LI - La que no arde.

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Seguimos a los enanos por los antiguos caminos de las minas hasta meternos en un angosto pasadizo en las escarpadas montañas.


—Cuidado, pueden caer piedras.— Avisa Yilgrim.— Se pone un poco complicado cuando hace viento. Y ahora lo hace. Aquí es.— Y entonces nos muestra un débil pasillo de tablas pegadas a la pared rocosa del acantilado, claramente con el diámetro justo para un enano.

—Tienes razón, es un atajo... a la muerte.— Se lamenta Jaskier agarrado como una lapa a la montaña.

—¿Queréis ganar a los Sableros o no?

—Deberíamos dar la vuelta.— Insiste Geralt como la voz de la razón.

—Ni hablar. Estamos muy cerca.— Se niega Borch sin lugar a réplica.

—¿Cómo lo sabes?- Cuestiona el juglar con las piernas temblando.

—Es una ruta perfecta.— Insiste Yilgrim.

—Para un enano.— Protesto.

—¡Bah! Vale ya. Os las apañaréis.— Mira al acantilado donde no se ve final por la espesa niebla.— Aunque no miréis abajo.— Ríe mientras le pega un manotazo al bardo que está pálido, hiperventila y suda frío.— Nos vemos al otro lado.— Canturrea el enano mientras su grupo cruza las tablas que sueltan una alarmante polvareda.

—Dime que puedes volar.— Ruega Jaskier mirándome como un cachorro. Niego con la cabeza.

—Tengo muchas habilidades, pero esa no es una de ellas.

—Bien, entonces... ¿las damas primero?— Le doy un pequeño empujón que le hace soltar un chillido.— ¡Vale, vale!— Comienza a cruzar muy lentamente mientras se repite a sí mismo el mantra— Vamos, Jaskier tú puedes.— Uno de sus pies se resbala y un trozo de madera se cae, provocando otro chillido, mientras se agarra con fuerza de la cadena que hace de pasamanos.— Eso no es para nada una buena señal.


Comenzamos a cruzar de lado, con los torsos pegados a la pared, con pequeños pasos. Jaskier, yo, Geralt, Borch y las zerrekianas.

Las tablas crujen bajo nuestro peso, pero conseguimos llegar a la mitad del camino, hasta que, una de ellas se rompe y el anciano y sus guardaespaldas resbalan hacia el vacío agarrados a la cadena. Geralt se apresura a agarrarla, y yo a intentar ayudarlo, pero las tablas crujen más por el esfuerzo extra y las siento temblar bajo mis pies.


—¡Apartaos!— Nos ordena Geralt a pesar de ser el que tiene más peligro de caer.

—Brujos, aún podéis salvarnos.— Pide el anciano pendiendo en el vacío neblinoso.— Pero antes, debes dejarnos caer.

—No.— Gruñe el Brujo, apretando los dientes, los brazos temblando con la fuerza de aguantar el peso. Uno de los tablones comienza a ceder y grito por el miedo a que se caiga.

THE WITCHESS //  The Witcher fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora