Destinada a sobrevivir.
Destinada a luchar.
Destinados a protegerse.
Geralt de Rivia, conocido por muchos nombres, pero por todo el mundo como Brujo (witcher), un mutante creado para matar monstruos a cambio de unas monedas.
Su vida solitaria...
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Estaba asustada. Mucho.
No porque me encontrara en un peligro real, probablemente metida en la boca del lobo, aferrándome a la oportunidad de culminar mi venganza y objetivo vital.
Me asustaba el torrente de emociones que me atropellaba, todas aquellas que había luchado por olvidar y minimizar.
Mi corazón latía tan fuerte y rápido que temía que pudiera escucharse por todo el salón. Toda mi piel erizada, punzando en todos y cada uno de los puntos que contactaban con la piel de Geralt, con su calor, con su aroma a madreselva, a bosque amaderado, a hogar.
La coraza que intentaba mantener se rompía una y otra vez a pesar de mis esfuerzos, cuando su voz cálida y grave reverberaba en cada uno de mis huesos.
Y la sensación de desnudez y transparencia era mayor porque mi glamour había desaparecido para él completamente.
Era el problema de los hechizos de cambio de apariencia: en el momento en el que la persona veía a través de ellos dejaban de funcionar.
Y Geralt siempre había visto a través de mí, mucho más allá de mi exterior, con hechizo o sin él.
La sensación de protección que volvía a sentir con él era muy peligrosa, porque era una ilusión.
No podía permitirme la tendencia de mi cuerpo y mente a sólo disfrutar de nuestro primer baile y de estar entre sus brazos, como si nadie más en el palacio existiera.
Pero sí me concedo dejar que mis manos pasen de sus hombros a su pecho, sintiendo el contorno de sus músculos y su calor irradiando más allá de la camisa de lino, mientras me desliza hacia el suelo de nuevo pegada a su costado.
Mientras la canción termina, me encuentro pasando la mirada de sus ojos dorados a sus labios entreabiertos que me llaman como un pecado, como si estuviera decidiendo cuál de los dos es mi favorito.
Avergonzada por mi excesiva confianza, muevo las yemas de los dedos a la chaqueta azul que porta, como si en realidad estuviera testando los materiales de los que está confeccionada.
-Dime, ¿qué hace un brujo en una fiesta real vestido de...?
-Protejo al bardo de cornudos reales vengativos.- Y mira hacia Jaskier, entregado a su público en concierto, mientras se le escapa una mueca.
-Ah... ese bardo.- Señalo siguiendo su mirada. Levanto una ceja mientras vuelvo a dirigir mi vista hacia él.- ¿Los monstruos se han vuelto tan mal negocio que ya no te dan de comer?
