XI- ¿Quieres ser un brujo?

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Aunque en el fondo tenía mis dudas, Vesemir cumplió su promesa. Asistí a todas las clases de los aprendices de brujos, aunque durante semanas, sólo se me permitió practicar con Geralt y Vesemir. Nunca supe con seguridad si fue para ponerme al día o porque los demás no querían verme delante.

Yo también cumplí mi promesa, aunque El Jefe nunca me pidió que siguiera con todas mis tareas como antes. Pero lo hice. Continué haciendo el doble de tareas y el doble de jornada, pues me había dado cuenta de que las mujeres tenían que demostrar el doble para ser consideradas al mismo nivel que un hombre.

Estaba segura de que, cualquiera de aquellos niñatos que me miraban por encima del hombro, se caerían de culo si tuvieran que hacer mis tareas y las suyas y pedirían clemencia a la semana. Yo, una niña humana enclenque, llevaba meses.

Quería ponerme al nivel de mis compañeros cuanto antes, así que aprovechaba mis ratos libres para seguir practicando contra el muñeco de madera. Terminaba mi jornada tan cansada que caía en coma en el catre hasta el día siguiente.


El muñeco seguía temblando bajo mi nueva espada de madera a pesar de mis brazos exhaustos. Con golpes certeros y rítmicos sin descanso, repasaba uno a uno sus puntos vitales, con una mano y con otra, mientras el sudor caía sobre mis pestañas bajo el sol de primavera. Aprovechaba los últimos restos de nieve para deslizar mis pies y rodillas y lanzar un revés mientras giraba sobre mi cuerpo.


-¿Cansada ya? - Escucho con recochineo a mis espaldas.


Miro de reojo a Lambert, el responsable, acompañado de Coen, su fiel compañero con el que mantenía una relación de amor-odio. No les dedico más que una mirada mientras vuelvo a mi posición defensiva y continúo el entrenamiento, no dándoles importancia, a ver si se aburrían y se iban.


-¿Recuerdas perder el tiempo luchando contra sacos de paja?- Comenta con su compañero mientras se cruza de brazos.

-La verdad es que no.- Contesta, como si verme fuese aburrido. Con la última vuelta me levanto de un salto y los miro.

-¿Qué hacéis entonces?- Respondo rebotada, cayendo en su cebo. Ambos se miran y sonríen satisfechos.

-La verdad es que no te lo diré. No hay que asustar a las niñas pequeñas.- Responde condescendiente Lambert. Coen lo mira divertido.

-No soy pequeña y no tengo miedo.- Insisto enojada. Caigo cada vez más en sus artimañas, pero mi orgullo me puede.

-Eso es lo que dices ahora. Pero el camino de un brujo es oscuro y aterrador, lleno de peligros. ¿Es eso lo que quieres?- Intenta amedrentarme mientras se acerca un paso desenfundando la espada.

THE WITCHESS //  The Witcher fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora