𝙙𝙞𝙚𝙯

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Era domingo, ninguno salió del cuarto, cada uno se encontraba de su lado, ese domingo, en especial, parecía ser superaburrido. Donghyuck había decidido ver una película en su notebook, pero era a lo último a lo que le prestaba atención. Miró al canadiense del otro lado, este estaba leyendo un libro, mientras escuchaba música con sus audífonos puestos.

El moreno decidió que era hora de acabar con su aburrimiento, y sabía bien como podría lograrlo. El día estaba algo caluroso, por lo que vestía una camiseta, mangas cortas y un short, el cual le quedaba demasiado corto. Decidió cerrar la página donde estaba viendo la película y abrir una ventana, en incógnita, para entrar en alguna página pornográfica. Reía bajito, ante tal jugarreta que planeaba hacer. Buscó algún vídeo que llamara su atención, lo colocó y ajustó un poco el volumen, no estaba del todo alto. Dejó el aparato a su costado, prestando atención al vídeo; dos chicos follando en distintas posiciones.

Comenzó a sentir la excitación en su cuerpo, se apoyó sobre uno de sus codos y con su mano libre, comenzó a acariciar su pezón por encima de la tela que lo cubría, mordía con fervor su labio. Con aquella mano comenzó a recorrer su cuerpo, levantando un poco su camiseta, luego bajó hasta su intimidad, acariciándola con detenimiento, continuó mordiendo su labio, sin querer dejar salir ruido alguno. Luego de un rato, decidió meter su mano bajo el short, por suerte no tenía ropa interior, una sonrisa escapó de sus labios al recordar aquello.

—Mgh —se quejó al acariciar su miembro, sin ninguna prenda de por medio.

Miró al otro extremo de la habitación y el canadiense seguía sumido en su libro.

El moreno sacó su miembro preso bajo la prenda azul, allí comenzó a aligerar sus movimientos, el vídeo continuaba reproduciéndose en su computadora, pero él ya no le prestaba atención, estar tocándose frente al mayor lo excitaba más.

—A-Ah... mierda —gimió, tirando su cabeza hacia atrás.

El canadiense seguía en su lectura, pero miró de reojo a su compañero, teniendo que mirarlo por segunda vez, ya que no creía lo que sus ojos estaban presenciando. Dejó su libro a un lado y se quitó sus audífonos.

—Lee Donghyuck —llamó molesto.

Este solo lo miró con su rostro bañado en placer, mientras continuaba tocándose a sí mismo y gemía de forma ruidosa.

—S-Son las reglas- Aah... —gimoteó el menor, aumentando los movimientos de su mano—. Sigo d-de mi lado...

El mayor tragó duro, no podía quejarse cuando ambos habían aclarado las reglas de aquella "relación", su orgullo era muy grande como para levantarse y pedirle permiso al menor para cruzar a su lado, quería mandar al carajo sus putas reglas.

—A-Ah, Ma-Mark... Mgh —el moreno estaba totalmente acostado sobre el colchón, tocando su intimidad y acariciando su pecho.

El canadiense comenzaba a sentir una opresión sobre sus pantalones cortos, pero no quería tocarse.

Observó atento al peligris, cuando este tomó el extremo de su camiseta y lo colocó en su boca, mordiendo la prenda, mientras su mano se movía con parsimonia sobre su erección.

—O-Oh, sí, sí —el moreno comenzaba a temblar sobre el colchón—. M-Mierda, mgh...

Entre quejas y gemidos, el moreno acabó, soltando su esencia, la cual ensució su abdomen. Soltó su miembro, mientras trataba de regularizar su respiración.

Donghyuck lucía tan etéreo sobre su cama, podía apreciar a la perfección su perfil, sus labios rojizos, su plano abdomen con ese tono canela que era tan bonito, sus largas y estilizadas piernas, era una locura.

𝘋𝘰𝘯'𝘵 𝘊𝘳𝘰𝘴𝘴 𝘛𝘩𝘦 𝘓𝘪𝘯𝘦 ─ 𝙈𝘼𝙍𝙆𝙃𝙔𝙐𝘾𝙆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora