PRÓLOGO

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La sonrisa perversa que tanto le caracterizaba se extendió por su rostro mientras caminaba con una superioridad digna del rey que era. Había llegado el momento, la decisión estaba tomada. Nadie jamás osaba enfrentarse a él y aquello debía poner punto y final a la situación.

Sus hombres estaban alerta alrededor del rey y justo a su derecha, como de costumbre, estaba Jimin moviéndose de manera nerviosa por la situación. Mentiría si dijese que no llevaba tiempo esperando por aquello. Daegu no necesitaba a dos personas que controlasen el territorio, solo con su rey sería suficiente.

—Dicen que a los perros rabiosos hay que llevarles con la correa bien apretada. Tal vez te dejé demasiada libertad, hermano. —Aquellas palabras frías cortaron la tensión que inundaba el ambiente. Todo había quedado en silencio después del intercambio de palabras de los hermanos, hasta que el rey dio el primer paso.

Los ojos de ambos Min se conectaron, ninguno tenía miedo de lo que podía suceder. Sabían que el territorio se había quedado pequeño para dos líderes natos. Suga se había cansado de ser el perro de los recados de Agust, y el rey había empezado a sentir la amenaza de la traición susurrándole al oído. Aquello tenía que terminar y solo lo haría si uno de los dos moría.

—No voy a darte una muerte rápida, eso sería hacerte un favor y sabes que me gusta tu cara de sufrimiento, hermano — dijo esta última palabra con asco y repulsión. La orden del rey llegó con un ligero movimiento de cabeza, dos de sus hombres empujaron la mitad superior del cuerpo de Suga dentro de un bidón lleno de agua. Agust no le daría a su hermano una muerte rápida y sin dolor, quería que sufriera y deleitarse con el gran espectáculo. La mano de Jimin recorrió su espalda, sabía lo que quería. El enfrentamiento y la muestra de poder era algo que a ambos les encendía. Aunque ahora el rey tuviese en mente solamente a Seokjin dominado por él, uno nunca rechazaba un caramelo cuando se le ofrecía y eso era Jimin para el rey. El dulce que siempre tenía a su disposición, fácil de dominar y dócil.

Jack observaba la escena desde un rincón mientras esperaba el inicio del fin. Adoraba el caos aunque le hubiese gustado ser el causante del que tenía frente a sus ojos.

Pero cuando la cabeza de Suga salió del agua, una sonrisa estaba dibujada en su rostro.

—Un perro se vuelve rabioso si su amo es demasiado déspota con él. Pero al menos estamos de acuerdo en algo hermano, esto debe terminar. —Suga levantó el arma que había en el fondo del bidón de agua. Los ojos de Agust se abrieron sorpresivamente pero su cuerpo reaccionó rápido sacando el arma que él mismo llevaba en su espalda.

Ambos Min se sonrieron, si el dedo apretaba el gatillo, todo habría terminado. Porque solo uno de los dos podría seguir con vida y Suga ya no tenía nada que perder, porque jamás tendría lo que había empezado a anhelar. Sabía que nunca recuperaría a Jin, pero se aseguraría de que Agust jamás pudiese hacerle daño a nadie más. El rey o el jefe, uno de los dos moriría. 



Hola lectores, si habéis llegado aquí solo me queda daros las gracias por darle una oportunidad a esta historia. Intentaré que haya un capítulo semanal que subiré entre lunes y martes. De momento empecemos por abrir boca con este prólogo y estos personajes que van a ser bastante peligrosos e intensos. 

The D caseWhere stories live. Discover now