Capítulo XLV

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Lisa Smith

Amanecer con unas vistas como las de la Torre Eiffel es una de las cosas más bonitas. Pero, hay algo aún mejor. Despertarme con los besos de mi novio, los cuales me sacan una sonrisa mientras este se abraza a mi cuerpo.

—Buenos días amore mio—escucho susurrar a Paul en mi oído haciendo que yo me ría.

—Paul, vida mía, eso es italiano. Estamos en Francia. Ubícate—le digo riéndome mientras me abrazo a su cuerpo.

—Sabes de sobra que los idiomas no son lo mío. Lo importante es haber tenido el detalle—dice él sonriente mientras se incorpora en la cama y termina tirándose encima de mi cuerpo.—Sabes que día es hoy, ¿verdad?—pregunta emocionado mientras me mira a los ojos con una enorme sonrisa.

Yo sonrío como una tonta mientras le acaricio las mejillas con suavidad y le miro a los ojos. Tiene el pelo revuelto a pesar de habérselo cortado hace cuatro días. El sol que entra por la ventana le está dando en la cara haciendo que sus ojos se vean de un marrón más clarito. Es que no lo hay más guapo.

—Veintidós de diciembre. No me he olvidado idiota—digo sonriente mientras rozo mi nariz con la suya.—Feliz segundo año juntos mi niño.

Los dos sonreímos como lo que somos: dos idiotas enamorados. 

—Dos años ya son los que llevo aguantándote. Todo un reto sin duda—dice él vacilándome con una sonrisa mientras roza sus labios con los míos.

—Te voy a dar un guantazo y vas a salir volando por la terraza Brown—le digo con una sonrisa antes de que sea él quien junte su boca con la mía.

Nos besamos con calma mientras que nos perdemos en la boca del otro. Mis manos se aferran a su espalda desnuda mientras la acaricio de arriba a abajo. Sus manos acarician mis mejillas con suavidad mientras siento como su lengua se cuela en mi boca haciendo que empiece a sentir como un millón de mariposas en mi estómago.

Mira que hemos hecho esto mil veces, y cosas peores, pero sigo sintiendo lo mismo cada vez que sus labios se juntan con los míos.

Cogimos los vuelos a París con bastante antelación. Habíamos decidido venirnos cuatro días, pero mañana por la mañana ya nos tendríamos que volver a Los Ángeles. Tenemos que estar allí para celebrar la navidad con la familia.

Durante estos días, nos habíamos dedicado a recorrer la ciudad. Habíamos ido a casi todos los lugares más icónicos de París: el museo del Louvre, la catedral de Notre Dame, el arco del triunfo, los campos Elíseos, el palacio de Versalles... Siempre que tengamos la oportunidad de venir lo haremos, porque es una ciudad que nos encanta. Ayer estuvimos en Disneyland. Nos apetecía ir a pasar el día y, la verdad, es que nos lo pasamos como niños chicos montándonos en todas las atracciones y viendo a los personajes de Disney.

El plan del día de hoy era ir a dar una vuelta por el centro. Paul había hecho una reserva para cenar en un restaurante de mucha clase. Hoy es un día muy especial y queremos aprovechar también nuestra última noche aquí.

—Venga, mon amour, mueve el culo—digo dándole un guantazo en su culo cuando me separo de su boca.—Tenemos que aprovechar al máximo nuestro último día.

—¿Quieres que nos duchemos juntos?—pregunta con su sonrisa moja bragas haciéndome suspirar.

—Vaaale. Pero las manos donde yo pueda verlas. Quietecitas. Nos conocemos muy bien tú y yo—le digo con una sonrisa mientras él se levanta de la cama.

—Evidentemente. No sé por quién me has tomado...—dice haciéndome soltar una carcajada mientras me levanto de la cama.

No sé cómo puedo fiarme de él. Quince minutos después estoy contra una de las paredes de la ducha, con las piernas enrolladas en la cintura de Paul mientras este empuja contra mí de manera apresurada y nuestros gemidos se mezclan con el ruido del agua la cual va cayendo mientras siento como llega el orgasmo.

Te necesito conmigoWhere stories live. Discover now