𝙙𝙞𝙚𝙘𝙞𝙤𝙘𝙝𝙤

995 102 16
                                    


—¿Estás seguro qué diste bien la dirección? —preguntó el moreno, fijándose si aparecía el muchacho que llevaría su pedido.

Los dos se encontraban en la entrada de la residencia, esperando desde hace una hora a que apareciera el chico.

—Sí, solo que no sé qué pasó —aclaró el mayor.

—No creo que venga —suspiró—. Hay una tienda que está abierta toda la noche, hasta tiene para que prepares allí tus fideos, ¿quieres ir ahí?

El mayor lo meditó por unos instantes, era obvio que la comida que había encargado ya no llegaría, y comer ramen nunca estaba de más, por lo que accedió, regresaron al cuarto en busca de más dinero y una chaqueta, porque a pesar de ser verano, la noche se había puesto algo fresca. Caminaron juntos hasta la pequeña tienda, sin decir una sola palabra.

En menos de quince minutos ya tenían preparada su cena, incluyendo sus bebidas y posiblemente, un postre.

El lugar tenía unas mesas para comer, tanto adentro como afuera de la tienda, ambos dos decidieron comer adentro, por la fresca brisa de la noche.

—Esto nunca falla —alegó el mayor.

—Tú lo dijiste.

En un momento, el canadiense rio por lo bajo, casi ahogándose con su comida.

—¿Qué?, ¿tengo algo en la cara?

—No es eso. Es solo que, míranos, vivimos peleando y ahora estamos cenando juntos en una tienda —apuntó el mayor.

—Cuando tenemos sexo no peleamos —esta vez, Mark si se ahogó.

El moreno se burló de él y de su rostro sonrojado.

—Es algo extraño, pero es la realidad.

—Deberíamos tener sexo eternamente para poder llevarnos bien algún día —por suerte, no había nadie cerca de ellos, podían hablar tranquilos.

—¿Es una proposición? —sonrió el moreno.

—No, realmente.

El menor rio, era demasiado fácil poner nervioso a Mark, ni siquiera se tenía que esforzar.

—Oye, dijiste que eras hijo único, ¿verdad? —el canadiense intentó sacar plática, no quería tener incómodos silencios.

—No lo dije, pero sí. ¿Y tú?

—Tengo un hermano mayor, Johnny.

El moreno hizo un pequeño puchero.

—Me hubiera gustado tener un hermano o hermana, debe ser divertido tener alguien con quien pelear —acotó el moreno.

—Así es, aunque Johnny siempre fue muy protector conmigo. Nos llevamos muy bien, a pesar de ser muy distintos —casi ni parecían hermanos—. Él es todo lo opuesto a mí, era todo un chico rudo y un poco casanova, hasta que conoció a mi cuñada, con quien se va a casar.

—Wow, las personas sí cambian por amor o por el órgano sexual indicado —bromeó Donghyuck, era gracioso ver como el mayor reía, pero al mismo tiempo se fijaba si alguien los había escuchado—. Y tú, ¿no eres un casanova?

—¿Yo? No, para nada —admitió—. Wendy fue mi primera pareja.

Quien lo diría, Mark Lee solo había estado en una relación en su vida, aunque realmente no era de relevancia, Donghyuck estaba en las mismas condiciones.

—Yo igual, solo tuve un novio. Y fue un completo desastre.

—A mí tampoco me fue bien.

—¿Tu novia también te manipulaba? —cuando el moreno notó el drástico cambio en el rostro de Mark, supo que había abierto demás su boca.

Lee dejó su comida y bebida de lado, para aproximarse un poco más al moreno y hablar por lo bajo.

—¿Él hacía eso, Donghyuck?

El moreno buscó la forma de saltarse ese tema, no era algo que ameritaba ser sabido por todo el mundo, menos por Mark Lee. Pero en ese momento, era algo tarde, por lo que rendido, terminó asintiendo.

—Qué idiota.

Donghyuck intentó cambiar el tema, pero se le fue imposible.

—¿Cuántos años tenías? —el mayor parecía interesado en saber los detalles.

—Diecisiete.

Casi se ríe en su cara, al ver como abrió los ojos, sorprendido.

—Él tenía veinte, por si te lo preguntas.

Ambos quedaron sumidos en un gran silencio, Mark sin saber qué decir y Donghyuck recordando con melancolía aquellos tiempos, donde ese Donghyuck de diecisiete años creía que lo que Taeil le daba era amor, de pronto la cosa se había puesto melancólica.

—Iba a la universidad, allí me engañaba con muchas personas, pero aun así, me lo negaba, me endulzaba con sus palabras y yo le creía —el moreno mostró una sonrisa amarga—. Todo el mundo me decía que no era el indicado, pero yo lo defendía a capa y espada, era el amor de mi vida.

—No puedo decirte que te entiendo, porque nunca pasé por algo igual, pero si lo lamento por ti, debe haber sido duro —ninguno era consciente de que el canadiense sostenía entre sus manos la de Donghyuck.

—Lo fue. Terminé con él, antes de terminar el primer año de la uni, fui a visitarlo a su departamento y me lo encontré con una chica. Allí supe que ya había aguantado bastante.

El menor seguía sin entender por qué le había contado todo aquello a Mark, en cuanto ni siquiera con sus amigos quería hablar del tema, pero al ver como el mayor lo miraba atentamente, dispuesto a escucharlo, comenzó a soltar la verdad que pocos sabían. Los ojos del mayor continuaban recorriendo cada centímetro de su rostro, como si quisiera asegurarse que realmente estaba bien con lo que acababa de soltar.

—Estoy bien, deja de mirarme así —aclaró el moreno con pena.

Aunque Mark no contestó, sus labios, si lo hicieron, depositó un suave beso en los labios ajenos, el cual no duró demasiado.

—¿Ahora te excitan mis traumas? —bromeó Donghyuck cuando se alejó.

El otro lo miró extrañado.

—No, simplemente, sentí la necesidad de besarte.

—Si querías que me callara, solo debías decirlo —el menor intentaba disipar sus nervios.

—Cierra la boca entonces —Lee revisó la hora y era algo tarde—. ¿Te parece si volvemos?

—¿Y el postre?

—Lo pedimos para llevar —sonrió el mayor.

—Bien, pero tú invitas.

𝘋𝘰𝘯'𝘵 𝘊𝘳𝘰𝘴𝘴 𝘛𝘩𝘦 𝘓𝘪𝘯𝘦 ─ 𝙈𝘼𝙍𝙆𝙃𝙔𝙐𝘾𝙆Where stories live. Discover now