Capítulo 19: Propósito

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JHONAS

Quiero vivir. Estoy completamente seguro de que quiero vivir, ¿y cómo puedo saberlo? porque sé que mi cuerpo se muere. En los últimos días he empeorado notablemente, los mareos, el cansancio y los dolores de cabeza son persistentes. He perdido bastante musculatura por más que entreno y me esfuerzo, además que las infecciones se han vuelto visibles en mi piel. Sé que me encuentro en la fase más avanzada del SIDA y también conozco el tiempo que me queda de vida.

Nunca me he medicado, salvo en el centro, pero sabía que no me serviría de mucho, y por este motivo estoy en esta situación de mierda.

No he llegado a esta casa, lejos de la civilización y con las personas que más me importan, porque sea divertido o quiera morir acompañado. Estoy aquí porque deseo ofrecerles un futuro, pero no cualquiera, uno con esperanza.

Cuando Vaiolet se tiró por aquella colina, sentí cómo mi corazón dejaba de latir. Duró un segundo, pero lo sentí. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que mi final estaba cerca, y de que mi propósito estaba menguando, al igual que el cuerpo de Vaiolet en estas frías aguas. Corrí todo lo que mis pies me permitieron, notaba los gemelos arder y los cuádriceps tensarse hasta el punto que podrían estallar. La garganta se secaba produciéndose una tos seca que me asfixiaba y los ojos se llenaban de lágrimas. En ese instante lo vi todo claro, yo no podía salvarla, al menos no de todo, y ahí comenzó mi plan.

Me tiré al lago de cabeza, cuando llegué al agua sujeté una pequeña linterna que tenía anudada en los enganches de mi pantalón. Encendí la luz y supe que la encontraría. Al igual que lo hice tantas veces atrás.

Sumergí mi cuerpo en su busca, y no me resultó difícil verla, lo realmente complicado era intentar subir a la superficie con el peso de mi cuerpo y el suyo, pero alguien me ayudó.

Sin saber cómo, ambos estábamos sobre las hojas secas de alrededor, Dana y Walls intentaban reanimar a Vaiolet mientras yo me retorcía de dolor. Cerré los ojos, lo suficiente para poder recomponerme y los abrí segundos después, al escuchar la respiración de Vaiolet.

¡Joder!

Agradecí a los dioses, que me tocaran unos padres drogadictos, que me llevaran a un centro de acogida donde conocí a Walls y a Dana, que recayera una y otra vez hasta que terminé en el centro psiquiátrico dónde descubrí a Vaiolet y me dio la llave de mi libertad: mi propósito.

Las siete horas en coche que he recorrido de Montana a Florida, me han dejado cao. Aún no me había recuperado del viaje en camión, el reencuentro con Vaiolet, el estrés y la tensión de prepararme para el Capitán y sus vigilantes.

La universidad estatal de Florida está en la ciudad de Gainesville. Antes de llegar me detengo a desayunar en Jimmy John's, a unos 5 minutos de la facultad. Me pido un café y un bizcocho recién horneado que una camarera muy atractiva me ofrece.

El antiguo Jhonas, hubiera utilizado esa sonrisa para llevarla al baño y hacerlo contra el lavamanos sin miramientos, pero solo puedo pensar en unos ojos, en una sonrisa, y en un sentimiento, todos dirigidos hacía la misma persona, Vaiolet.

Pensé que estar lejos de su padre y del centro la ayudarían a olvidarse de sus problemas y de querer morir. Me creí suficiente para ella, y quizás ese cometido no es el mío.

La besó, y ni siquiera le pregunté si le gustó o sintió algo por ella. ¡Soy imbécil! Solo me preocupé por mi dolor, pero todo ha pasado por una razón y estoy dónde debo.

Me acerco a la barra, dejo el dinero encima de la encimera y sin decir nada a la camarera, me marcho.

—Eh espera —me grita la chica uniformada justo cuando estaba saliendo del lugar.

YUANFEN, MI SALVACIÓN Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang