𝙘𝙞𝙣𝙘𝙪𝙚𝙣𝙩𝙖 𝙮 𝙘𝙪𝙖𝙩𝙧𝙤

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Luego de su gran error, Donghyuck tomó distancia, y él prefirió hacer lo mismo, no quería decir o hacer algo de lo cual no estaba totalmente seguro y que eso luego hiriera aún más al menor.

Mark sabe que fue un completo idiota, o incluso más. Su mente y su miedo le jugaron una mala pasada, terminó por herir los sentimientos de Donghyuck, a pesar de no ser una pareja como tal, entiende que pudo herirlo de otra manera.

Desde la última vez, que se había visto con Wendy y luego de lo que ella le dijo, su mente no dejaba de pensar en ello, no podía ser casualidad que varias personas le hayan dicho lo mismo, todo el mundo lo sabía, menos él. Claramente, enamorarse de Donghyuck jamás estuvo en mente, era alguien con quien pasar el rato, aunque debía admitir que tampoco contó con que se la pasaría tan bien, desde que habían comenzado con esa relación de amigos con derecho, las cosas entre ambos mejoraron, podía considerar al menor como un amigo y eso le gustaba, ninguno de los dos quería sentimientos de por medio, pero al parecer, su corazón quería otra cosa.

Durante días había martirizado su cabeza, pensando en qué hacer, ¿decir lo que sentía o mantener esa amistad con Donghyuck?, ¿qué haría si él no sentía lo mismo? Mark realmente apreciaba su amistad, pero ¿Qué es lo que sentía?

Los días previos al momento de su error, decidió vivir de manera normal, haciendo las cosas que regularmente hacía, un poco quizás tratando de esquivar el tema. Pero su mente y corazón no ayudaban, su mente estaba para decirle: «Donghyuck es bonito», «Me gusta besarlo», «Es gracioso y su sonrisa es tierna». Mientras que, por otro lado, su corazón bombeaba sangre como loco, parecía que en cualquier momento iba a sufrir de un paro cardiaco.

Pero no quería arruinar lo que habían construido, y se lo había propuesto esa noche que salieron a comer, estaba a nada de besar a Donghyuck, de verdad lo quería, pero se obligó a no hacerlo, no quería seguir confundiéndose, quizás lo mejor era terminar con aquella relación y quedar solo como amigos.

O al menos, ese era el plan.

—¿Por qué tanta insistencia para verme? —preguntó la rubia, luego de volver con su latte en mano.

Las manos de Mark estaban inquietas sobre la mesa del lugar, adoraba ir al Starbucks y tomar un buen café, pero en ese momento era en lo que menos pensaba, tenía un gran problema que arreglar.

—Fui un gran idiota, cometí un grave error.

—No vamos a volver, hombre —bromeó Wendy.

—Wendy, sabes que no hablo de eso, es con respecto a Donghyuck —contestó algo irritado.

—¿Qué fue?

—Luego de la última vez que salimos, no dejé de pensar en lo que dijiste, traté de analizarlo y ver que es lo que yo quería. Y sí, me gusta Donghyuck, pero tenía miedo de decirle lo que sentía y correr el riesgo de perder su amistad, por lo que opté por terminar con nuestra relación de amigos con derecho —el menor tomó un poco de aire, mientras Wendy trataba de seguirlo.

—Me parece bien, es lo correcto, pueden empezar desde cero y si se da la oportunidad de algo más, pues ahí lo ven ustedes.

—Pero las cosas no se dieron así, terminé acostándome con él, y no sé por qué fue, quizás por miedo a lo que estaba sintiendo, la cosa es que dije tu nombre.

La rubia casi escupe la bebida que tenía en la boca, directo a la cara del canadiense, por suerte, eso no pasó, pero sí terminó ahogándose.

—¡¿Por qué hiciste eso?! —preguntó Wendy, desconcertada.

—N-no lo sé. En ese momento, lo miraba y quería decirle tantas cosas, q-que me gustaba mucho... Pero, m-me asusté, e hice la primera estupidez que llegó a mi cabeza para borrar esos pensamientos —el menor parecía que en cualquier momento se iba a arrancar los cabellos.

—¿Qué hiciste luego?

—Él se quitó y me preguntó si me había acostado contigo, me quedé paralizado, luego me preguntó si te había estado viendo los últimos días y solo logré decirle que lo sentía —en la voz de Mark, se podía notar que estaba angustiado—. Nunca quise hacer eso, no era mi intención. Sé que soy un idiota.

La chica soltó un suspiro.

—Automáticamente, debiste negar, Mark. Es decir, es una reacción instintiva, porque tú sabes que no es así como se dieron las cosas —el canadiense parecía un cachorro siendo regañado por su dueño—. ¿Intentaste arreglar las cosas?

—Hace unos días intenté hablar con él, pero no quiere escucharme.

—Realmente eres un idiota —señaló—. Pero estás a tiempo de enmendar las cosas, ahora debes ir y disculparte, y si esa disculpa necesita de tus razones, se las dices. No desistas hasta que él sepa la verdad, no importa si te rechaza o no, o si te quiere lejos de él, debes enfrentar esa consecuencia, te lo digo por experiencia. 

—Pero, ¿y si aun así se niega? —cuestionó—. ¿Y si solo logro molestarlo más?

—Si eso ocurre, le darás un tiempo. Tendrás que ser paciente, pero debes solucionar este embrollo.

...

Llegó a su habitación y Donghyuck no se encontraba, todavía no sabía que le iba a decir, pero sí estaba seguro en que se iba a disculpar y aceptar la decisión que vaya a tomar el menor.

Revisó los horarios del menor, colgado en la pared de su escritorio, sus clases ya habían concluido, pero este no aparecía aún, lo cual había sido frecuente en los últimos días, Mark también había llegado a hacer lo mismo.

La noche ya estaba cayendo, así que el mayor procedió a seguir con sus cosas, debía dejar su mochila lista para el día siguiente, su clase comenzaba temprano y no quería tener más llegadas tardes. Tomó una ducha, secó su cabello, se colocó su pijama y Donghyuck todavía no aparecía.

Estaba a punto de meterse a la cama y dormir, cuando escucho el ruido de la puerta siendo desbloqueada y luego abierta, su corazón comenzó a latir ferozmente, sus manos sudaban y las ideas se le mezclaban.

Donghyuck entró, sin decir nada, dejó su mochila a un lado de su escritorio, buscó algo de ropa en su armario y se encerró en el baño, mientras Mark decidió esperar. El moreno salió cambiado con su pijama, decidido a meterse en su cama y dormir.

—Donghyuck.

Este dirigió su mirada a Mark, sin decir nada, no sabía qué decir.

—Necesito hablar contigo.

Una sonrisa amarga apareció en el rostro de Donghyuck.

—Pues, yo solo quiero descansar, Mark.

El canadiense se aproximó un poco hacia su compañero, tomándolo con cuidado de la muñeca. No podía seguir soportando esta situación, debía hablar ahora o perderlo, quizás para siempre.

—Lo lamento, Donghyuck —balbuceó el pelinegro, aun sin tener la mirada del menor sobre él—. Dejame explicarte todo.

—N-no necesito tus explicaciones, M-Mark —soltó Donghyuck con su voz entrecortada, mientras algunas lágrimas rodaban por sus tersas mejillas.

Esto preocupó al mayor, que automáticamente se acercó a él, intentando envolverlo entre sus brazos y así no verlo llorar, pero el moreno colocó su mano en su pecho, deteniéndolo. En ese preciso momento, es cuando no podía soportar el odio a sí mismo, Donghyuck estaba llorando por su culpa.

—Ya me de-dejaste todo en claro —sorbió su nariz y con su mano alejó al mayor, dejándolo del otro lado de la cinta sobre el suelo.

Así había comenzado todo, cada uno de su lado, respetando el espacio y límite del otro.

—A-ahora... Déjame e-en paz, Mark —la voz de Donghyuck salió en un hilo.

Allí Mark pudo ver sus ojos, húmedos por las salada lágrimas y al mismo tiempo, apagados, debía respetar a Donghyuck y darle su espacio. Sin decir una palabra, dio un paso hacia atrás, soltando el aire retenido en sus pulmones, viendo como su compañero no volvía a dirigirle la mirada y simplemente, se acostaba en su cama.

El canadiense no había podido dormir en toda la noche, ya que se la había pasado reprochándose a sí mismo todos sus errores, odiándose por ser imbécil y haber hecho llorar a la persona que quiere, pero no se rendiría, Donghyuck debía saber la verdad.

𝘋𝘰𝘯'𝘵 𝘊𝘳𝘰𝘴𝘴 𝘛𝘩𝘦 𝘓𝘪𝘯𝘦 ─ 𝙈𝘼𝙍𝙆𝙃𝙔𝙐𝘾𝙆Where stories live. Discover now