Destinada a sobrevivir.
Destinada a luchar.
Destinados a protegerse.
Geralt de Rivia, conocido por muchos nombres, pero por todo el mundo como Brujo (witcher), un mutante creado para matar monstruos a cambio de unas monedas.
Su vida solitaria...
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-¿Y dónde has dejado a tu inseparable bardo?- Pregunto mientras seco las manos en los pantalones y me recuesto, satisfecha, contra un tronco, sintiendo los débiles rayos de sol calentar mis mejillas.
Abro un ojo cuando pasan los minutos y Geralt no contesta.
No solo está callado mirando a sus manos mientras las limpia en su ropa, sino que la incomodidad se irradia a metros a la redonda.
-¿Acaso él...?- Pregunto si ha muerto, sin saber cómo actuar ante una mala noticia. Él niega con la cabeza.
Entonces, incómodo, comienza a relatarme lo que ocurrió. Me muerdo el labio cuando me doy cuenta de que me eligió a mí a pesar de todo, y, aunque las palabras de agradecimiento y la calidez intentan escapar a través de mí, no soy capaz de dejarlas salir.
Asiento con comprensión cuando termina.
-Creo en serio que deberías ir a buscarlo. Un amigo así no se encuentra todos los días.
-¿Tú crees?- Asiento de nuevo.
-Alguien que se enfrenta a ti y a tu rabia de esa forma, expresándote lo que piensa, no sólo porque no esté de acuerdo contigo, sino porque no quiere que te dañen... Esa lealtad es muy valiosa y muy difícil de encontrar.- Sus ojos dorados me miran fijamente y aparto la vista, no queriendo escuchar lo que me intentan decir.- Hay que tener valor para enfrentarse a los enemigos, pero mucho más para hacerlo contra los amigos.
-Sabias palabras.- Responde conforme.
-De niña tuve un amigo que no hablaba mucho, pero cuando lo hacía, solo soltaba perlas de sabiduría.- Bromeo y le sonrío, mirándolo de reojo. Él también esboza una pequeña sonrisa, negando con la cabeza mientras arranca un puñado de hierba y juguetea con ella entre los dedos.
Un dulce y tranquilo silencio vuelve a acompañarnos mientras pasa el tiempo. Noto perfectamente el movimiento del sol en la piel de mi rostro, y me encuentro luchando contra mí misma buscando una excusa para quedarme cinco minutos más antes de partir de nuevo.
El cuidar durante tres días de un Geralt moribundo me ha ablandado en cuanto a la soledad, eso es todo. Intento convencerme.
-A riesgo de romper esta maravillosa y tranquila atmósfera, tengo que preguntar: ¿Qué te ha mordido y envenenado a ti para este cambio de actitud tan brusco?- Pregunta a regañadientes por romper el pacífico y cómodo silencio. Suspiro, decidida a contarle la verdad sin miramientos.
