Hanami - Juan Pablo Villamil

uno

Rosas

Hortensias

Orquídeas

Margaritas, amo las margaritas

Tulipanes

Girasoles

Jazmines

Me detengo a observarlas, como ella me enseñó

Pienso en que los jazmines tienen un olor exquisito, y que eso sin dudas le gustaría mucho. Pero también en que los tulipanes son sus favoritos, y que un poco de color a su casa le vendría hermoso

Podría llevarle unas camelias tan solo para homenajearla y sacarle algunas carcajadas

El ruido de las gotas pegando contra el nylon transparente que tapa el puesto de flores me hace volver a la realidad. El vendedor tiene sus manos entrelazadas a la altura de su abdomen, y me avergüenzo cuando noto que espera por mi decisión

Siempre me pasa lo mismo

-¿Indecisa?- me pregunta él y largo una pequeña risa

Claro, es que me debe de odiar

-Lo siento- me disculpo apenada

-¿Puedo hacer una recomendación?- cuestiona y sonrío

-Te lo agradecería- contesto y el señor camina hasta ponerse a mi lado

Se cruza de brazos por tan solo unos segundos, mientras escanea los cajones de madera clara con sus ojos marrones. Alza sus cejas cuando parece haber encontrado las flores que buscaba, y sonríe acercandose a ellas

Toma con total delicadeza un par de gerberas rojas y las envuelve en papel de diario

-Son las favoritas de mi esposa- comenta con una sonrisa orgullosa, que termina por contagiarme

-Gerberas serán, entonces- digo recibiendo el ramo

Acomodo la capucha de mi campera después de haberle pagado al florista, que resulta ya ser mi amigo, y abro el paraguas para refugiarme de la lluvia en estas cuadras que me quedan por caminar

Detengo mis pasos al encontrarme en la puerta de la casa de mi amiga. Toco la madera con mi puño, y es cuestión de segundos para encontrarme con su gran sonrisa y sus rulos color gris

Sus ojos caen a las flores que tengo en la mano, y de alguna manera, su sonrisa crece y sus ojos se achinan más aún

En la casa de Camelia hay un olor particular siempre, y en todo este tiempo, todavía no logré descifrar que es. Tal vez es simplemente su perfume, que se me impregna en la ropa y en el corazón cada vez que salgo de aquí

-Clarita- murmura abrazándome

Sus manos temblorosas me abrazan e inhalo suavemente, como si pudiera llenarme el cuerpo completo de su cariño

-Te extrañé, mujer- le digo- Hace muchísimo no nos veíamos

-Hace dos días- excusa con diversión

-Eso es una eternidad- exagero y su risa llena el lugar

Y es que hoy es lunes, y los fines de semana no suelo venir; sólo si a su nieto se le complica en la oficina y se ve obligado a ir

Trabajo cuidando a la señora Camelia en su casa hace ya un año y varios meses. Desde ese entonces, mis tardes son mucho más divertidas y preciosas

Mi vida en general, para ser sincera

Meli, como le suelo decir, es una mujer de ochenta años. Marcada por las pérdidas pero insistente en mantenerse feliz

Perdió a su hija y a su yerno ya hace muchos años en un accidente, y ella fue la crió a su nieto junto a su marido