Prólogo

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12 horas antes.

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Vuelo M305, destino: Tokyo, Japón.

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Alerta. El sonido de la gente, el traqueteo sobre el mármol, campanillas, altoparlantes. Cualquier sonido, identifica todo. Si hay algo fuera de lo normal, lo sabrás antes que nadie y sabrás cómo actuar.

Mantente alerta, concéntrate, no bajes la guardia.

Años de entrenamiento le enseñaron eso, o quizá sería mejor decir que lo inyectaron en sus venas. Había llegado un punto en que Katsuki ni siquiera podía dormir bien. Inusual para alguien que hace demasiado ejercicio, en opinión de algunos, y come mucho, en opinión de otros. Con sus 182 centímetros de puro músculo, sus ojos color granate y su cabello rubio, la que él consideraba su mejor cualidad era su agudo sentido del oído, aunque no le permitía conciliar el sueño en lugares ruidosos. Por ello odiaba los lugares con demasiada gente. 

Katsuki odiaba los aeropuertos.

Por eso la estridente voz de su mano derecha y mejor amigo era, de las pocas cosas, lo que más odiaba de Kirishima Eijiro.

—¿Ella te contestó? —le preguntó el pelirrojo.

—Aún no —casi pudo ver la mirada de lástima que el alfa le dirigió a sus espaldas.

—Tranquilo, seguro lo hará.

—No importa ya.

La realidad de su rendición era que 'ella' lo había votado definitivamente.

Katsuki Bakugo anunció a los 15 años que quería entrar a la escuela militar, por aquel tiempo Camie era su novia. El tipo de chica que cualquiera querría a su lado: alta, de rostro bonito, buen cuerpo, aroma delicioso, era un sueño. Ella se negó, pensaba que ir a un internado militar fracturaría su relación. Cuando él entró a la semana de prueba en la escuela militar conoció a Eijiro, el chico más confianzudo y energético que había tenido el infortunio de conocer, la frase más sabia que salió de sus labios desde que lo conoce fue:

—Si ella te ama, debería apoyar tus sueños.

Camie no pudo rebatir aquello, pero tenía razón, su relación no volvió a ser la misma.

Katsuki completó la escuela militar, inicio un riguroso entrenamiento para volverse parte de las fuerzas especiales, logró lo que pocos pueden y comenzó a servir al país.

El servicio a tu nación, es la más grande de las honras.

Él y Camie se conocían de siempre, ella llegó al vecindario cuando ambos eran niños y mientras crecían poco a poco se enamoraron. Ella fue muy triste cuando Katsuki decidió irse, pero esperaba con ansias las vacaciones para volver a verlo, hasta que poco a poco, perdió la emoción. Cuando la ruptura estuvo cerca, Katsuki ya había planeado toda su vida a lado de ella. Una gran boda, una linda familia, una casa en los suburbios.

Pero hace 5 años ella ya no era la misma.

—No pienso quedarme esperando más, elige de una vez.

Katsuki prometió que volvería. Quiso tapar el sol con un dedo y comenzó a preparar la boda aún estando lejos, creyendo que todo estaría bien pero...

—Conoces las reglas, estabas en servicio, decirte algo así habría arruinado el resultado de la misión, no te preocupes, nos encargamos de todo.

Mitsuki y Masaru fueron buenos padres, maravillosos de hecho, siempre lo apoyaron, siempre estuvieron ahí. Cuando pisó su casa de nuevo, ellos ya no estaban.

ApocalipsisWhere stories live. Discover now