VII- Bandera blanca.

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Continué en brazos de Geralt hasta que llegamos a donde estaban los caballos

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Continué en brazos de Geralt hasta que llegamos a donde estaban los caballos. Nyx se apresuró a saludarme con un relincho aliviado, junto a un golpe de su hocico en la parte trasera de mi cráneo. El contraste del viento marino con el aliento húmedo y cálido me hizo estremecer.

El Brujo no me permitió montarme en mi yegua, sino que me dejó sobre Sardinilla a pesar de mis protestas, y se subió detrás de mí, aguantando mi cuerpo sin fiarse de que no me fuese a caer de la montura en cualquier momento. Sus brazos agarraron la montura a mi alrededor y lo sentí como un abrazo, aunque no fuese así.

Nos detuvimos en el medio del bosque un tiempo después, cuando estuvimos a una distancia segura de Aretusa. Sé que Geralt decidió detenerse por mí, porque notaba cómo me apretaba los labios por el dolor que le producía a mis huesos el trote del corcel, aunque yo jamás me quejaría.

Sólo me permití soltar el aire contenido cuando me obligó a sentarme pegada a un tronco. Me tapó con una de las pieles, sabiendo que estaría destemplada hasta que el Caos y los mutágenos pudiesen curarme del todo.


—Gracias por salvarme.— Agradezco a ambos.

—Eso es lo que hacen los amigos.— Sonríe Jaskier mientras calienta sus manos restregándolas entre sí.

—Te prometo que en cuanto vuelva a tener fuerzas te haré aparecer otro nuevo laúd.

—No esperaba menos.— Bromea, y sonrío cansada en respuesta.


El Brujo no dice nada, se mantiene concentrado en encender una hoguera cerca de mí para ayudarme a calentarme. Sus gestos han sido de preocupación y cariño, pero no puedo evitar pensar que sigue odiándome. Y eso duele más que mi cuerpo maltrecho.

Y decido que, si tengo la oportunidad, me obligaré a expresarme y no callármelo todo como hasta ahora. Porque, aunque mi tiempo hasta morir sea mayor que el de un humano, no es eterno. Y estoy dispuesta a exprimirlo después de haber escapado de las garras de la muerte (o de un destino peor) otra vez.

Por mucho que intento obligarme a mantenerme despierta, mis ojos se terminan cerrando por puro agotamiento. Creo que no duermo, sólo me desmayo por pequeños períodos de tiempo.


—Despierta, Ciri. Bebe esto y luego te dejaré dormir.— Me despierta con voz suave el Brujo.


Abro los ojos con esfuerzo, aunque sobresaltada. Unos ojos que no recuerdo haber cerrado. Olisqueo el vapor del caldo que tiende frente a mí y puedo distinguir el olor de la ardilla, así como de varias hierbas medicinales para ayudar a la mutación a hacer su trabajo: clavo, sauce, escaramujo, lúpulo y belladona.

Acerca la cuchara a mis labios para que sorba el caldo reconstituyente. Con la nieve alrededor, el clima es tan frío que no hace falta ni que sople antes. El sabor es muy especiado, pero no desagradable.

Ante la tercera cuchara que me tiende, intento quitarle el cuenco, sintiéndome inútil.


—Puedo hacerlo por mí misma.— Protesto a la vez que se retira de mi alcance.

—Déjame cuidarte por una vez.— Responde, su voz grave retumbando y esponjando mis huesos. Relajando mi ceño, acepto, y el calor de su cuidado intensifica el del brebaje en mi estómago.


Cuando me he terminado el caldo, agarro su antebrazo para detenerlo, con la ansiedad retumbando en mis costillas. Sus ojos lobunos mirándome interrogantes aumentan todavía más los latidos que ya escucha.


—Gracias por volver a por mí y salvarme.

—Hmmm... sí, bueno.— Se revuelve incómodo, sacudiéndose el polvo de las rodillas, todavía en cuclillas.

—Lo siento.— Me disculpo con voz ronca.— Por lo que pasó la última vez que nos separamos.— Frunce el ceño y suspira, mirando al suelo por unos instantes.

—Entiendo tu odio y tu reticencia por lo que te hizo. Vesemir me juró y perjuró que creía que estabas muerta todo este tiempo, que aprendió la lección y que nunca volvería a hacer nada por buscarte. Y le creo. No debí haber tensado tus cuerdas de esa manera, debí haber intentado convencerte, como él hizo conmigo a pesar de mis dudas iniciales. Llegué a entender tu punto, pero no puedo...

—Entiendo que estás entre la espada y la pared.— Lo corto.— Comprendo que es como un padre para ti y uno no puede aceptar que le digan que matarán a alguien a quien aprecia y quedarse de brazos cruzados. Lo que me dolió como el infierno fue... fue sentir que, de nuevo, no era lo suficientemente importante para la persona que más quería. Que era la segunda opción, la desechable...

—Jamás dejaría que nadie te hiciese daño.— Insiste con ahínco, sus ojos dorados mirándome con intensidad.— Ni siquiera Vesemir. Lo odié durante años por elegir el maldito bien mayor, y si volviese a elegirlo, lucharía a tu lado para impedir que llegase a acercarse a ti a un kilómetro a la redonda. Pero confío plenamente en que, por parte de Vesemir, estás a salvo.

—No mataré a Vesemir.— Prometo. Geralt se queda parado, casi boquiabierto, por la sorpresa.

—¿Acaso...?

—No confío en su palabra.— Respondo antes de que termine de formular la pregunta.— Pero has salvado mi vida arriesgando la tuya, y te lo debo.— Sé que quiere negarse y decirme que no le debo nada, pero estoy dándole lo que me pidió antes de sacarnos las espadas. Saco mi mano del calor de la manta peluda y se la tiendo, para formalizar el trato.— Aquellos que tienen algún código y se rigen por él, se les respeta y se les estima.— Alabo su honor. Su mano callosa se desliza contra la mía y la sacude. El calor chispea desde la zona de contacto por mi brazo hasta mi pecho.— Un apretón de manos es una señal de respeto mutuo. Y no mucha gente obtiene eso de mí.


El Brujo asiente en señal de consideración y me dice que descanse mientras se aleja a mirar el mapa.

Hemos aclarado los demonios más oscuros, pero no estoy segura de si volvemos a estar como antes. O de si alguna vez lo estaremos.

Así que, mientras voy entrando en calor poco a poco, me dedico a observarlo hasta que el agotamiento me venza.

El odio y la venganza me cegaron... Pero estaré ante ellos con humildad. Recordaré la expresión los ojos de Geralt cuando cruzamos las espadas y terminamos con los puñales en el cuello del otro. Espero que el recuerdo de esos ojos me impida cometer un error similar.

¿He perdonado? Sí, he logrado perdonar y controlar mi propia ira. No solo maté cegada por el odio. Sin embargo, tuve mi venganza, y la tendré. Por mi propio camino.

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THE WITCHESS //  The Witcher fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora