Capítulo XXV

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Paul Brown

—¡Brown, céntrate!—me grita Louis por sexta vez en el entrenamiento de hoy.

Para que nos vamos a engañar si tiene toda la razón. Tengo la cabeza en mil sitios menos en donde la tengo que tener.

Hoy no llevo el mejor día. Tuve una bronca ayer por la tarde con mi hermana y, mis padres, se metieron en medio y la han defendido como siempre hacen. Ya no me sorprende. Siempre es la misma historia. Ashlyn es la buena que no mata ni a una mosca y yo soy el desastre de la familia, el que siempre tiene la culpa de todo.

Después de dos horas y media, Louis da por finalizado el entrenamiento. Mañana tenemos partido contra los Dolphins en la tarde y hemos estado entrenando toda la semana para ello.

La semana pasada jugamos el clásico contra los Tigers y lo acabamos ganando, como era de esperar; sin embargo, yo me hice una pequeña lesión en la rodilla derecha al caer con una mala postura en una de las jugadas. La gran parte de esta semana, estuve yendo al fisio y al gimnasio para no sobrecargar. Hoy ya me ha tocado hacer el entrenamiento normal, porque, al tener un partido cerca, Louis quiere saber a quién debe sacar.

—Oye chaval, ¿estás bien?—me pregunta Peter bastante preocupado mientras salimos del campo y nos dirigimos hacia los vestuarios.—Parece que has estado en otro mundo durante el entrenamiento macho.

—Discutí con mi hermana y con mis padres ayer. No estoy muy animado que se diga, pero voy a estar bien. Gracias por preocuparte—le digo quitándole hierro al asunto mientras le sonrío y le doy un apretón en el hombro.

¿Por qué le mientes a tu mejor amigo? Dile la verdad de cómo te sientes. Estás hecho una mierda.

—Bueno... Haré como que te creo. Pero en serio Paul, lo que necesites o me escribes o me llamas—me dice él dándome caricias en la cabeza.—Voy a ducharme. Ve y habla con tu novia que lleva todo el entrenamiento sin quitarte el ojo de encima—me dice señalando a las gradas.

Hoy Lisa me acompañó al entrenamiento, porque sabe que no ando muy bien. La noche pasada, me quedé a dormir con ella en su casa ya que tenía un bajón tremendo y estaba cabreado hasta la médula. Ella es la única que sabe calmarme a la perfección.

Me despido de Peter antes de ir hacia las gradas en las que está mi novia, pero Louis me agarra del brazo haciendo que me gire.

—Hoy estás súper desconcentrado—me dice él mientras me da un apretón en el hombro.—¿Va todo bien?¿Cómo vas con la rodilla?—pregunta preocupado.

—La rodilla va muchísimo mejor, míster. Tengo alguna que otra molestia de vez en cuando, pero el fisio me ha dicho que es normal. Mañana estará bien para el partido, no te preocupes—le digo yo para que se quede tranquilo.

—Brown, quería decirte que no te pondré mañana como titular. Llevas haciendo unos partidos geniales últimamente, pero ahora mismo no te veo al cien por cien y no quiero que sobrecargues demasiado—me dice mi entrenador poniéndome una mano en el hombro.—Por cierto. ¿Está todo bien en casa? Pregunto, porque llevas unos días en las nubes.

—Sí, todo bien míster—le digo dedicándole una sonrisa falsa.—No te preocupes que lo entiendo perfectamente. Hay otros que se merecen jugar mañana más que yo.

Lo entiendo pero me jode.

—Me alegro de que lo entiendas enano. Espero que te pongas mejor. Sabes que eres un pilar fundamental y uno de mis titulares fijos—me dice él sonriente mientras me da un abrazo.—Ahora vete a casa, que mañana hay que estar fresco por la mañana. Y, para lo que necesites, me tienes aquí Paul—me recalca antes de soltarme.

Te necesito conmigoWhere stories live. Discover now