Capítulo 18: El Vacío

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VAIOLET

—Deja que asimile lo que acabas de contarme —se levanta de la cama y da vueltas por la habitación, tocando su barbilla y tirando del cabello hacía arriba.

¿Qué podía hacer? Sé que no fui yo la que empezó, pero me dejé besar y no puedo evitar mi parte de culpa.

—¿Te has besado con Dana? —me observa impasible. Realmente no quiere que le conteste, solo necesita desahogarse, y es lo que voy a permitirle.

—¿De qué hablaban? ¿Cómo es posible que una conversación finalice con un beso sin darte cuenta ¡Es imposible! —continúa con la verborrea.

—¡Vaiolet, joder! ¡¡Contesta!! —grita y mis ojos van directos a Mofletitos, pero está vez debo comportarme como una adulta.

Debo tomar el control de la situación y explicarle que no ha sido para tanto. ¿No lo ha sido?

—Jhonas, me advertiste que no esperara nada de ti — intento justificar mis hechos con sus palabras, y rápidamente me doy cuenta que no voy en la dirección correcta.

—Bueno, al menos uno de los dos fue sincero con el otro —suelta más enfadado que antes.

—Es solo un beso, y fue muy pequeño —defiendo mi falta de compromiso.

—Vete al infierno Val —abre la puerta de la habitación para marcharse, no sin antes, finalizar la conversación con un fuerte golpe en la misma.

—Ya he estado y tampoco es tan malo —suelto con ironía, sentándome en la cama y abrazándome con fuerza a Mofletitos.

Se marcha y esa noche duerme en el coche. Daf quiso hablar conmigo, pero le dije que no me apetecía, sin darle más explicaciones.

Me parece curioso que me diga "por lo menos alguno de los dos fue sincero",  cuando aún sé que me oculta muchas cosas y no se me olvida lo que leí en el informe clínico en el centro, ¿Cómo sacar el tema?

Al día siguiente me levanté rara. No conseguí dormir en toda la noche y, por extraño que parezca, mi pensamiento no estaba centrado en Jhonas, sino en mi hermano Lauren. Preferí no decir nada, porque todos están aquí por mí culpa y me pareció egoísta. Jhonas y yo no estamos en nuestro mejor momento, pero ante todo somos amigos. Espero que una noche lejos de mí sea suficiente para perdonarme.

Y aunque quiera permanecer en la cama durante todo el día, las obligaciones llegan para todos.

Después de un calentamiento rápido, que constaba por carreras de subidas y bajadas por la colina, nos pusimos por parejas.

Jhonas se situó frente a mí. Estaba tan guapo con la barba de varios días y el pelo más largo de lo normal, incluso uno de los mechones caía y llegaba a sus ojos. Me encantaría meterlo en la habitación y gritarle "No es para tanto", pero está claro que no procede. Debemos entrenar y estar preparados para lo que pueda llegar y cada vez estoy más segura de que pasará, tengo un presentimiento.

Me alegra saber que aunque hayamos discutido, se toma muy en serio los entrenamientos, pero está muy enfadado y serio, la verdad es que nunca le había visto así, y tengo que admitir la necesidad que genera en mi cuerpo cuando él está delante.

—Te voy a coger por la cintura y tú, con el codo hacía arriba, vas a darme en la mandíbula, presionando en este punto—me señala el lugar. Intento imitarlo, pero sus manos en mi cintura hacen de todo menos lograr coordinar mi mano con mi codo.

YUANFEN, MI SALVACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora