treinta y seis

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Miro hacia afuera desde la ventana de mi hotel, tratando de tomar aire y distraerme un poco de los nervios que estoy sintiendo; es que mañana tengo la tan esperada reunión con el dueño de la editorial, además del jefe de director de gestiones

He pasado de estar en mi casa casi todo el día, a estar en tres lugares distintos en diferentes puntos del mundo, en menos de un mes. Y eso es algo que no sólo a la vieja Clara le cuesta procesar, porque aún me sigo preguntando que hago acá

Han pasado apenas dos días de que llegue a Sevilla. La habitación del hotel es más pequeña que la que ocupaba con Villa en New York, pero es un poco más moderna, y tiene una vista esplendida hacia la ciudad; que sin dudas es mucho más tranquila que la anterior, y eso me hace sentir un poco menos abrumada, también conociendo el idioma

Pero solo puedo pensar en que en unas horas voy a llegar de la reunión, y voy a estar sola en esta habitación. No van a haber abrazos, ni sonrisas, ni miradas atentas escuchandome hablar, ni chistes...

No va a estar Juan Pablo

Me gustaba tanto su trato, estar con él, nuestra dinámica; me acostumbré en tan poco tiempo a la sensación de quererlo con todo mi corazón, como si lo hiciera hace mil años, que ahora sin su compañía me siento un poco vacía

Mi celular vibra en el bolsillo de mi pantalón y lo saco de allí rápidamente

Sonrío al ver su nombre, y la cuerda de la lejanía se deshilacha al menos un poco

cactus: como te trata España?
cactus: mola?

clara: joder, mola muchísimo
clara: cómo se sintió la vuelta?

cactus: parece que me haya ido un año
cactus: quiero irme a New York de nuevo

clara: pensé que dirías a Sevilla

cactus: si por mi fuera estaría ahí ya mismo
cactus: espera, allá no es cómo super tarde?

clara: las dos de la mañana, pero no puedo dormir 🫠

cactus: y yo escribiéndote, lo siento

clara: me tranquiliza hablar contigo, no te preocupes

cactus: estás muy nerviosa?

clara: si, bastante

cactus: todo va a salir bien, y lo sabes

clara: gracias, cactus, eso espero ❤️

Me detengo ante el teclado, con mis dedos picando de impaciencia y un mensaje merodeando por mi cabeza

Pero él lo escribe primero

cactus: te extraño

clara: yo también te extraño
clara: mucho

cactus: me tengo que ir, me están apurando 😒
cactus: mañana te escribo
cactus: te diría que suerte, pero no la necesitas

clara: gracias, villa ❤️
clara: nos hablamos

cactus: nos hablamos, florcita, por favor descansa
cactus: para calmar los nervios [link]
cactus: ❤️

Me tiro a la cama con una sonrisa al abrir el link que Juan Pablo me ha mandado, que me dirige directamente a Spotify, y específicamente a una canción que solíamos escuchar mucho en el viaje

Sobre todo en aquella noche que subimos a la terraza, luego de festejar mi falso cumpleaños en el bar español. La banda había tocado esta canción, y al volver al hotel, decidimos escucharla unas cuantas veces más por nuestra cuenta; en un celular, con volumen bajito, y con una noche fresca

Si pudiera, volvería a esa noche unas mil veces más

Pero ahora me conformo con escuchar esta canción, que resulta ser un poco nuestra, para no sentirlo demasiado lejos

.

.

.

Martin queda congelado y Estefanía disimula una sonrisa que quiere asomarse en su cara. Su futuro esposo dirige los ojos a los dos chicos que están sentados a mi lado, cómo si jugaran un partido de tenis

Nathalia y Simón lo miran expectantes, y sinceramente, no sé si esperan una respuesta mala de su parte, pero están lo bastante nerviosos para que nada salga de su boca en este momento

Cruzo mi mirada con la de rulos cuando el silencio inunda nuestra mesa del bar, y tomamos de nuestra cerveza sin emitir una palabra. Ambos sabíamos que los dos estaban saliendo hace mucho tiempo, y que ya se había demorado hacer oficial su relación, pero el día llegó

Nathalia esconde apenas su rostro por detrás de mí hombro, mientras su jefe y amigo sigue en shock. Simón solo larga un suspiro ante toda esta reacción dramática, y se da por vencido tomando un trago de su Whisky

-Margarita, mi amor- le habla Martín a Nia sin sacar sus ojos de la pelirroja

-Dime, querido- se pone a disposición ella y río un poco

-Creo que voy a necesitar una ambulancia- responde y su novia niega con la cabeza

-Yo aquí sobro...¿No?- intento levantarme sigilosamente de mi asiento, pero Nathalia me agarra fuertemente del brazo

-Martin, te vas a casar- habla Simón por su parte- Yo tengo el derecho a tener novia también

-Y es mayor que tú- agrego en un murmuro

-Tu te callas, lo sabías y no me dijiste nada- me dice Martín y levanto mis hombros

-No lo tenía que decir yo- me defiendo- Tu novia también lo sabía y no veo que le digas nada feo

-Pero ella es Nia, es mi Nia- argumenta y ella le besa la mejilla, con una sonrisa amplia en la cara

-Y ella es mi Nath- habla el de lentes y su novia se sonroja un poco

Martin parece a punto de vomitar

-Pidan la ambulancia, hablo enserio

-Ya deja de ser dramático, amor. ¿No ves que están felices?- los señala Nia

Nath y Simón se agarran la mano con una pequeña sonrisa

Martin los mira como si le apuñalaran el corazón, pero lo conocemos bastante para saber que es el más feliz de todos con esta noticia

-Me estás sacando a mi bebé- le habla a la pelirroja y luego se dirige a su hermano- Y tú me estás sacando a mí zanahoria

Acaricio el hombro de Marto con pesar y él suspira

-Los quiero mucho- finaliza para ir a abrazarlos y sonrío

Siento el brazo de Nia rodearme los hombros una vez que se levanta de su silla, y me acerca a los chicos para unirme a este tan empalagoso y emotivo abrazo grupal

Entre tantas cosas que se me esfumaron de la nada, ellos fueron los únicos que se quedaron. A veces pienso que algún día se irán, porque lamentablemente soy fiel amigo de la mala suerte, y tener que despedirme aunque no quisiera haberlo hecho, es algo que se repitió muchas veces en mi vida

Pero estoy aquí, estamos aquí

Y no quiero que se me escape de las manos

Hanami - Juan Pablo VillamilOù les histoires vivent. Découvrez maintenant