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Alexander.

El timbre de la puerta no había dejado de sonar y muy a mi pesar tuve que levantarme para saber quien insistía tanto a esta hora de la mañana, al abrir seis pares de ojos del mismo color que yo me miraban expectantes y sin darles el paso mi madre entra como si nada.

—Buenos días a ti también madre—digo cerrando la puerta.

—¿Es verdad?—me pregunta con un tono de voz algo enfadada—¿Es verdad lo que me dijo Arthur?

—¿Sobre que?

—Tu hermano dice que mentiste sobre tener pareja y que llevaste a una mujer de compañía a la fiesta—me giro hacia Arthur  que me sonríe  mientras Aaron trata de calmar a nuestra madre—Estoy tan decepcionada de ti, Alexander tener que recurrir a una mujer de esa clase es caer bajo.

—No me lo esperé de ti hermano recurrir a una puta.

La vena del cuello ya estaba algo más tensa que de lo costumbre y se que eso no acabará bien.

—Era bonita si pero solo para una noche y no más.

Lo siguiente que pasa no lo veo venir ni el tampoco cuando tiene mi puño estampado en la mejilla.

—No te vuelvas a dirigirte a ella de esa forma o juro que olvidaré que somos hermanos.

—¿Estas loco?

—El empezó mamá—me defiendo—Primero al contarte esa ruin mentira y segundo al referirse de esa forma a la mujer que amo.

Ni yo sabía porque dije aquello pero no podría defraudar a mi madre mucho menos después de haberla escuchado decir eso.

—Se que a mi no me quieres como a tus dos hijos pero yo a pesar de todo te amo y no estoy dispuesto a permitir que falten al respeto a mi novia delante mía.

Ella como siempre no trata de corregirme diciendo que nos ama a los tres por igual solo lo deja estar como de costumbre.

—Asúmelo Alex ya todos saben que ninguna chica es capaz de aguantarte—vuelve a hablar.

—Ya cállate Arthur—le pide Aaron.

—Si todo lo que dices es verdad entonces quiero conocerla llámala ahora—saca su teléfono para ver si de verdad estoy diciendo la verdad.

Nunca supe del porqué mi madre me trataba de ese modo un momento me quería pero al otro se volvía como él mismísimo iceberg.

—Mamá no hagas esto—le dice Aaron mientras ella y yo nos aguantamos la mirada.

—Quiero hablar con ella ahora.

Se mantiene en su postura y no puedo perder aunque sepa que todo esto es una farsa que me había inventado ayer. Camino por el pasillo oyendo sus reclamos y al entrar a la habitación la encuentro sentada sobre la cama sin ser capas de moverse, la explico un poco y ella asiente aunque creo que no sabe que es lo que esta asintiendo. Con suma delicadeza la llevo hasta el salón.

La cara de mis hermanos y madre es un poema sobre todo la de Aaron que intenta entender porque la chica que  decía odiarme en todo el universo está aquí en mi casa y vestida solo con una camiseta mía, ella les regala una sonrisa efímera.

—Buenos días—saluda cohabita—Hola de nuevo Aaron.

—Alis, espero ya te sientas mejor.

—Si muchas gracias no hay nada mejor que los cuidados de Alexander.

Mi madre le da un repaso de arriba hasta abajo recuerdo que ella fue la única en no verla ayer.

—¿viven juntos?—es lo único que pregunta.

NO SUELTES MI MANODonde viven las historias. Descúbrelo ahora