La Cigarrera

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Después de aquella más que satisfactoria introducción al tema, Miles avanzó por su torso para acabar "como Dios manda" lo que había empezado...

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Quaritch abrazaba por la espalda el torso desnudo de su amante. Lo hacía bien, demasiado bien...Ana cerró los ojos y sonrió, había conseguido lo que quería y ahora por fin, no tendría que preocuparse de quedarse embarazada, no era tan complicado, ¿Por qué no se acordó la otra vez?, se habrían ahorrado un susto.

-"¿Cuando tenías que irte? Quiero decir, que quiero que te quedes, es solo por saber."- aclaró Ana después de darse cuenta lo malinterpretable que podía parecer lo que preguntaba.

-"aún falta, es a las 7."- respondió mirándola con los ojos entrecerrados. Ana asintió sonriendo, sabía que una continua convivencia acababa matando toda relación, pero lo veía poquísimo, y valoraba esos ratos a su lado.

-"oye. ¿Tú fumas?"- preguntó de lo más ramdom, sentándose sobre la cama para mirarle de frente, no sin antes cubrirse mínimamente con una sábana, por supuesto.

-"cuando era joven, sí. ¿Esque también te tragiste tabaco antes de venir?"- dijo burlón. Ana le sonrió ante la gracia, lo peor de todo era no poder rebatirle.

-"¿Pero conseguiste dejarlo o algo?"

-"viajando con el ejército todo los de mi división fumábamos. Nos metíamos con los que no jaja, esos eran buenos tiempos."- Ana no pudo evitar reírse, otra vez volvía a sonar como el yayo contando lo ocurrido en "el verano del 86". Le hacía mucha gracia cuando se ponía melancólico. -"pero nunca me consideré muy enganchado. Tampoco me costó mucho dejarlo, y eso que no eran pocos."

-"miedo me da lo que les diríais a los pobres que se mantenían al margen. Pero de hecho te pega fumar."

-"bueno, ¿piensas decirme a qué viene esto?"- Miles se levantó a ponerse los pantalones y de paso ir preparando el café. Una vez dejado la pequeña cafetera en marcha, se sentó en el sillón, pendiente a cada movimiento de la chica.

-"a lo mejor...si que me traje algo antes de venir..."- se levantó para ponerse el sujetador y las bragas y con su esbelta figura femenina y el sensual movimiento con el que se apartó el pelo hacia un lado, logró captar toda la atención que quisiera de Quaritch, que la miraba espectante con media sonrisa desde el sillón.

A continuación se acercó al soso armario empotrado que había al lado del sillón, justo entre éste y las fotos, y abriendo con certeza uno de sus cajones, sacó una glamurosa cajita decorada con tallajes en cuero y acero que se trataba de nada más y nada menos que una antigua cigarrera.

-"Tienes peligro, jovencita."- dijo haciendo una mueca de impresión y sacudiendo la cabeza en negación. -"No eres buena influencia para esta base."

-"supongo que sí me lo dice el jefe de seguridad, me lo tendré que creer, aunque igualmente, no creo que pueda hacer mucho para evitarlo, coronel."- respondió siguiéndole el rollo con ese tono chulesco. Luego se sentó en el reposabrazos del sillón, aún en prendas menores y le dió la curiosa cajita a Miles para que fuera él quien le diera el visto bueno.

-"no son industriales."- dijo agarrando uno y llevándoselo a la nariz para apreciar su aroma.

-"aha."- dijo Ana asintiendo, esperando a ver si podía darle más información sobre el alargado objeto.

-"y...huele como los puros habaneros. ¿De donde los has sacado?"- preguntó con suma curiosidad.

-"una tiene sus contactos..."- pero fue tal la mirada que el hombre le echó como pensara dejarle con la intriga, que se vió obligada a darle más información. -"está bieeen. A ver, cuando fui a La Habana, conocí a un hombre bastante competente jaja, que bueno, era uno de los herederos de una vieja fábrica de puros."

Meeting The DevilWhere stories live. Discover now