ocho

545 66 66
                                    

Hay muchas flores, justo como ella lo hubiera querido. El parque está decorado con margaritas, jazmines y gerberas blancas; todos pasan a dejar una flor a su cajón, que se encuentra junto a una gran foto de ella en blanco y negro

También hay mucha gente, que la quería y vino aquí para despedirla

El impacto sigue siendo tan fuerte que no me considero una de ellas

Uno nunca imagina una despedida con la persona que más quiere en el mundo, simplemente no lo hace

La despedida sucede cuando algo acaba, y mi cariño por ella no ha acabado, jamás lo hará. Así que no me siento capaz de despedirla, y quizás nunca podré hacerlo

Ya pasaron cinco tardes sin Meli; sin su olor, sin sus risas, sus anécdotas, sus caricias. Se sintieron tan vacías, tan extrañas, que no puedo imaginar el resto de mis tardes sin ella

La imágen de ella en su sillón, pálida, con los ojos cerrados y con flores a su lado, no abandona mi mente ni un segundo

Nos dijeron que Camelia sufrió un infarto, y antes de que su corazón se apagara por completo, sus manos temblorosas agarraron la foto de su marido para sentirlo cerca de ella; aquella foto de Nando que tenía en su mesita, y que a veces se detenía a ver de a ratos

Saber que ahora están más cerca me consuela un poco, que volvieron a reencontrarse y...¿Quién sabe? Quizás ahora mismo estén bailando una canción de Sinatra entre las nubes

El día está soleado, y fresco, como de costumbre. No hay ni una sola persona vestida de negro, porque ella también lo quería así. Así que su hijo organizó que todos estemos vestidos de blanco, al igual que las flores que decoran el cementerio en donde va a ser enterrada junto a su marido

Me doy la vuelta cuando escucho decir mi nombre, y me encuentro son Simón. Mis ojos se llenan de lágrimas apenas lo veo y me encierra entre sus brazos inmediatamente; así nos quedamos unos minutos

Él también sufrió mucho su partida, es que la conoce desde que tiene memoria

A sus espaldas, y por primera vez en la mañana, veo a Juan Pablo

En realidad, es la primera vez que lo veo desde que Camelia falleció

Mucha gente se acerca a saludarlo y darle las condolencias, pero pareciera que él no está aquí

No hay más que tristeza en su cara y unas ojeras pronunciadas que hace que su rostro esté más apagado todavía; ni siquiera hay un intento de sonrisa, y verlo así me parte el corazón

-¿Cómo está él?- le pregunto a Simón, aunque mi pregunta se responde sola

-Como puede- contesta levantando sus hombros- Sabes que no es de demostrar mucho lo que siente

Y su respuesta no hace más que aumentar mi preocupación

-¿Por lo menos hay alguien que se asegure de que esté comiendo?

-Tranquila, Clara, lo estamos cuidando- dice y suspiro- Todos estamos pendientes de él

Llevo mi vista a Juan y lo veo caminar hacia un costado del parque, alejado de la gente

-Si necesitan de mí, saben que estoy- digo, pero de todos modos no sé si él me quiera ahí

-Lo sabemos. Pero también tienes que cuidar de ti- asegura y deja una caricia en mi mejilla

-Lo estoy haciendo- murmuro, aunque no sea del todo verdad

Vuelvo a mirar a Juan Pablo y lo veo sentarse en el pasto, justo debajo de un árbol. A su lado hay un niño, que se limpia las lágrimas cuando lo ve llegar, y se acurruca junto a él cuando Juan pasa un brazo por sus hombros

Veo el rostro del pequeño y recuerdo las fotos que me mostraba Camelia de él. Me habló muchas veces de Daniel, o de Dani, como le decía ella siempre. Es el hijo de un gran amigo de Meli, y fue ella misma la que le enseñó a leer y escribir

Daniel abraza sus rodillas y apoya su cabeza en el pecho de Juan Pablo, mientras él le habla cerca del oído

Siento un calorcito en el medio del pecho cuando Daniel ríe y Juan Pablo por fin sonríe, y así permanecen los dos por unos segundos. El más grande lo atrae a sí mismo para abrazarlo con fuerza y deja un beso en su cabello antes de que Dani se levante y camine con la que parece ser su mamá

Cuando el niño ya no está con él, la sonrisa se borra por completo y se seca una lágrima que cae en su mejilla

Octavio, su tío, se acerca a él y luego de unos minutos ambos se levantan y caminan hacia donde se encuentra la gente

-Vamos, Clari- dice Simón tomandome de la espalda

Juan se para frente a todos, con su vista en el piso, y todos hacemos silencio. Su tío le acaricia hombro y él suspira antes de hablar

-No soy muy bueno con estas cosas, así que voy a ser lo más breve posible. Tampoco creo que hayan muchas palabras para poder decir ahora, que estén todos aquí demuestra la persona que es mi abuela...era mi abuela, y eso dice mucho más de lo que yo pueda contar sobre ella

La corrección parece dejarle un gusto amargo en la garganta, porque la aclara antes de juntar valor y seguir

-Camelia siempre va a ser una parte de cada uno de nosotros, todos fuimos muy afortunados de compartir la vida junto a ella, y me gustaría que la recuerden como ustedes deseen; con sus anécdotas, con sus flores, con sus chistes...pero siempre feliz, que era lo que ella más quería

Levanta la mirada y nos miramos un segundo, pero sus ojos verdes vuelven a caer

-Sé que todos la extrañaremos con locura, pero pensar en qué ahora está con mis padres y con el amor de su vida allá arriba, me hace tener un poco de esperanza y creer que sigue igual de feliz- continúa- Les agradezco a todos por estar acá y por haber hecho de la vida de mi abuela un poco más alegre cada día, de verdad, gracias

Todos aplauden y vuelvo a mirar la foto de ella, con la descripción que lleva debajo

"Camelia, la flor que nunca va a marchitar".

Hanami - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora