Viejas Tradiciones

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Habían pasado ya algunos días desde que Ana llegó a Pandora y ya parecía que llevara allí toda una vida. La chica se adaptó bastante bien al trabajo que se le asignó, era simpática y sus buenos modales hicieron que no tuviera problemas para hablar con cualquier persona de la base. Los científicos y soldados la buscaban para hablar con ella y no siempre de temas de trabajo, sino que gracias a su capacidad de escuchar y dar buenos consejos, empezó a ganar fama de psicóloga. En cualquier momento del día, alguien se le acercaba y le contaba sus problemas e incertidumbres personales con la esperanza de que un buen consejo le ayudara. Ana estaba acostumbrada de sobra a que la gente hiciera lo mismo desde que estaba en La Tierra, pero no se esperó a causar la misma confianza incluso en otro planeta...desde luego hay cosas que nunca cambian...La discreción y el pensamiento positivo son cosas que realmente se aprecian y no todos los días das con una persona con tales habilidades. Al fin y al cabo a Ana le gustaba que la gente confiara en ella y gracias a esto, se hizo con tantos contactos que le resultaba extraño que quedara alguien que no conociera.
Ella no sabía si el coronel era consciente de esto o si se habría dado cuenta por sí mismo o se habría enterado por alguien. Se trataba de un hombre bastante inteligente y sumamente observador así que era más que probable que se hubiera percatado si nadie se lo había contado.

La forma de trabajar en la base se organizaba por objetivos, de modo que no se exigen un número de horas en concreto, pero si que entregues tus trabajos y proyectos a tiempo. De igual manera, los domingos eran algo parecido a un "día libre", podías tomarlos de descanso, siempre que avisaras a tu superior de ello.
El mes de abril llegó y Ana se encargó esa misma semana de dejarlo todo bien atado para pedirse el domingo libre. El sábado por la mañana fue a hablar con Quaritch para comentarle todo lo sucedido en la semana y de paso comentarle lo del domingo. Al principio, el hecho de ir a hablar con el coronel le daba una vergüenza enorme, aunque sabía de más que el hombre era sumamente educado con ella y que jamás tenía problemas para comentar cualquier cosa, le imponía tanto que ni ella misma entendía por qué tanta timidez...en fin que como era de esperar, Quaritch le permitió tomarse el día sin pega alguna.

De la parte de La Tierra de donde Ana venía el mes de abril no era un mes cualquiera, sino el mes más bonito y que más se vivía, pues tenía lugar la Semana Santa y siendo de Sevilla no se podía imaginar una manera más extraña de vivirla estando a años luz de su tierra. Necesitaba un día para contactar con su familia y amigos y ver al menos a través de una pantalla algo de lo que acontecía en el lugar donde ella debía estar... Era tan duro desprenderse de todo lo que había conocido, sus tradiciones, su cultura, su gente...jamás se acostumbra del todo.
Lo había planeado todo a la perfección, limpiaría su habitación por la mañana escuchando la música propia de su cultura, las marchas de Semana Santa y se vestiría medianamente arreglada para hacer una videollamada con sus familiares y ver la procesión que pasaba por su pueblo durante la noche de ese domingo. Solo saldría de su habitación en caso de que le entrara hambre y como había colocado en su habitación su vieja cafetera de cápsulas, con suerte solo tendría que salir un par de veces.
La noche del sábado se quedó dormida con la misma ilusión que un niño pequeño la noche antes de que llegara Santa Claus, pasaría un gran día...

Aunque se había tomado el día libre, Ana decidió levantarse temprano para limpiar su habitación. Los tradicionales sones de las marchas de Semana Santa le ayudaban a olvidarse de que estaba limpiando, amenizándole mucho más el trabajo.

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Miles había decidido ponerse el despertador algo más tarde que de costumbre. No es que no tuviera nada que hacer pero tampoco tenía ningún trabajo que le urgiera en exceso y acordándose de que Ana le había pedido el día, no consideró que fuera necesario levantarse a la hora de siempre. Cuando fue a salir de su habitación tras vestirse, una curiosa melodía que provenía de la puerta de en frente llamó su atención. Ya sabía de más de quien era la habitación de la que venía, pero eso solo le provocó aún más curiosidad por descubrir el motivo. Se acercó a la puerta y llamó dando tres sonoros golpes en el frío metal.

Meeting The DevilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora