Capítulo 3. Planes

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Katsuki ya estaba lo suficientemente cerca de la casa escuchando hablar a sus amigos de que habían encontrado el camper varado sin gasolina, cuando por fin, se le ocurrió voltear.

Ver un montón de cabezas sangrantes aparecer encima de la colina dónde antes había estado con Izuku, le heló la sangre. Miró hacia sus amigos todos hablando emocionados, vio a Izuku que parecía querer comenzar a correr para explorar el interior del camper con todos los demás, y luego vio al resto de los chicos salir de la casa.

Él alcanzó al peli verde y, poniendo la mano sobre su cabeza, lo agachó, corrió con él así todo el camino hasta los árboles cerca del camper. Izuku no lo entendía, hasta que volteó. Sus ojos cambiaron inmediatamente a pánico.

Katsuki no quería gritar, ellos 13 no podrían con una horda así, su mejor oportunidad estaba en rogarle al cielo que no los hubieran visto.

—Kirishima —le llamó con un grito susurrado, pero el pelirrojo no lo escuchó. —Kirishima.

Entonces si que volteó, vio el mismo cambio de expresión en él al mismo tiempo que en el resto. Para entonces ya estaba con ellos.

—No —le dijo a TetsuTetsu cuando hizo amago de sacar su pistola —el ruido ya de por sí los guió hasta aquí —hablaba en susurros.

—Moriremos —dijo Ochako muerta del miedo.

—No, no moriremos, adentro de prisa.

Todos corrieron dentro de la casa. Katsuki cerró con pestillo la puerta de la cocina y volvió la vista. Ya estaba oscuro, no se veía nada fuera.

—Apaguen todas las luces, —ordenó Izuku —no hagan un solo ruido.

—¿Qué ocurre? —preguntó Todoroki saliendo del fondo de la casa, con él venían Yuga y Sato.

—Caminantes —le contestó el rubio —con suerte solo seguían el ruido del disparo de antes, suban al segundo piso, quiero que todos suban al ático, sin hacer un solo ruido, no quiero escuchar nada.

Todos comenzaron a avanzar en absoluto silencio. Katsuki se volvió a Kirishima e Inasa que ya estaban agarrando cada uno su propia arma.

Katsuki susurró órdenes. —Vayan y cierren las puertas de los costados y todas las ventanas, de prisa. Yo iré a la entrada. Cuando terminen suban.

No esperaron más y corrieron a acatar la orden. Izuku, que no había subido con los demás, lo detuvo del brazo.

—¿No irás a quedarte aquí, cierto?

Katsuki casi sonrió. —No, sube, cuéntalos y tranquilízalos, voy detrás de ti.

Izuku dudó un poco, iba a decirle algo más cuando escucharon un crujido desde las escaleras de la cocina que daban al patio.

Ambos se agacharon y rodaron en direcciones opuestas, Izuku hacia las escaleras y Katsuki hacia la entrada. Desde sus lugares ambos se asomaron ligeramente hacia la cocina. No se podía ver, pero estaba ahí, una silueta afuera de la puerta que gemía, ambos se echaron hacia atrás y a señas Katsuki le pidió que subiera.

Al llegar arriba Izuku volteó a ver como el alfa ponía seguro a la entrada del frente y regresaba sobre sus pasos. Él siguió su propio camino.

Katsuki esperó un poco hasta que aparecieron Inasa y Kirishima.

—¿Cerraron todo?

—Eso creo —le susurró Inasa en respuesta.

—¿Alguno vio algo?

—Son muchos, unos 50 tal vez, subamos.

Cuando iban por mitad de las escaleras un montón de ruido los alertó. Venía de afuera pero, no era bueno, los gemidos aumentaron por todos lados, reaccionando al sonido.

ApocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora