Capítulo VII

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Lisa Smith

Hoy es viernes y es el día libre de los chicos, porque nuestro Peter cumple ya sus veinte años. Queremos ir a comer con la mayoría del equipo y después ir a dar una vuelta por la ciudad. Apenas tuvimos tiempo de nada y nos apetece dar un paseo tranquilos por Nueva York y desconectar. Creo que es el objetivo que tenemos todos.

Pasado mañana jugarán contra los Terriers y va a ser muy duro. Son unos contrincantes muy fuertes, pero los chicos están dando todo su potencial y se están dejando la piel. Los veo muy animados.

—Madre de Dios Lisa... Vamos a ir a la piscina no a la Fashion Week de Milán—escucho decir a Peter que está junto a Paul en mi habitación mientras esperan a que me ponga mi bikini.

—Yo ya te advertí. Es muy tardona—dice Paul con un tono de vacile.

—Será mejor que no me hagas hablar—digo mientras salgo del baño preparada.—Venga vámonos. ¿A qué estáis esperando?

Ellos se levantan de mi cama y salimos los tres de la habitación para ir hacia la piscina en la que ya nos están esperando algunos de los jugadores. Llevo un vestido de flecos rojo que es de tirantes con mis chanclas de Nike negras y el bikini amarillo por debajo.

—Llevo cerca de una semana en este hotel y aún no he subido a la piscina... Que penoso de verdad—me lamento mientras les agarro las manos.—Venga chicos. Nos lo vamos a pasar de puta madre en nuestro día libre.

—Querrás decir en nuestro día libre—recalca Paul con una sonrisa.—Porque, la realidad, es que tú estás aquí como de vacaciones guapa.

—Ahí le tengo que dar la razón a Paul peque—lo apoya Peter.

—Bueno, bueno... No os flipéis que yo estoy haciendo mucho—digo defendiéndome.

—Si por mucho te refieres a comer, dormir y gritar como una loca en los partidos...—me vacila Paul haciendo que le de un golpe en el brazo.

—Tú sigue con el vacile que vas a llegar a tu casa de Los Ángeles del pedazo guantazo que te voy a meter—lo amenazo.

—Parecéis un matrimonio. Lo digo enserio—nos dice Peter descojonándose.

Cuando llegamos a la última planta, la cual tenemos reservada, vemos la gran piscina con las tumbonas de uso exclusivo. Me pongo mis gafas de sol y nos dirigimos hacia alguna zona que haya libre para dejar las cosas. Rose y Jack ya están metidos en el agua y nos saludan con una cara de felicidad cuando nos ven llegar. Peter se quita la camiseta y, como niño de ocho años, va corriendo a tirarse de bomba salpicando a la parejita feliz. Sin embargo, Paul se queda a mi lado mientras me quito el vestido y me tumbo en la tumbona para tomar el sol.

—¿No te vas a bañar?—me pregunta mientras se quita su camiseta y la deja en la tumbona que hay al lado.

—Ahora cuando pase un rato. Primero quiero entrar en calor mientras me da el solecito—Le digo mientras me echo crema en mis piernas.—Vete tú si quieres.

—Vale enana—dice él no sin antes despedirse dándome un beso en la mejilla.

—En un rato vendré y te echaré crema en la espalda que no quiero que te me quemes—dice guiñándome un ojo y saltando de cabeza a la piscina.

Ese gesto me hace sonreír inconscientemente. Ya llevamos, con el tonteo por parte de los dos un tiempo. Antes era menos descarado y, quiero pensar, que no se nos notaba tanto, pero últimamente la tensión sexual que hay entre nosotros... Cada día que pasa, tengo más ganas de comerle la boca y lo que no es la boca...

Te necesito conmigoWhere stories live. Discover now