IX- Que la caza continúe.

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Vilgefortz y Dijkstra se aparecen desde sus respectivos portales ante mi llamado.

Ninguna precaución es poca, y aunque me escondo en Blaviken, en el antiguo palacio de un mago muerto hace medio siglo, usando su nombre y su historia, sigo mirando por encima del hombro las mínimas veces que me muestro por si ella aparece.


-¿Qué quieres ahora, Stregobor?- Pregunta cansado el más joven. Tengo que pararme para no abofetearle la cara con el pergamino que me ha hecho llamarlos.

-¿Habéis visto esto?- Y les muestro la carta que me ha llegado de uno de mis espías.- La han avistado por fin después de meses, pero, de nuevo, se ha escapado antes de atraparla. Ha matado a un poderoso mahr y, de paso, ha evitado una nueva guerra en el reino de Caingorn.

-¿El que se acaba de quedar sin rey y cuya reina han colgado una semana después?

-Así es. Todo descubierto por ella. Sola. Cada vez se hace más fuerte, no tardará en ganar adeptos.- Asevero cada vez más nervioso porque ellos continúan tranquilos.- Se está acercando, ¿¡es que no lo veis!?

-Querido amigo, te estás angustiando demasiado. Creo que el encierro no te está haciendo ningún favor...- Intenta tranquilizarme Dijkstra.- Es una mujer sola contra nosotros, el Consejo de Hechiceros y nuestros espías...

-Tu búho espía no te salvará, Dijkstra.- Lo corto.- No cuando no es capaz de rastrearla.- El aludido frunce el ceño.- Se acerca cada vez más y seguís tomándome en broma.

-De acuerdo, ya que son tus espías los que siempre te dan información de ella, ¿por qué no la han atrapado? ¿Qué ha pasado esta vez? Dime, ¿dónde está?- Inquiere airado.

-Nadie lo sabe. Simplemente ha desaparecido, esfumada, otra vez. Como todos estos años.- Contesto molesto, entre dientes, con las orejas gachas.

-¿Y cómo puede alguien, simplemente, desaparecer?- Incide, recuperando el ego magullado.- Tal vez la ha devorado un monstruo, finalmente.

-Tiene que estar viva. En algún lado.

-Tus testigos deben poder darnos alguna respuesta. Necesito saber si su desaparición fue obra suya o contra su voluntad.- Insiste, entrecerrando los ojos, inclinándose sobre la mesa.

-Sé que sigue viva y que volverá algún día. Es una superviviente.- Y lo digo como un insulto.

-Vamos, Stregobor, no me digas que te preocupa una chiquilla al otro lado del continente.- Se mofa Vilgefortz, como si tuviera 15 años y ninguna experiencia, en vez de 120.

-Una chiquilla que hace 60 años casi nos mata, que es una fuente de Caos y que tiene entrenamiento de brujo. No es una niña. Es The Witchess.- Recuerdo.


Un silencio pesado es lo único que queda tras mi sentencia. Dijkstra se mesa la barba blanca, pensando, y el otro mago da vueltas repiqueteando los dedos sobre el mango de su sable.


-De acuerdo. ¿Qué sugieres, Stregobor?- Pregunta Dijkstra. Al fin, parecen haberse dado cuenta de que se habían confiado demasiado a la buena suerte.- Sigo diciendo que es una pérdida demasiado grande el acabar con ella. Llevo tres generaciones de monarcas de Redania prometiéndoles el arma que les hará ganar cualquier batalla y el precio es demasiado sustancioso para simplemente decir ahora que no.- Maquina.

-Estoy de acuerdo, viejo amigo. Nuestro error la primera vez fue pensar que accedería a nuestras órdenes como un cordero manso. Tenemos que atraparla, despojarla de su voluntad y moldearla a la nuestra. Esa es la única manera de que sirva a nuestro propósito. Su sed de venganza siempre jugará en nuestra contra.- Ambos asienten, pero Vilgefortz no está del todo convencido.

-Tenéis en cuenta de que puede salir mal como la otra vez y que tenemos todas las de perder, ¿verdad?- Y su madurez aflora ahora, cuando más necesitamos un ánimo ciego.

-En ese caso, muerto el perro se acabó la rabia. La mataremos antes de que pueda tan siquiera invocar su Caos.- Los tres asentimos y sacudimos nuestras manos unidas en señal de acuerdo.

-Yo mismo me encargaré de separarle la cabeza de su bonito cuello.- Suelta el mago más joven, desenfundando su sable, ansioso ante una buena batalla.

-Detente, indomable amigo.- Insta Dijkstra con las palmas en alto.- Cualquiera de los que estamos aquí presentes somos demasiado valiosos para jugarnos la vida. Necesitamos un monstruo para matar a otro monstruo. ¿Habéis escuchado las canciones sobre las hazañas de ese Brujo? No tienen mucho que envidiar a las de la chiquilla.

-¿El Lobo Blanco?- Pregunto.

-Así es, Geralt de Rivia.- Contesta Vilgefortz.- Creo que es uno de los pocos que puede tener oportunidad contra ella. Hagámosle una oferta que no pueda rechazar.

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THE WITCHESS //  The Witcher fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora