CAPITULO 4: EL ULTIMO APRETON DE MANOS.

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—¿Me van a acompañar? —les pregunto para romper la incomodidad que se está generando.

—Claro que sí, hijo —me contesta papá mientras me intenta agarrar la mano, pero Robi se lo impide dándole da manotazo.

—Cálmate —le ordeno y lo jalo hacia mi—, no quiero que los últimos momentos que estemos juntos nos pelemos —le digo mientras le agarro la mano con firmeza.

Él se calma y me dirige hacia la salida, antes de eso logro agarrar de la mano a mi papá y caminar con ellos juntos. Se que en estos momentos Robi esta confuso y enojado, no lo culpo es algo normal de esperarse. Si yo perdiese a mi hermano y a la chica que quiero estaría igual.

—Alumnos, afuera hay camionetas para que los lleven —nos comenta el director, el cual se encuentra en la salida—. Todas las familias se van a ir en una camioneta distinta. Cada camioneta los va a dejar en el hotel, cuando lleguen solamente tendrán cinco minutos para despedirse —nos explica—. Les quiero desear suerte a todos y espero no mueran muy mal —después de decir eso todos nos detenemos y los murmullos cesan, lo veo a los ojos y veo una sonrisa muy sarcástica, solamente se mofa de nosotros, pero para algo existe el karma.

Cuando estamos afuera veo las cuarentaiocho camionetas, todas son negras y enfrente de cada una hay un personal de servicio con traje negro, todos tienen un cartel en la mano con el nombre de cada estudiante. Mi nombre lo encuentro rápidamente y voy derecho hacia el carro que me corresponde, papá y Robi se dirigen conmigo. Papá esta distante y triste, Robi está en un error por culparlo, no es su culpa y no tiene que dirigir todo su odio hacia él.

Llegamos a la camioneta, el chofer nos abre la puerta sin decirnos ninguna palabra, nos subimos a la camioneta, Robi entra primero así que yo me subo después de él y papá por ultimo. El chofer arranca y con eso comienza un silencio incomodo. Me encuentro en medio de ellos dos y no sé qué decir, en este instante no deseo discutir porque son los únicos momentos que me queda con mi familia, así que agarro la mano de mi papá con mi mano izquierda y la de Robi con mi mano derecha. Ya cuando las tengo las aprieto con todas mis fuerzas y ellos hacen lo mismo con las mías, pongo mi cabeza en el hombro de papá y solamente espero hasta que lleguemos al aeropuerto.

En ocasiones no encontramos las palabras suficientes para demostrar todo nuestro cariño hacia una persona y en ese momento una acción vale más que mil palabras.

****

Llegamos al hotel, cuando me bajo del choche observo el hotel y está muy grande y lujoso, por lo menos antes de morir estuve en unos de los mejores hoteles del país.

Todos los participantes hemos llegado, algunos todavía se encuentran llorando. Si lloras vas a provocar que seas el primer elegido para matar, en ocasiones si lloras no te ven como rival y deciden matarte hasta el final de la competencia. Llorar resulta ser un arma de doble filo.

Del hotel sale una mujer alta, usa lentes, no se ve tan mayor probablemente tendrá unos treinta años, tiene el cabello largo, ondulado y un tono castaño, piel blanca, en su mirada veo tristeza. Se me hace familiar, muy conocida pero no recuerdo de donde la conozco.

—Atentos a todos los concursantes, sus familiares ya deben de irse para que les demos las indicaciones para el día de mañana —nos informa la mujer.

—Hijo —murmura papá triste.

—Mande.

—Ya nos tenemos que ir, ven—. Me abraza—. Te quiero demasiado, tú puedes ganar, nunca te rindas, tú eres muy inteligente. Si es lo que quieres sé que puedes —me dice mientras me abraza muy fuerte, escucho sus sollozos, lo único que puedo hacer es abrazarlo fuertemente porque si empiezo a hablar me voy a quebrar y no quiero eso. Después de unos minutos abrazados me suelta y se sube a la camioneta. Papa sigue llorando desconsoladamente y no voltea a verme.

El me conoce, él sabe que no deseo ganar, no creo en mí, papá siempre me conocerá a la perfección.

Papá acaba de perder a un hijo y si Robi sigue fastidiándolo con lo mismo, papá va a estar peor.

—Alejandro te quiero mucho —murmura Robi, al tenerme cerca de mí me abraza con todas sus fuerzas—. Tú puedes ganar porque eres muy listo y eres capaz, solamente mentalízate. Ante todo, forma un buen equipo, el cual te pueda llevar a la final.

—Te hare caso, también te quiero, prométeme algo —le pido mientras nos separamos del abrazo.

—¿Qué?

—Que no vas a tratar mal a papá, el no tuvo la culpa de esto, eres su único apoyo en estos momentos—. Observo a papá y sigue llorando.

—Está bien, pero tu promete algo —me pide, no sé qué quiera que le prometa porque en esta situación no estoy seguro de cumplir con eso.

—¿Qué? —pregunto.

—Que vas a hacer todo para ganar—. Dudo que pueda cumplir esa promesa porque lo más probable es que en estos momentos todos mis rivales le están prometiendo lo mismo a sus familiares y ellos están más seguros de que pueden ganar. Yo no estoy seguro de ganar porque mis rivales son fuertes y no puedo subestimar a nadie.

—Te lo prometo.

—Y por favor no te hagas de enemigos porque si no vas a hacer al primero al que quieran eliminar—. Me rio demasiado provocando que todos me observen, no puedo creer que me crea capaz de hacerme de enemigos.

—Está bien, te quiero mucho —le digo. Me percato que Caitlyn observa detenidamente a Robi y es de esperarse quiere despedirse de el—. Ve con ella, merecen despedirse—. Señalo a Caitlyn, el asiente y se acerca a ella.

Comienzan a hablar, ambos lloran y se abrazan. Decido no observar, siento que es un momento personal y no deseo interrumpir. Pasa un tiempo y Alejandro vuelve a mi lado.

—Te conozco Alejandro sé que no confías en ti y dudas de tus capacidades, pero eres más capaz de lo que tú crees —me dice mientras se sube al coche—. Te quiero hermanito—. Después de que él se sube, el coche se va.

No fue una despida con emotividad, ninguno tenía las palabras correctas para despedirse. Ellos solamente me dijeron esas palabras porque están seguros de que voy a ganar, yo les dije esas palabras para que no me odiaran por rendirme desde ahora.

Hay gente más capaz que yo, que puede ganar o más bien que van a ganar. Robi solamente me dijo que era capaz para darme ánimos, pero con sus palabras me dio más lastima de la que ya tengo.

Yo amo a Robi y a papá, sé que si les decía eso iban a comenzar a llorar como lo estoy haciendo en estos momentos.

Me quedo parado observando como mis rivales se despiden de sus familiares, algunos lloran y otros actúan normales. Alexander sigue solo, me acercaría a él, pero en las condiciones que me encuentro no sería beneficiario para ninguno de los dos.

Los familiares se han ido, todo se siente demasiado solo. Entramos cuarenta y ocho al hotel, solamente cuatro saldrán campeones y los demás saldrán como una pesadilla que nunca podrán olvidar los campeones.

Puede que estos capítulos estén aburridos, solamente esperen al siguiente capitulo que se va a poner mas interesante.

ReprobaciónWhere stories live. Discover now