Capítulo XII

48 8 3
                                    

Lisa Smith

—Cielo, son las diez y cuarto—digo intentando despertar a Paul por quinta vez en la mañana.—Que sea tu día libre, no significa que te puedas quedar dormido hasta las tantas. Has quedado para comer con tus padres y con Ashlyn.

Mientras que él se hace el remolón en la cama, le hago caricias suaves en la cabeza. Yo me levanté temprano para desayunar y acabo de salir de la ducha, pero sigo en toalla.

—Es que se está demasiado bien en tu cama y encima sigo muerto por el entrenamiento de ayer—dice él con su voz ronca, la cual sabe perfectamente como me pone mientras apoya su antebrazo encima de su cara para taparse y que no le moleste la luz.

Está sin camiseta y tiene los músculos de los brazos marcados debido a la postura en la que se encuentra. Yo me muerdo el labio ansiosa, porque llevamos a dos velas desde el día en el que yo conocí a sus padres y, tenerlo así en mi cama, no ayuda a calmar los calores que tengo.

Sonrío cuando se me ocurre una idea para que se despierte sí o sí. Pego un salto para subirme encima de él, a pesar de estar en toalla y no tener nada debajo.

—¿Provocándome a estas horas de la mañana enana?—pregunta él mientras veo como se le asoma una sonrisa en el rostro.

—No sé. ¿Qué quieres hacer tú?—le susurro yo antes de morder el lóbulo de su oreja.

Él jadea mientras noto su miembro endurecerse contra mi intimidad. Ahora mismo, lo único que nos separa es la tela de sus bóxers grises.

—Dios mío Lisa...—dice cerca de mi boca antes de notar como una de sus manos comienza a acariciar mi clítoris.

Gimo por el contacto de sus dedos y noto que me empiezo a mojar. Mientras, muevo mis caderas encima de él para intentar aliviar lo cachonda que estoy. Le miro a los ojos y veo como sus pupilas se están dilatando por la excitación y el deseo. No tarda ni dos segundos en cogerme del cuello y estampar sus labios contra los míos. Nos devoramos con deseo mientras los dos soltamos pequeños gemidos en la boca del otro por el roce de nuestras intimidades y el de sus dedos en mi clítoris. Siento como, de repente, la toalla que tenía enrollada en mi cuerpo, se cae, dejándome completamente desnuda. Veo como se separa para hacerle un repaso a todo mi cuerpo con esa mirada depredadora.

—Joder es que eres perfecta pequeña—dice sonriendo haciendo que yo también lo haga.

—Anda anda. No seas exagerado.

—Pero...¿Tú te has visto reina? Es que eres una puta diosa.

Siento como sus manos agarran mi culo ayudándome así a moverme más rápido encima de él. Aprovecha para morder mi labio inferior haciéndome jadear antes de bajar sus besos hasta mi cuello.

—Continúa moviéndote así y no tardaré ni dos segundos en darte la vuelta y follarte hasta que todo el hotel te escuche gritar mi nombre.

Ave María purísima...

—Paul... Por favor...—le ruego entre gemidos.

Siento como rueda en la cama cambiando nuestras posiciones y yo aprovecho para pasar mi lengua por su cuello haciéndolo gemir nuevamente.

—Dime que esta vez si que tienes condones, por favor—dice mientras me taladra con su mirada llena de deseo.

—Si... En el primer cajón de la mesilla—respondo con una sonrisa.

Deja un suave beso entre mis pechos antes de estirar su brazo e intentar llegar a la mesilla y coger un condón. Veo el envoltorio plateado entre sus dedos mientras me mira con una sonrisa ladina.

Te necesito conmigoWhere stories live. Discover now