Capítulo 5. Estaremos bien

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Advertencia de contenido sensible, maneja este capítulo con discreción.
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Desesperación. Gritos. Disparos. Sangre.

Muerte.

Cuando Katsuki despertó esa mañana sudaba profundamente, sus manos estaban heladas y sus pulmones ardían por la rapidez con la que entraba y salía el aire frío.

Parpadeó varias veces y lo único que vio fue el blanco del techo. Enfocó bien y miró a los costados, era su habitación.

Se incorporó sobre su colchón en el suelo y suspiró, la manta le cubría todo el cuerpo a excepción de los pies que comenzaban a ponerse fríos. Llevó sus manos a la cara sintiendo sus mejillas igual de heladas.

—Fue un sueño. —Se dijo a sí mismo.

Miró a un costado y tomó su reloj de la mesilla. 7:37.

—Me quedé dormido.

Volvió a suspirar. Hoy era uno de esos días.

Uno de esos días en los que no tenía ganas de levantarse, uno de esos días en los que quería existir desde su cama. Uno de esos días.

Se puso en pie y caminó hasta el baño adjunto a su habitación, se miró al espejo y encontró su cabello más revuelto que de costumbre. Cepilló sus dientes y lavó su cara.

Cuando las cosas comenzaron a ponerse en orden adentro de la prisión, hubo una pequeña pelea por las habitaciones.

El área de visitas mejor equipada con cama y baños propios solo contaba con 4 habitaciones, además de ellas solo estaban las oficinas en el segundo piso que podían acondicionarse para ser dormitorios.

De las habitaciones se decidió que Denki y Kirishima tendrían una, más que nada por el embarazo del omega, Sero y Mina tendrían otra por su cachorro, y el último matrimonio tendría la tercera.

A él y a Izuku se les permitieron las oficinas. Entre todos los demás jugaron piedra, papel o tijeras hasta que Todoroki quedó al final. El resto tuvieron que separarse entre los pabellones. Dormir en las celdas no era lo más agradable pero había que ser ingenioso, muchos se adaptaron con facilidad y de hecho, estaban conformes.

Las oficinas tenían un baño individual, más no tenían ducha así que a él y a Izuku les tocaba bañarse en las duchas con los demás, pero estaban bien con ello. Después de todo eran los únicos dos que tenían habitaciones individuales.

Cuando terminó de cambiarse salió de su habitación y se encaminó a la de Izuku. Era uno de esos días.

Se asomó y, justo como pensó que sería, el omega seguía durmiendo. Él estaba plácidamente recostado en su cama, boca abajo y en medio de un montón de mantas.

Katsuki sonrió ante la vista.

—Deku, —comenzó —ya es hora de despertar, vamos, arriba.

El omega se quejó desde su posición, él metió la cabeza en la almohada fingiendo no escucharlo, como cada mañana.

—No finjas, hay mucho por hacer hoy.

Pero lo único que recibió a cambio fue el dedo medio en su dirección. Katsuki rio ligeramente. Avanzó hasta el omega y levantó un poco las mantas.

Izuku, que había dejado de escucharlo y estaba cayendo en la bruma del sueño otra vez, sintió un escalofrío cuando una mano tomó su tobillo. Su cuerpo fue jalado entre las mantas todo el camino hasta la orilla de la cama, él apenas abrió los ojos cuando Katsuki se dejó caer sobre su cuerpo. El alfa metió de inmediato la cara en el hueco de su cuello.

ApocalipsisWhere stories live. Discover now