𝙫𝙚𝙞𝙣𝙩𝙞𝙘𝙞𝙣𝙘𝙤

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A la tarde, entre los cuatro prepararon el té en el jardín —para dejar en claro que eran una familia de dinero—. La señora Lee había comprado un pastel de frutilla y crema, con la fruta bañada en chocolate, con solo mirarla se te hacía agua la boca.

A media merienda, el padre del canadiense tuvo que salir de casa y arreglar unos asuntos con un socio, el hombre era abogado y tenía en proceso un caso en conjunto con un colega, en el cual venía trabajando hacía semanas, fue todo lo que la mujer le comentó a Donghyuck.

—Cariño, ¿me dijiste que son compañeros de habitación? —la mujer se dirigió a su hijo.

—Así es.

—Y dime, Hyuck, ¿cómo se porta mi niño? —Lee estaba a punto de quejarse, pero la mujer lo calló.

—Pues, es un buen niño —el moreno sonrió y cruzó miradas con el mayor—. Es más aplicado que yo.

La señora parecía estar contenta con aquella respuesta, miró a su hijo con ternura, para luego tomarle de la mejilla y susurrarle un: «Mi pequeño bebé». A leguas se notaba lo avergonzado que estaba Mark, mientras el moreno reía internamente. Sooyoung era una mujer muy dulce, al parecer era así con todo el mundo y era algo increíble.

—Ya sabes, si este niño se llega a portar mal, me avisas —señaló la mujer antes de tomar de su té.

—Ya basta, mamá.

—Quédese tranquila, yo le comunicaré cualquier cosa —a Mark no le agradaba esa nueva alianza entre su madre y su compañero.

—¿Ahora me traicionas? —preguntó al moreno.

—Solo me aseguro que no te pases de la raya —sonrió pícaro.

—No soy el único que lo hace.

—¿Ensuciar mi cama no es pasar la raya? —la mujer los miraba sin entender nada.

—Tú también ensuciaste la mía.

—Mark, ¿de verdad hiciste eso? —lo regañó su madre.

El canadiense había olvidado por completo que ahí estaba su progenitora, se acomodó bien en su lugar y prefirió cerrar su boca, antes de decir algo que realmente sí sea inapropiado.

—Fue solo una vez, no se preocupe, de igual manera lo obligué a que la limpiara —agregó el moreno.

Para suerte de ambos, pudieron desviar el tema y hablar de otras cosas, aunque la tarde de té, se vio interrumpida por unas nubes oscuras, seguida de una ligera lluvia. Metieron todas las cosas adentro y continuaron con su merienda en la sala.

—Creo que debería irme, antes de que llueva más fuerte —acotó el menor luego de acabar su taza de té.

—¿Qué? Cariño, no te irás con esta lluvia, no sería bueno.

—Estaré bien, puedo tomar un taxi o-

—¿Por qué no te quedas a dormir, cielo? —interrumpió la mujer—. Hay lugar de sobra, Mark puede prestarte ropa para que tomes una ducha. No dejaré que te vayas con esta lluvia.

En ese momento, Donghyuck si estaba algo avergonzado, realmente no estaba en sus planes quedarse, no quería ser una molestia para la familia.

—No lo sé...

—Quédate, Hyuck —aportó el mayor, mirándolo seriamente—. No es una molestia para nosotros.

—Está bien, muchas gracias —agradeció a ambos.

La mujer quedó contenta.

—Puedes usar el cuarto de huéspedes o dormir con Mark en su cuarto, tenemos un colchón inflable.

𝘋𝘰𝘯'𝘵 𝘊𝘳𝘰𝘴𝘴 𝘛𝘩𝘦 𝘓𝘪𝘯𝘦 ─ 𝙈𝘼𝙍𝙆𝙃𝙔𝙐𝘾𝙆Où les histoires vivent. Découvrez maintenant