Capítulo 22: La gran noticia

23 2 0
                                    

VAIOLET

Nos apartamos, como si estuviéramos haciendo algo malo. Nhas me observa ensimismado. Lo ha notado, me ha visto demasiado cerca de Dana. ¿Qué sentido tiene si estamos enfadadas?

¡Soy culpable Jhonas!

Inevitablemente desvío la mirada, sintiéndome responsable por algo que no sé muy bien qué es, incluso puedo percibir que el resto ha leído mi pensamiento antes que mi propia capacidad de raciocinio.

-Estamos a cinco minutos de la cima, permanezcamos unidos, por favor -pide mi hermano, tras lanzar una ojeada a la zona.

El camino que falta para llegar a dónde quieren lo continuamos a la par y por fin llegamos tras unos minutos en silencio. Cada uno en su propia reflexión, presintiendo que yo soy el origen de este ambiente cauto y lleno de interrogantes.

-¡Vaya! -consigo decir ante la maravilla que tengo delante de mis ojos.

El viento se escucha vigoroso entre las montañas, el verde abunda en cualquier lugar al que mires y la distancia de aquí al suelo es terrorífica. Yo nunca he tenido miedo a las alturas, pero de aquí no sales viva, eso seguro. Asombrados por la belleza del paisaje, olvidamos que llevamos horas caminando y la irritabilidad de Dana se queda en aquel árbol que guarda secretos, como el hecho de que no le gustan las chicas, pero sí le gusto yo.

¿A qué nivel le gusto?

¿Querrá besarme como yo a ella?

¿Es una incógnita que quiero resolver?

-¿Estamos aquí por el entrenamiento diario? -pregunta Lauren

-Si y no... -declara Walls

-Necesitamos un respiro -Jhonas saca unos vasos de plástico de la mochila y un liquido amarillo de una botella de cristal.

-Por la familia -nos ofrece un vaso a cada uno y alza la mano hacía el horizonte.

Todos repetimos el acto y tomamos un trago de la bebida que hay en su interior. El calor de la garganta hacia mi estómago hace que ponga cara de asco, pero extrañamente consigue que me sienta algo mejor. Es una bebida fuerte, con sabor a hierbas y toques de naranja madura.

Daf llena los vasos de nuevo, los levanta y nos mira desde su posición esperando a que el resto repitamos lo mismo.

-Por el futuro -chocamos los vasos, estos resuenan y se derrama algo de líquido en mis dedos, pero está vez lo tomo de golpe, sin dejar una gota dentro.

Reímos y contamos historias, aunque dudo que alguno entienda nada de lo que decimos. El alcohol es ahora el protagonista de nuestro día y hace que estemos más libres y menos lógicos.

Reproducimos la acción una y otra vez. Llenamos el vaso, y uno de nosotros suelta una palabra o frase épica. Nada profundo, y sí esperanzador. Por un momento, olvidamos que éramos fugitivos, que Dana corría en dirección contraria a su pasado, Walls no tenía responsabilidades y sus actos no conllevan una consecuencia. El reloj de Jhonas había parado y ya no contaba el tiempo que le quedaba de vida, Lauren era un chico sin una carga injusta bajo sus hombros y yo... simplemente era Vaiolet. No había dramas, ni respuestas erróneas, no tenía que sonreír para contentar sino porque realmente quería. Era una sonrisa genuina y sincera.

Y esto me trae a un nuevo pensamiento. No es lo mismo coincidir con alguien a conectar realmente con esa persona o personas en mi caso. No se trata de estar abierta, es algo que surge sin explicación. Como la sinapsis química que lleva la información de una neurona a otra, está claro, conviven en el mismo cuerpo. Hablo de otra cosa, es un sentimiento compartido sin tener que serlo. Como un latido que comienza en tu corazón y bombea otro o cómo una sinfonía que escuchas por primera vez, pero dentro de ti sabes que te remueve sin conocer qué nota o letra irá después.

YUANFEN, MI SALVACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora