geschichten leben. Entdecke jetzt