L- La caza del dragón.

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Montañas de Caingorn


Los cuatro grupos llegamos al punto del encuentro al amanecer para comenzar la cacería

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Los cuatro grupos llegamos al punto del encuentro al amanecer para comenzar la cacería. Jaskier, por supuesto, no pierde la oportunidad de quejarse.

—Podría habernos dicho que los caballos no cabrían en el camino.

—Bienvenido al mundo, Jaskier.— Respondo, ya arrepintiéndome de no haberlo dejado en la posada del pueblo.

—¡Me cago en Korath!— Grita el líder de los enanos.

—¿Qué ocurre?— Pregunta el bardo, que tiene que ser la salsa de todos los asados.

—Alguien me ha robado. ¡Probablemente los putos Sableros! Pero no pasa nada, ¡porque en tres días de viaje tendré tiempo de sobra de mearme en sus gachas!— Mientras el líder enano se ríe en sus caras, veo que los humanos violentos hacen el esfuerzo de no matarlos ahora y esperar al momento estratégico mejor.— Brujo y hechicera, ganaréis una pasta por las yeguas si las vendéis ahora.— Suelta como saludo antes de irse.

—Todo el mundo quiere a Sardinilla últimamente, ¿no?— Pregunta el bardo, más lento que matar una aracha a besos.

—Insinúa que no sobreviviremos.— Le respondo mirándolo impaciente. Y palidece.

—¿Qué? Nadie habló de una muerte inminente.

—Calma, Jaskier.— Interrumpe Ailith.— Ninguno de los tres va a morir. Puedes confiar en mi palabra.

—Mientras no muramos, esta va a ser la mejor historia jamás escrita.

Los tres primeros días eran de ruta compartida para los cuatro equipos, por lo que comenzamos a caminar en fila después de que las trompetas reales marcaran el inicio de la cacería.

Jaskier, por supuesto, no aguantó demasiado tiempo callado, y esta vez el objetivo de su cháchara fueron las zerrekianas. En cuestiones de amor, no se daba por vencido.

—Qué amables sois de compartir el botín de la expedición con un anciano como Borch. Sois unas muy fieles... amigas. Diré amigas. O familiares. O... empleadas.

—Cazar con él es un honor que no se mancilla con un pago.— Responde finalmente Vea.

—Pero...¿Por qué?— Insiste sin entender. Las dos se detienen y se quedan mirándolo como si fuera imbécil.

—Él es lo más hermoso.— Responde Tea. El rostro de Jaskier es un poema entre la incomprensión y el asco. Las dos mujeres bufan y vuelven a caminar. Ailith le da una palmadita en la espalda de ánimo.

—Para gustos, colores.— Y apura el paso, pasando por delante del grupo, incapaz de ocultar su impaciencia. Yo la miro a ella, y Borch me mira a mí.

THE WITCHESS //  The Witcher fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora