Capítulo 20: Estrellas binarias.

24 2 0
                                    

VAIOLET

Incómodo era insuficiente para describir los minutos posteriores a mí "sueño erótico" delante de Dana. Ella me observaba sin saber muy bien qué decir o cómo comportarse.

Así que decidí hacer cómo si nada, eso se me daba de lujo. Son muchos años de caras fingidas con una alegría inventada, cuándo a decir verdad, nada iba como debiera.

Nhas llegaría en unas horas y yo aquí teniendo imágenes románticas y sexuales con mi mejor amiga.

—Creo que me he quedado dormida —sonrío, pero mis mejillas se tornan demasiado rosadas en un intento de "hacer cómo si nada".

—Mis manos son mágicas —mueve los dedos y siento un gran alivio en mi estómago, de por sí, ya nervioso.

A la mañana siguiente, antes incluso de darme cuenta de la hora, Jhonas aparece ante la puerta de mi habitación. Sus ojos cansados me buscan y muestran un amor que me hace sentir culpable.

—Estás aquí —una lágrima aparece dando lugar a muchas más.

Reconozco que he pensado mucho en él, y pasé miedo por su vida. No he querido exteriorizar mis emociones hasta que no he podido aguantar más y al verlo la máscara ha caído ante todos y no puedo controlar lo que sale. Cuando conocí a Jhonas, era todo vitalidad y luz, ahora esa luz se está apagando y solo concibo una razón, yo.

—Lo siento Vaiolet, necesito que me perdones —se arrodilla a los pies de la cama, dejándome impactada.

Esto sí que no lo esperaba.

—No tienes que pedirme disculpas —nos fundimos en un abrazo que me renueva por completo.

Es el amor de tu vida, deja de jugar a las casitas con Dana y demuéstrale que él es lo único que importa. No puedo amar a dos personas a la vez.

—Lo he encontrado —suelta, sujetando mis manos con fuerza, intuyo para darme el tiempo suficiente hasta que una sombra aparece en el mismo lugar que nosotros.

—Lauren... —consigo decir.

JHONAS

El camino de vuelta estuvo lleno de silencios, suspiros y muchos pensamientos que terminaban en preguntas, preguntas que pueden tener más entresijos de los que tuve al venir aquí.

Lauren se mostraba callado y seguro, teniendo en cuenta que se ha metido en un coche con un extraño, el cual dice conocer el paradero de su hermana. No soy estúpido, antes de que aceptara venir conmigo, le puse un antifaz, ya que aún no puedo confiar en él. Solo tengo la información que me ha contado Vaiolet, pero ella lo ve como un padre e idolatra su persona.

—Entonces, tú y Vaiolet... —comienza a decir.

—Sí —respondo sin dejarle terminar.

—Estaba claro que Vaiolet acabaría con alguien como tú —. La paciencia no es una de mis virtudes, y este chico no ayuda.

—Gracias a mí, tu hermana está viva. Ni tu padre, que no le importó drogarla para silenciar lo que no quería escuchar, ni tú, que te fuiste dejándola con ese espécimen, pueden ser mejor para ella.

—¿Crees que eres lo ideal para Vaiolet? —observa el temblor de mis manos como si me conociera y lo peor es que, la impresión que puedo dar es preferible a lo que soy.

—No, pero tengo un plan para ella, para nosotros —asiente subiendo las cejas y recostándose hacía la ventana, dando por finalizada esta "conversación".

Ese fue nuestro gran comienzo, pero todo cambió cuando ambos estábamos comiendo unas hamburguesas en el coche y sonó mi teléfono. El número que apareció en la pantalla no era conocido y nadie tenía mi contacto. Debatí durante los primeros tres tonos, pero decidí atender la llamada porque al único que pondría en peligro sería a mí mismo. Ellos aún están lejos de mi localización para que los encuentren.

YUANFEN, MI SALVACIÓN Where stories live. Discover now