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Hoy es mi día, me había esmerado para arreglarme de lo más elegante posible, fastidiaría a la arpía, las cosas habían salido según mis planes ayer todo el mundo ya sabía que nos habíamos reconciliado en especial ella que no se salió del directo hasta que lo corté.

—Eres increíble créeme—vuelve a repetir  el idiota con los ojos en la carretera—¿Como conseguiste trajes a juegos tan pronto ni siquiera salimos de ahí?

—Si te lo digo dejaría de ser un secreto.

—No se porque lo traes contigo a la oficina.

—Ni modo que lo deje solo en casa, además él será mi arma contra la arpía.

—Ella ni siquiera trabaja conmigo.

—¿Entonces explícame porque siempre se la pasa metida ahí?

—No lo sé pero ¿era necesario vestiros igual?

—Y tanto, Alexander jr Cox no puede ir por ahí luciendo como mendigo además las madres siempre visten a sus hijos iguales.

—No lo soporto la verdad.

—Tu solo conduce y dibuja una sonrisa de oreja en oreja hasta si eres buen actor sonríele a tus empleados hoy.

—¿Porqué haría tal cosa?

—Porque quieres demostrarle a todo el mundo que estás feliz por haber vuelto con tu prometida quizás.

—Con sonreírte a ti basta.

—No, tienes que demostrar un poco de felicidad aunque sea mínima hacia otros para saber que de verdad estás enamorado.

Detiene el coche delante de la empresa y para fortuna mía los periodistas están por todos lados, le sonrío al idiota porque yo predije que esto pasaría nos ponemos las gafas de sol antes de bajar, abrimos las puertas traseras del coche el para coger nuestras cosas de trabajo y la bolsa de Alex mientras yo tomo a mi bebé y lo dejo en el suelo para que luzca su outfit.

Y no es de esperarse las cámaras saltan sobre nosotros a medida que vamos avanzando a la empresa, una vez dentro todos se quedan mirando a mi bebé por lo adorable que era teniendo ganas de tocarlo pero se contuvieron al ver al espécimen que sonreía como si estuviera a punto de matar a alguien.

—Pareces asesino en serie con esa cara—le dijo en voz baja.

—Tu dijiste que le sonría a la gente.

—Porque pensé que sabías sonreír—tomo su brazo para guiarlo a su despacho—Entonces nos conformaremos con que hoy no le grites a nadie.

—No me puedes pedir eso.

—O sonríes bien o dejas de gritar por esta jornada laboral—no le daré de otra así que solo le queda resignarse.

Como si mi bebé conociera a las almas arpías empieza a ladrar en dirección a ella como si la conociera de algo no muy bueno y eso le causó gracia a Alexander porque no pudo contenerse y se echó a reír.

—Alis por favor controla a tu perro—me dice con sus aires de arrogancia—No deberías andar con él suelto si es un salvaje.

—Jamás le regalaría a mi prometida algo si supiera que la pondría en peligro de ese modo.

Lo miro sorprendida es la primera vez que me defiende delante de la arpía y ella también está igual de impresionada que yo no se lo esperaba.

—Alis cariño que felicidad—Adeline viene corriendo a abrazarme—Estoy tan feliz porque hayáis arreglado lo vuestro.

El mini Alexander comienza a pedirle mimos y ella lo alza para empezar a acariciarle.

—¿Quien es esta monada?

NO SUELTES MI MANODove le storie prendono vita. Scoprilo ora