CAPÍTULO 38: NOT TODAY

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El rey cerró la caja fuerte después de haber confirmado que tenía todo el dinero que debía tener. Era consciente de todos los hilos que había tenido que mover para conseguir que Jack entrase en la cárcel pero si todo salía según lo previsto, tendría el control absoluto incluso sobre los muertos. Desataría el terror en su reino, porque esa era la mejor forma de que nadie se revelase, el miedo.

Observó el reloj y supo que Jack ya estaba dentro de la prisión así que simplemente se sentó en su sillón y abrió el cajón sacando esa carpeta rosa que tanto había visto. Dejó a un lado los documentos y sacó todas las fotografías. Se quedó con la que estaba seguro que era la más reciente y se fijó en todos los detalles. Los hombros anchos de Seokjin, su cuello largo, esos labios carnosos y sonrosados. Esa mirada siempre curiosa y desafiante, quería que le mirase a él, que solo pudiese pensar en él. Por ello eliminaría del tablero a todas las piezas, dejándoles solo a ellos dos. Jugó con el rey de diamante rosado entre sus manos, esa pieza de ajedrez que había mandado hacer pensando en Seokjin. Estaba seguro que si le presionaba con sus amigos destruyendo las vidas de éstos, terminaría por ir a él. Le pediría ayuda y entonces Seokjin sería suyo para siempre. Acudir al rey era como vender tu alma, no había vuelta atrás. Y Agust anhelaba eso, tener a Seokjin entre sus manos, dominarlo, someterlo y conseguir doblegarle. Que solo hubiese espacio en la brillante mente del chico para él. 

Cerró los ojos y dejó que su mente vagara por los recuerdos, había estado tan cerca de él en tantas ocasiones que había memorizado su aroma. Se recostó en el sillón dejando que una sonrisa rondara sus labios, la sola idea de inundar su habitación con ese aroma dulce que se desprendía de Seokjin le causaba una necesidad, lo quería. La forma en la que siempre retaba a Agust, creyendo que podía ganarle, hacía que atraparle fuese la cacería más emocionante e interesante que el rey había vivido. Porque nadie nunca se había atrevido a ir en contra de su voluntad.

La puerta del despacho se abrió con un golpe seco. Agust abrió los ojos y disimuladamente ocultó las imágenes que tenía esparcidas por la mesa, dentro de la carpeta para guardarla con cuidado. Observó a Jack con el uniforme de la cárcel, algo no había salido como él había planeado y eso no le gustaba.

—¡Le han sacado de la cárcel! Dijiste que eso no pasaría tan pronto, que podría entrar y eliminarle sin complicaciones. Pero ahora es libre y ¡está vivo! —Los gritos de Jack resonaban por toda la habitación. Algo que a Agust le molestó extremadamente. Le observó dar vueltas por el despacho mientras revolvía su pelo y sus manos temblaban. La forma en la que le había gritado había logrado cabrear al rey.

—Cuidado con la forma en la que me hablas, recuerda quién soy. —Sus miradas se encontraron y la mano de Agust fue directa a rascar su cicatriz.

—Dijiste que Jack tendría su propia vida, que podría jugar y matar a Hoseok. Pero nada se ha cumplido. El rey no ha cumplido su parte, ahora Jack jugará por su cuenta. —Intentó salir del despacho, pero la voz amenazante de Agust le hizo detenerse.

—Jack, mi querido bufón, noolvides que sin mi ni siquiera tendrías la posibilidad de tener una vida. Asíque no vuelvas a hablarme así o tus opciones se habrán acabado. Que no hayasalido bien el plan no significa que esté todo perdido, pero esto puede ir dedos formas. Te tranquilizas, bajas la cabeza y me obedeces como un buen bufónreal, o te quito de mi camino y te convierto en lo que siempre has sido, unfantasma. —Jack sepuso alerta cuando la voz de Agust sonó justo detrás de él. La amenaza eraclara, pero su rabia estaba ardiendo fervientemente en su interior, sabía queno podía apagarla pero seguir con el rey era su única opción para logrardeshacerse de Hoseok. Así que dibujó su mejor sonrisa y se dio la vueltalentamente siendo consciente de que Agust estaba a unos escasos centímetros deél.

—Tiene razón mi querido rey, Jack no ha medido sus palabras. Es preferible jugar con fuego que con fantasmas. —Hizo una reverencia demasiado exagerada y salió de allí. 

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