𝙙𝙤𝙘𝙚

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contenido adulto

Jueves.

Los días posteriores a ese, habían transcurrido con tranquilidad, faltaba un poco para que llegara la época de exámenes. Durante todo ese tiempo, no había vuelto a tener relaciones con Mark, este estaba más centrado en algunos trabajos.

Donghyuck ya estaba aseado, perdiendo el tiempo en su teléfono. Escuchó el ruido de la puerta, para luego ver al canadiense entrar por esta. Se dirigió directamente a su lado, dejando su mochila en la cama, buscó ropa y se perdió en el baño. Salió minutos después, también aseado.

—Necesito usar mi escritorio —habló Mark.

—Okey.

El moreno no tenía ganas de jugar con su compañero de cuarto o ser un pesado con él, entendía lo que era llegar después de tener clases tras clases, solo para clavarte en tu escritorio y seguir haciendo tarea.

El reloj marcaba las diez de la noche, Donghyuck había dejado de lado su teléfono, para comer unos chocolates que había comprado de camino al cuarto. Mark continuaba con aquel trabajo, se lo veía serio, quizás algo frustrado.

—¿Difícil? —preguntó el peligris, gateando sobre su cama, hasta llegar al extremo, donde estaba el escritorio del mayor.

El canadiense apartó la mirada de su portátil y la dirigió al menor.

—¿Ahora somos amigos?

—Oh, vamos, solo intento ser buena onda —le dio otra mordida a su chocolate.

El canadiense soltó una pequeña carcajada.

—No, no está difícil. Simplemente, tuve un día atareado y solo quiero que este trabajo esté bien.

—Yo podría ayudarte...

—¿En qué?

El moreno agachó la cabeza, tratando de que su compañero no viera su sonrisa.

—Ya sabes, a que te relajes —evitó reír al ver la expresión de Mark.

—N-No lo necesito...

—Oh, vamos, Mark, para eso estoy.

De un salto, Donghyuck salió de su cama y se paró detrás del canadiense, para comenzar a masajear sus hombros, sintiendo como el chico se ponía aún más tenso.

—Donghyuck, no cru-

—Estás de mi lado, no estoy faltándole a ninguna de tus reglas —susurró el menor en la oreja de Mark.

Este sintió un escalofrío recorrer por todo su cuerpo.

El moreno comenzó a repartir pequeños besos sobre el cuello del mayor, sacándole uno que otro suspiro. Tomó la silla de ruedas de los costados y alejó a su compañero del escritorio, caminó con tranquilidad hasta quedar en frente de este.

Mark lo miraba expectante, ansioso por saber cuál iba a ser el próximo movimiento del muchacho frente a él.

Tras unos segundos, el peligris descendió en su lugar, hasta quedar de rodillas, en medio de las piernas ajenas.

—¿Ya sabes como te ayudaré? —bromeó el menor.

El canadiense solo asintió.

Donghyuck acercó su mano hasta los pantalones deportivos de su compañero, acariciando poco a poco su intimidad. Dicha prenda llegaba hasta un poco más arriba de sus rodillas, por lo que aprovechó en depositar besos en estas, mientras continuaba con las caricias sobre el miembro semiduro.

𝘋𝘰𝘯'𝘵 𝘊𝘳𝘰𝘴𝘴 𝘛𝘩𝘦 𝘓𝘪𝘯𝘦 ─ 𝙈𝘼𝙍𝙆𝙃𝙔𝙐𝘾𝙆Where stories live. Discover now