Frenando un tren en marcha

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El escándalo corrió como la pólvora y en menos de dos horas, toda la base ya comentaba lo ocurrido. La situación tenía su cierta gracia aunque quizás no tanta para el pobre científico.
Parker había llamado a Quaritch para hablar del incidente, pero una vez más sus habilidades persuasivas le salvaron y técnicamente hizo lo que debía como jefe de seguridad. Grace estuvo esperando en la puerta del despacho del ejecutivo hasta que Parker terminara con el coronel para quejarse de que Quaritch no debía ni volvería a entrometerse en las operaciones de su sección, pero probablemente sus peticiones no tuvieran éxito.

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Tal y como Miles le dijo, se volvieron a ver una vez más tras pasar el rato en el bar. Cuando llegaron a la puerta de la habitación de la chica, Miles se tornó para besarle tal y como la noche anterior. Por el poder de la misma Eywa que ese hombre besaba como todo un maestro.

Sus bocas volvían a juntarse como ese armónico momento en el que por unos segundos, el sol consigue saludar a la luna. El fornido cuerpo del coronel volvía a presionar con esa delicadeza y firmeza que tanto la alteraba pero ansiaba a la vez y su lengua se introducía salvajemente abrazando con pasión y calidez a la suya.

Pero como cualquier vicio en cuerpo de mujer, frenar sus impulsos como hombre que es le resultó imposible incluso para su disciplina de militar experimentado. Ana por otra parte empezaba a conseguir pillarle el tranquillo y parecía empezar a conocer sus movimientos, lo que le ayudó a conseguir seguirle un poco el ritmo esta vez y no estar tan pasiva.

No satisfecho con el mismo premio que el día anterior, la intensidad comenzó a aumentar y ambos cuerpos empezaron a pegarse más de lo que nunca antes habían estado. Podía sentir el calor de su cuerpo de culturista sofocando el suyo. Ambos se fundían en un intenso y profundo beso que por momentos aumentaba el nivel. Sus manos que hasta el momento sostenían con tesón sus finos brazos, comenzaron a bajar sutilmente hasta sus caderas. Aún ambos se encontraban parados contra la pared del pasillo...

Los gruesos dedos del coronel se introdujeron lentalmente pero con seguridad absoluta en su pantalón. Un tremendo escalofrío recorrió la zona de su vientre, provocado por la punta de los dedos del hombre, que ahora se acercaban con secretismo a zonas de mayor sensibilidad, pero justo Ana se dió cuenta del tono que empezaba a tomar la situación y pudo reaccionar ante ello.

-"Miles..."- dijo mirando aún con ojos entrecerrados de ensueño -"no tan rápido querido..."- La chica agarró sus muñecas que aún se encontraban en posición de "ataque" y sosteniendo sus enormes manos dulcemente, le dió un pico para ralentizar un poco el momento. Miles le miraba con ojos quizás más calmados pero que aún albergaban ese fuego incesante en lo más profundo de su pupila y con boca entreabierta y ceño mínimamente fruncido entendió lo que la chica quería transmitirle.

No dijo palabra alguna, solamente se limitó a dejarle un poco más de espacio, aún apoyándose con el brazo en la pared mientras Ana buscaba las llaves en su bolsillo del vaquero.
Cuando las encontró, abrió la puerta todavía pensativa de lo que acababa de hacer y antes de entrar, se dio la vuelta por última vez y posando sus manos en su pecho le dio un beso en la mejilla y le susurró al oído "buenas noches".

Miles que miraba al suelo, levantó esa mirada de depredador de ojos celestes que se clavaban en los mieles de la chica y dijo con su habitual voz grave mientras veía como la chica se retiraba "buenas noches"...

Ana no sabía que pensar de lo que acababa de hacer. Por una parte se arrepentía de no haber dejado que el hombre siguiera aumentando del calor del momento, pero aunque sí que estuviera de humor y las ganas también empezaran a subirle por el cuerpo, no estaba a favor de dejarse llevar tan a la ligera por los impulsos y técnicamente, aún no tenían esa confianza como para acostarse así de sopetón. Ella no era de esas chicas fáciles, si bien se enamoraba con facilidad, no se dejaría meter mano con la misma.

Meeting The DevilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora