CAPITULO 3: RIVALES.

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ALEJANDRO.

Observo a Robi y le sonrió en ese momento él se cae, es muy obvio que todos estamos conmocionados por lo que sucede en estos instantes. Tengo ganas de reírme, soy el ultimo seleccionado, estuve a una décima de salvarme, pero ahora luchare por mi vida ¿realmente valdrá la pena?

Quiero acercarme a Robi, pero todos están como estéricos y no me dejan pasar, están aterrados, pero eso ya no los salvara de la muerte.

—¡Orden! —grita el director, todos se callan de golpe, otros se levantan y otros regresan de su transe—. Los seleccionados vengan a delante—. Nadie se mueve, hasta que un chico se anima al ir hacia delante, igualo sus movimientos e igual voy hacia delante, volteo lentamente la cabeza y los demás vienen temblando, otros llorando y por último otros como si nada—. Bueno, aquí se encuentran todos los elegidos presentes, veinticuatro hombres y veinticuatro mujeres de los cuales solamente cuatro salan victoriosos. Ante todo, no tienen que estar triste por ir a jugar por su vida porque cuando ganan tienen muchas ofertas de empleo y aparte si ganan tendrán un premio —nos dice con una gran sonrisa que da asco, si el cree que es tan sencillo porque él no concursa y mata, las cosas no son tan sencillas. A mí el premio no me importa, tan solo quiero dar lo mejor de mí.

El director empieza a decir otras cosas, pero no le prestó atención porque estoy viendo y analizando a mis rivales. No me puedo confiar de ninguno de ellos porque en ocasiones los que se ven débiles o están llorando demuestran ser los más fuertes en competencia, desde este momento inicia la batalla tengo que empezar a hacer mi estrategia si es que quiero vivir, no sé con quién hacer equipo, aunque haya cuatro de mi salón con ninguno de ellos me llevo nada bien, tengo que buscar a dos mujeres y a un hombre que me lleven los más lejos posible para ganar.

—Ustedes 48 tienen media hora para despedirse de sus familiares, ¿De acuerdo? —nos pregunta el director y todos asentimos con la cabeza—. Bueno, los seleccionados quédense aquí los demás váyanse a sus salones —nos comunica el director, ante sus indicaciones todas las personas se van a sus salones y los padres vienen directamente hacia nosotros.

Alejandro viene directamente hacia a mí, pero lo detiene el directo Alejandro le dice algo para que le permite pasar y lo consigue.

—¿Cómo estás? —me pregunta mientras me abraza con todas sus fuerzas que siento que se me va a salir algo, realmente no sé qué decirle porque no es el momento de echarle la culpa porque el no hizo nada, al contario el me da ánimos, pero no tengo ánimos de hablar con él.

—Bien, en lo que cabe —le digo cortantemente mientras hago que nos separemos del abrazo.

—Tú puedes, eres muy inteligente fuiste el ultimo elegido —susurra para que nadie lo escuché, me jala del abrazo hacia el patio que este vacío para poder hablar tranquilamente.

—No hay necesidad de susurrar Robi, cada uno esta absorto en sus pensamientos, voy a dar lo posible para ganar, aunque para matar no se si voy a poder lograrlo porque los conozco, aunque sea de vista no es como si matara a desconocidos, sino créeme que sería más sencillo —le digo mientras juego con mis manos, tan solo la idea de matar me da escalofríos.

—Tienes razón y no me gustaría estar en tu posición, pero para ganar los vas a tener que matar —susurra, siento esto de ganar como una obligación cuando no se si está en mis planes.

En ese momento llega papá, se acerca a nosotros y veo que los demás familiares de los otros elegidos también se encuentran con ellos, todos mis rivales están en alguna parte del patio y viéndolos detenidamente sé que no va a hacer nada fácil ganar, todos están en forma y son muy inteligentes porque el promedio más bajo no fue ni tan bajo.

Noto que un chico no está con sus familiares, está completamente solo sentado en un rincón viendo al vacío. Alexander, es su nombre. Él fue el primero en caminar hacia delante, va en mi salón. Quisiera ir hacia él, no somos los grandes amigos, pero me agrada y probablemente ha de ser horrible estar solo sin un familiar a lado. Yo tengo a Robi y papá, si ellos me faltaran no sé qué haría. Tan solo recordar la soledad que sentía cuando mamá se fue me pone triste y no deseo que alguien pase por algo similar.

—Hola, hijo —me saluda papá, no me mira a los ojos, tiene la mirada hacia otro lado, intenta acercarse, pero Robi se lo impide.

—No te le acerques, que por tu culpa que el este en esta situación —le establece Robi mientras se pone enfrente de mi como escuro.

—¿Por qué dices eso hijo? Yo no hice nada —dice mi papá desconcertado al igual que yo. Desconozco porque dice eso y piensa eso, papá no tienen ninguna culpa de que yo sea un idiota.

—Porque teníamos la oportunidad de irnos y el no quiso, cuando el sabe muy bien que mamá ya no tiene planes de regresar. Mama ya tiene otra vida con otro y el no entiende eso, ahora por eso tú tienes que matar a toda esta gente para ganar —me dice Robi molesto, aunque por una parte tiene razón por otra no porque no fue su culpa que yo no sacara buen promedio.

—Robi, esto no es la culpa de papá —le comento—. Solamente él tenía una esperanza, nunca fue su intención —le susurro al oído porque hay más gente alrededor y no quiero que nos escuchen en una conversación personal.

—Pero...

En ese momento el director vuelve a entrar al patio, con ello significa que mi tiempo con mi familia a culminado.

—Alumnado su tiempo se acabó —comenta el director—, sus familiares los pueden acompañar al aeropuerto si eso deciden —dice, estoy aterrado no creí que tan pronto vaya a ir a la isla, pensé que nos iban a dejar un día más esto es muy repentino—. Escuchen, no se asusten el día de hoy no van a ir a la isla, eso sucederá hasta el día de mañana a primera hora mientras tanto hoy se van a quedar en un hotel cerca del aeropuerto —dice y en su habla siento algo de lastima, no sé porque si desde que empezó esto siempre ha dicho los nombres de las personas elegidas, debe tener experiencia.

Después del anuncio del director comienzo a temblar y mi respiración se vuelve agitada, es mucho por procesar porque hace unos momentos todos éramos alumnos de esta escuela y en unas horas vamos a empezar un juego de la muerte en el cual solamente cuatro de cuarentaiocho van a ganar.

La competencia se va a tener que adaptar a mí y no yo a ella. Venceré o moriré, eso lo averiguare en el camino. 

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