CAPITULO 25: CULPABLE.

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ALEJANDRO.

Siempre he pensado que el cielo es algo mítico y algo que nunca sabre si existe o no hasta el día que me muera, pero al verte acostado sobre el pasto a un lado mío sé que estoy en el cielo porque tú siempre serás mi ángel.

—¿Qué tienes, cariño? —me preguntas, quitas unos pocos mechones de cabello que cubren mis ojos.

—Nada, tan solo te estoy admirando —digo en un suspiro—. Tu belleza siempre me cautivara—. Me levanto del pasto y me acerco hacia ti, rozo mis labios contra los tuyos hasta que encajan perfectamente así sellando nuestro beso.

—Me encanta cuando eres romántico —susurras cerca de mis labios, te alejas un poco de mi para mirarme a los ojos.

—Se que no suelo demostrar mis sentimientos, pero siempre que pueda quiero que sepas lo que siento por ti —murmuro y te vuelvo a besar.

Nos pasamos toda la tarde acostados sobre el pasto hasta que comienza a atardecer, me hubiera gustado que el día durada más porque el tiempo nunca va a ser suficiente cuando estoy contigo.

—Ya es hora de entrar a la casa —anuncias, te levantas del pasto y te empiezas a sacudir la ropa.

—¿No nos podemos quedar un poco más? —pregunto con la esperanza de un sí.

—Cariño, ya es tarde. Te prometo que mañana volvemos, el pasto no se va a ir a ningún lado —me dices, te acercas a mí y me das un beso. Siempre me besas en señal de que siempre vas a cumplir tu palabra.

Me tomas de la mano y me ayudas a levantarme, igual me comienzo a limpiar el pasto que se encuentra en mi ropa. Cuando termino me guías hacia la entrada de la casa, tomas mi mano con gran seguridad de que nunca me vas a dejar. Llegamos a la acera, antes de entrar me volteas a ver.

—Te amo —me dedica una gran sonrisa.

—Yo igual te a... —me quedo a la mitad de la frase porque ya no estas.

Solo en un parpadeo ya no estas. Se que algo va mal porque tú nunca me dejarías solo, el me ama y yo a él. Todo va empeorando porque nuestra casa se comienza a derrumbar, todo se cae en pedazos, algo en mi se rompe al ver que todo lo que construimos se rompe.

Me acerco un poco hacia los escombros y ahí veo un cuerpo, sé que eres tú. Corro hacia donde estas, al llegar ante ti recuesto tu cabeza en mis piernas y logro visualizar que tienes una herida en el abdomen, al prestar más atención me doy cuenta de que es una herida de bala.

—¿Qué sucedió? —pregunto desconcertado.

—Lo que sucede es que nunca vas a ser capaz de salvarme y demostrar lo que sientes —murmuras.

—Pero yo te a... —otra vez las palabras no salen de mi boca, vuelvo a pestañear y vuelves a dejarme solo.

Todo se vuelve oscuro. Soy el único que se encuentra aquí, no hay nada ni nada hasta que logro ver unos destellos de luz, corro en su dirección esperanzado de que ahí estes, pero cuando llego hasta ellos abro los ojos.

Algo en mi se quiebra al saber que realmente no estaba contigo, sino que era un simple sueño porque tú siempre estarás muerto y aun en mis sueños nunca te voy a poder decir te amo.

—¿Estas bien? —pregunta alguien en algún lado de la oscuridad.

—¿Dónde... estoy? —pregunto con dificultad, me duele la garganta y al gesticular me duele el rostro. Trato de levantarme y el desconocido sale de las sombras, Derek me toma de los hombros y me ayuda a colocarme en una palmera.

ReprobaciónWhere stories live. Discover now