Capítulo Final: Maktub

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VAIOLET

Olvidarte es olvidar esa parte de mí que comenzó el cambio a lo que soy ahora. Tomar esa decisión es dura, porque el miedo se apodera cuando reflexiono sobre qué es mejor para mí y para Thomas, para Lauren y Daf, para Mariam, Gus y el abuelo. Ellos ahora son mi familia, y no me puedo permitir caer.

El otro día, mientras desayunaba con el abuelo en la cocina, un vecino estaba cortando el tronco de un árbol que tenía justo al lado de su porche, ya nos había avisado a todos porque iba a generar mucho ruido, las hojas se iban a desplazar a los exteriores de las casas, y pensé... En el tejo. Ese árbol que nace y muere para volver a resurgir de la misma muerte. Así me sentí, nuestra relación tenía que morir para volver a empezar desde 0 y en ese momento entró en mi vida el Doctor Leriman.

Estaba segura que no podría sola, aunque mi familia intentara ayudarme, era incapaz de admitir que una pequeña parte de mí, aún tenía la esperanza de que Jhonas apareciera con su típica explicación No esperes nada Val. Cuanta razón tenía. Realmente siempre he esperado de él, sobre todo la parte de volver a casa.

—Lo he hecho —confieso al Doctor Leriman.

—¿Tienes la carta? —inclina su cuerpo hacía delante, sorprendido de que por fin haya redactado mi despedida.

—Sí —afirmo, sabiendo qué pregunta viene a continuación.

—¿Cuándo la quemarás? —Ojalá pudiera seguir manteniéndome a la espera, pero dos años son suficientes para saber que se ha marchado para siempre.

—No sé si estoy preparada —murmuro tirando de mi dedo anular.

—Estás lista, Vaiolet. Podemos hacerlo juntos si lo prefieres —suelta de forma amable.

Tenía esa impecable forma de hablar que  dejaba extasiada mientras lo escuchabas. Eric Lereman era un señor de unos 50 años. Su entusiasmo por la música fue lo que nos hizo tener un primer contacto. Mariam se empeñó en que fuera a clases de piano. Yo le dije que mi guitarra era el único instrumento que me gustaba tocar, pero ganó la apuesta de los viernes.

Todos los viernes hacíamos en casa un concurso de pizzas, Thomas también participaba, aunque su apoyo iba inclinado a comerse todos los ingredientes antes de ponerlos encima de la masa. Y uno de esos viernes en familia, apostamos diferentes cosas que nos parecían divertidas. Está claro que perdí, porque a la semana siguiente me encontraba en una clase llena de alumnos con esperanzas de aprender rápidamente a tocar el piano y allí conocí a mí loquero particular, el que yo elegí.

Siempre han pulsado el mismo botón emocional y por lo tanto, nunca ha funcionado. De repente alguien llega, hace click de manera distinta y es ahí donde empiezas a estar abierta a... Entonces conoces a esa persona que sabe exactamente cómo, cuándo, y por qué pulsar el botón y te preguntas ¿por qué no apareció antes?

—No, prefiero quemarla sola, Eric.

—Lo respeto. ¿Quieres compartirla conmigo? —pregunta encendiendo una vela.

Él dice, que el fuego no sólo quema, también transporta la energía. El fuego da calidez y madurez. Se asocia al movimiento o la intensidad del Yang. Hay diferentes personalidades y según Eric, yo soy de personalidad con carácter Yang, tendiente a ser impulsiva, segura de mí misma y con tendencia al liderazgo.

La verdad es que no conocía esas cualidades hasta que nació Thomas y aunque no lo reconocí en voz alta, cuando me confirmaron que tanto él como yo estábamos "limpios" una sombra negra se apoderó de mis ojos. Por un mínimo instante, quise estar infectada, y sentir que los días estaban contados... Quizás así no volvería a hacerme daño, ya que ese pensamiento tardó en marcharse de mi cabeza, pero por fin lo hice.

YUANFEN, MI SALVACIÓN Where stories live. Discover now