EL GATO DE LA VENTANA (EXTRA)

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Dedicado a Min Yoongi, la persona sin la cual no hubiese tenido la inspiración ni el valor para esta historia. Nos vemos en 2025 y podré contarte que esta historia que para mí está siendo maravillosa ha llegado a su fin. Esta es mi promesa. 

PD: Estoy un poquito sensible y este extra no estaba planificado aunque se ubicará más o menos después del próximo capítulo.

Observó el móvil de reojo mientras terminaba de vestirse. Por la hora, sabía que él ya no estaría en su casa y por suerte, Agust parecía ocupado en algo que no quería compartir con él. Eso le daba cierto margen de maniobra que no dudó en usar.

Antes de salir de su habitación, su mirada fue directa a aquel cajón donde había guardado la sudadera rosa del ratoncito, podía devolvérsela. Pero abrió el armario y cogió una negra que no usaba desde que el frío había decidido abandonar Daegu para dar paso a las temperaturas suaves que no le gustaban demasiado a Suga.

Se ajustó el casco después de subir a la moto e, ignorando a los hombres de traje que vigilaban la casa y tenían la vista clavada en él, aceleró como si el mundo se estuviese terminando. Llevaba varios días con una idea rondándole en la cabeza y por fin se había decidido a llevarla a cabo. Llegó al mercado rápidamente y mientras dejaba la moto estacionada, los niños que iban al colegio le saludaron mostrándole unos trucos que habían aprendido con la pelota de baloncesto. Se pasó la mano por su pelo negro apartándoselo de los ojos y les dedicó una sonrisa ligera mientras les indicaba que llegarían tarde a clases. Soltó una risita cuando empezaron a correr.

Recorrió el mercado aunque sabía lo que buscaba, la señora Han le dio una bolsa llena de verduras y frutas, aunque con una cantidad extra de mandarinas. Siempre guardaba las más dulces para Suga.

—¿Podría darme también fresas señora Han? Son para un amigo... —La señora Han sonrió al escuchar aquello. Todos sabían que el jefe no se relacionaba estrechamente con nadie, pero el brillo que tenía en los ojos era algo que no veían en él desde que era un niño y recorría las calles de la ciudad de la mano de su madre.

—Seguro que ese amigo te estará muy agradecido. —Con una gran cantidad de fresas maduras, siguió caminando por el mercado. Sabía que el ratoncito no tenía comida en su casa y también le preocupaba que Fresita no pudiera comer. La señora Han se encargó de hacer correr la voz rápidamente, el jefe estaba haciendo unas compras para alguien más.

Casi sin darse cuenta, salió del mercado con una gran cantidad de bolsas que todos se habían empeñado en preparar para él, incluso el dueño de la tienda de animales le regaló un par de juguetes. Entonces clavó su vista en un pequeño collar de color rosa con un campanillo, supo en ese instante que debía comprarlo para Fresita.

Cargado como nunca antes, llegó a duras penas a los alrededores del edificio. Se las ingenió para escapar de todas las cámaras y subir por la escalera de incendios hasta el apartamento del ratoncito. Solo tuvo que empujar ligeramente la ventana para que esta se abriera y poder entrar.

Una pequeña bolita de pelo negro se aproximó a sus pies y empezó a ronronear, le reconoció al instante. Suga se agachó para poder estar más cerca del pequeño felino y le dedicó un par de caricias.

—He traído algo para ti fresita. —Sacó un cuento especial para gatos, negro, con la intención de molestar a Jin. Y le puso en él un poco de leche que le habían regalado en el mercado. Aunque había querido pagar por todo lo que compraba, siempre le terminaban dando algo de regalo. La gente estaba agradecida y se sentía segura con Suga en las calles de Daegu.

Observó al gatito beber la leche lentamente y mientras tanto, fue a la cocina para guardar todo. Confirmó lo que sospechaba, solo había comida precocinada y leche de fresa, aunque no demasiada. ¿Cómo iba a cuidar el ratoncito de un gato si ni siquiera podía cuidar de él mismo? Recordó entonces la sudadera negra que llevaba atada a la cintura, se la quitó y la dejó en el sofá. Fresita no tardó a subir y acurrucarse en su prenda, aquello le proporcionó cierta calidez a Suga que no había sentido antes. Entonces decidió ponerle el pequeño collar rosa, había pedido que le pusieran una placa en forma de gato donde había añadido el nombre de Fresita y por el otro lado los teléfonos suyo y de Jin, por si se perdía en algún momento aunque esperaba que eso no sucediese.

Suga se sentó en el suelo frente al pequeño gatito y empezó a darle pequeños mimos que fueron recompensados con un suave ronroneo mientras el felino cerraba los ojos y se dormía plácidamente.

—Fresita, vas a tener que cuidar de Jin. Creo que es muy inteligente pero a veces se olvida de lo más vital. Eres un buen chico. Cuando crezcas te hablaré de cómo tu madre te salvó de un incendio y te llevaré a ese lugar aunque no la recuerdes. Pero ahora no estás solo en el mundo, así que no debes sentir miedo. Cuidaré de ti y del ratoncito, ese chico es experto en meterse él solo en problemas. —Por primera vez, solo dejó escapar lo que había en su mente. Jamás había sido alguien que se expresara con facilidad con palabras, era más una persona de hechos. Nunca admitiría en voz alta que quería cuidar a Jin de una forma especial, nada tenía que ver con una simple amistad. Para Suga, ese chico demasiado inteligente hasta para su propia seguridad, había sido el faro que su vida necesitaba. Y le había recordado en poco tiempo lo que se sentía tener esperanza y algo por lo que vivir.

Sin darse cuenta, una enorme y sincera sonrisa iluminó su rostro. Y a Jin se le aceleró el corazón a través de la pantalla, porque el jefe de Daegu no sabía que el chico había puesto una pequeña cámara para vigilar a Fresita. Fue en ese instante cuando Jin lo supo, no le molestaría adoptar también a aquel gato que se colaba siempre por su ventana. Porque ver aquella sonrisa todos los días, sería como una epifanía que sin duda se moría de ganas por experimentar. Nunca sabrían si el gato atrapó al ratón o fue a la inversa, porque ambos quedaron absortos en el otro desde el primer momento que sus miradas se cruzaron en medio de la oscuridad que envolvía las calles y rodeaba sus corazones. 

 

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