CAPÍTULO 22: CAOS

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El silencio no duró demasiado, miles de preguntas flotaban en el aire, pero Jin solo fue capaz de susurrar una.

—¿Cómo? —Suga dejó escapar un suspiro incapaz de mantenerle la mirada a Jin.

—¿Eso cambia el hecho de que soy un asesino? Te lo he dicho muchas veces Jin, soy peligroso. —El chico tiró de él suavemente para que volviera a mirarle a los ojos, necesitaba respuestas. La mente de Jin funcionaba así, sin respuestas podía entrar en caos.

—Y yo te he dicho que no te tengo miedo. Le has matado, pero la forma en la que lo hayas hecho lo cambiaría todo. Suga... —La mirada de Jin era tan intensa que Suga dejó que todas las barreras a su alrededor se desvaneciesen. No serviría de nada seguir evitando esa parte de él, una de la que no se sentía orgulloso, pero que el chico debía conocer.

—Le he envenenado. Polonio 210.

—Lo tenías planeado. Es una muerte lenta y premeditada, casi no se notan los síntomas hasta que es tarde. ¿Por qué? —Suga sonrió ligeramente, no por la situación sino por el cerebro brillante de Jin. Era obvio que sabría cómo funcionaba el poloni0, era alguien inteligente.

—Porque ha dañado a muchas personas de mi ciudad a lo largo de los años, se ha creído indestructible e intentó hacerle daño a mi mejor amigo. El único al que considero familia. No pude proteger a mi madre de nada cuando era un niño, ahora protegeré a la gente que me importa aunque tenga que mancharme las manos. —No le dio tiempo a parpadear, los brazos de Jin le rodearon en un cálido abrazo que dejó a Suga paralizado. No era alguien propenso a las muestras de afecto, casi hasta había olvidado lo que se sentía cuando alguien te abrazaba con cariño. Pero se relajó y se dejó llevar, acarició la espalda de Jin con sus manos y cerró los ojos por un instante perdiéndose en el aroma del chico. Olía a fresas, obviamente. Y aquello le hizo sonreír de verdad.

—¿Sabes? Desde que llegué a Daegu me he dado cuenta de que la línea entre el bien y el mal está bastante desdibujada. ¿Haría cosas ilegales para salvar vidas? Sí, es más, las he hecho para ayudar a mis amigos a obtener información. Nunca he matado a nadie Suga, pero no me pareces el tipo de persona que mata por placer. Y el viejo ese no merecía respirar más, las personas malvadas son aquellas que dañan a los indefensos e inocentes. No eres malvado. —Rompieron el abrazo lentamente hasta que sus ojos volvieron a encontrarse. Aquellas palabras habían sido una pequeña cura para todas las cicatrices que Suga guardaba en su corazón y en su alma. Pero también era consciente de que a lo largo de los años se había visto obligado a mancharse de sangre más veces de las que le gustaría reconocer y no sentía remordimientos por ello. En verdad, tal vez fuera un monstruo aunque había convivido con ellos durante toda su vida.

—Eso no borra el hecho de que sea un asesino. Lo triste es que las víctimas seguirán con el dolor de haber pasado por cosas horribles mientras él simplemente ha dejado de respirar. —Jin le dedicó una sonrisa, el brillo en sus ojos le hizo saber que algo pasaba por la mente del chico. Empezó a teclear en el ordenador, acomodándose las gafas de una forma que a Suga le resultó graciosa.

Una lista de nombres apareció frente a ellos, Suga pudo leer claramente el de su madre entre esos. No le dio tiempo a preguntar, el sonido de los dedos de Jin moviéndose sobre el teclado llenaron de nuevo el lugar.

—¿Qué haces?

—Indemnizar a las víctimas, al fin y al cabo los muertos no necesitan dinero. Pero no sabrán que es suyo, donación anónima. Tengo la lista de las víctimas, sabía que Hoseok la guardaba y mañana me disculparé por haberme metido en su ordenador a distancia. Ahora solo tengo que hacer las transferencias y borrar mi rastro. —Suga apoyó su codo en la mesa y dejó caer su rostro sobre su mano, se dedicó a observar a Jin. Le parecía alguien tan especial que a veces dudaba de que fuese real.

The D caseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora