𝙘𝙪𝙖𝙧𝙚𝙣𝙩𝙖 𝙮 𝙨𝙞𝙚𝙩𝙚

860 95 14
                                    


Hacía tres días que Donghyuck había hablado con Renjun, donde, prácticamente, había tomado una decisión o bueno, dos decisiones.

Primero; decirle a Mark lo que siente.

Segundo; terminar con la relación de amigos con derechos.

Parecía tarea sencilla, lástima que hacía tres días que Donghyuck se venía preparando para hacerle frente al canadiense y hacía tres días que venía fallando, siempre inventado una absurda excusa.

Para su suerte —o mala suerte— no venían teniendo sexo, al parecer, Mark estaba muy metido en sus asuntos, de vez en cuando se le podía notar algo estresado, incluso enojado, cosas en las que el menor no quería indagar demasiado.

Pero aun así, debía apresurar las cosas y poner las cartas sobre la mesa, porque a pesar de la falta de sexo, Mark seguía siendo Mark, haciendo lo que Mark venía haciendo desde los últimos meses, cena improvisada por aquí, broma absurda por allá, besos por el otro lado y así sucesivamente. Y esas pequeñas cosas, que se habían vuelto «costumbre» entre ambos, afectaban a otro nivel a Donghyuck, dejándolo en ridículo varias veces, por algo odiaba estar enamorado.

—Bien, Donghyuck, tú puedes, eres fuerte, algo seguro y muy guapo —le habló a su propio reflejo en el espejo del baño.

Mark no tardaría en llegar de su última clase antes del almuerzo, almuerzo que el mismísimo Mark Lee había planeado a último momento y del cual Donghyuck no pudo escapar porque era un idiota.

—Esto es fácil —susurró, tomando largas respiraciones—. «Me gustas y quiero terminar con esta mierda».

Hizo sonar su cuello y tomó aire nuevamente.

—Tú puedes, Lee Donghyuck —se miraba fijamente a sí mismo—. Mierda, me salió un grano.

—Hyuck, ¿estás aquí?

Más mierda.

Mark había llegado y él ni siquiera había escuchado el ruido de la puerta siendo abierta, miró su reflejo una vez más y salió decidido del baño.

—Aquí estoy.

Yo puedo hacer esto.

Donghyuck se encontró de frente con el canadiense. Este lo tomó desprevenido por la cintura y se acercó rápidamente, hasta besarlo en los labios. El moreno, sorprendido se dejó llevar, los labios del mayor sabían dulces por algún motivo, lo que lo impulsó a meter su lengua en el asunto, el mayor le siguió el candente beso sin chistar.

Las manos del canadiense bajaron hasta la parte baja del moreno, estrujando su trasero y robándole un jadeo.

—S-suficiente, tengo hambre.

El moreno fue quien cortó el beso, no quería ir más lejos.

Con una sonrisa ladina, Mark volvió a besarlo, de manera más tranquila.

—¿Caramelo de frutilla? —cuestionó el menor al separarse nuevamente.

—De cereza, Hyuck.

El menor escondió su sonrisa y empujó al mayor por el pecho.

—¿Trajiste algo de comida?

—Por supuesto —levantó su mano, mostrando la bolsa negra.

El menor le arrebató la bolsa y la colocó sobre su escritorio, mientras Mark se quitaba su chaqueta y arrastraba la silla de su propio escritorio. Donghyuck comenzó a sacar la comida de la bolsa, encontrando al fondo de esta un paquete de sus galletas favoritas.

—¡¿Cómo lo supiste?! —encaró al mayor con el paquete en mano.

—Vi como los mirabas una y otra vez la última vez que fuimos a comprar helado.

—Ay, eres un maldito sueño —gruñó el moreno, golpeando el hombro de su compañero en señal de agradecimiento.

Donghyuck estaba a punto de abrir el paquete con una gran sonrisa, hasta que este se le fue arrebatado de las manos.

—Primero, la comida, luego el postre.

—Bien.

El menor se sentó a comer, casi que a las apuradas, pero no lo podían culpar, tenía tiempo sin comer de esas galletas, ese día que las veía con ilusión en la tienda, no pudo comprarlas, porque era comprar las galletas o el helado, y claramente, el helado ganó porque ese día hacia un calor de mil demonios.

Cuando él terminó su platillo, Mark todavía iba por la mitad del suyo. Donghyuck le mostró su bandeja casi limpia y fue allí donde el canadiense le devolvió el paquete de galletas, riendo de como el menor daba pequeños saltos de alegría en su lugar.

—Mierda, qué puta gloria —exclamó el moreno al probar la primera galleta.

—Déjame probar una —el mayor hizo el amago de querer meter su mano en la bolsa, pero Donghyuck le dio un rápido golpe.

—Primero, la comida, luego el postre, Lee.

El mayor lo observó con la mirada ceñida, sonriéndole de vuelta.

—¿Tienes clases luego del almuerzo? —inquirió el mayor, continuando con su comida.

El moreno asintió, con la boca llena de galletas.

—Pero no iré, estoy cansado.

—Donghyuck, no deberías faltar.

—Lo sé, pero será solo por esta vez —aseguró.

El canadiense negó rendido, dejando su bandeja en el escritorio, estaba completamente lleno. El menor le acercó una galleta hasta la boca y este la aceptó, allí Donghyuck recordó que tenía algo pendiente.

—Mark, necesito decir-

El teléfono de Mark interrumpió su oportunidad.

—Lo siento —dijo el mayor, tomando el aparato.

Una mueca se formó en su rostro, antes de dirigirse nuevamente a él.

—Debo contestar.

—Adelante.

Mark salió de la habitación y el moreno soltó un largo suspiro, estuvo cerca del fin y la maldita llamada lo echó todo a la basura.

Al cabo de unos minutos, Donghyuck ya había acabado sus galletas y los videos en Instagram le aburrieron, y Mark no terminaba con su llamada. Por mera curiosidad, se aproximó hasta la puerta, para ver si podía escuchar algo, pero nada. Abrió despacio la puerta, percatándose que el mayor no estaba por ningún lado.

Volvió nuevamente adentro y se dispuso a limpiar todo, para luego tirarse sobre su cama, quizás tomar una siesta sería lo mejor, lástima que los vídeos de gatitos lo interrumpieron.

Al cabo de unos minutos, Mark volvió a hacer acto de presencia en la habitación, lucía algo tenso y quizás algo enojado.

—Lo lamento, tuve que atender a una persona.

—Está bien, no te preocupes —tomó asiento en su cama.

¿Debería decírselo ahora?

El canadiense mantenía aún su ceño fruncido y su mirada estaba algo pérdida.

—Mark.

—Lo siento, creo que debo irme, mi clase comenzará pronto —reaccionó por fin, tomando nuevamente su mochila y la llave de la puerta.

—Oh, cierto.

En un momento, pareció querer acercarse al menor, pero algo lo hizo detener, para luego, simplemente, susurrar un «adiós» y desaparecer de la habitación.






































































⚡︎

ayer estuve un poco inspirada y escribí esto, ya estamos más cerca del finalll

𝘋𝘰𝘯'𝘵 𝘊𝘳𝘰𝘴𝘴 𝘛𝘩𝘦 𝘓𝘪𝘯𝘦 ─ 𝙈𝘼𝙍𝙆𝙃𝙔𝙐𝘾𝙆Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora