Capítulo 14: La chica de pelo rosa

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VAIOLET

Me encontraba de nuevo en la habitación del centro.

¿Cómo he llegado hasta aquí?.

Todo parecía muy confuso, en realidad dude si estaba soñando o sí volvía a encontrarme en el inicio, pero está vez sin Jhonas.

Me incorporé lentamente y al hacerlo me percaté que llevaba puesta una bata médica.

¿Estoy herida?

Me toqué el abdomen, la frente, mis piernas y parecía que estaba viva y sin un rasguño. En ese instante, me vinieron a la mente imágenes de la noche anterior, en la que Walls me ofrecía su mano para ayudarme a escapar. También recordé la cara de mi padre totalmente fuera de control con una pistola en sus manos y se me erizó el bello de mis brazos además, un nudo se instauró en la boca de mi estómago. Era como si una película se estuviera proyectando en mi cabeza sin un principio ni un final.

-Buenos días, Vaiolet -me saluda la Dra. Sandick

-¿Cómo te encuentras? -se acerca y vigila mis constantes.

-Algo confusa, no sé qué hago aquí -la observo con la esperanza de que no sepa lo que ha pasado.

¿Qué pasaría si fueran conscientes de que huí voluntariamente de mi propia casa?

-Imagino... Te has dado un fuerte golpe en la cabeza al desplomarte. Menos mal que tu padre fue en tu busca, un chico te había secuestrado.

¿Secuestrada?

-Creo que hay un malentendido, nadie me ha secuestrado, estaba allí por voluntad propia -me incorporé decidida a contar la verdad.

-Vaiolet -me mira a los ojos directamente, como si intentara responder por mí - te han secuestrado, pero todo va a salir bien. Tu padre se va a encargar de todo.

-Mi padre es constructor, no policía
-Las facciones de la Doctora denotan exaltación y sé que me miente.

-No te preocupes porque todo va a salir bien -me acaricia la pierna, procurando calmar un estado que claramente ni ella misma es consciente.

No me atrevo a montar un espectáculo porque desconozco qué hará la Doctora, la enfermera o mi padre cuando se entere que estoy aquí, a decir verdad, él mismo me habrá traído.

-Toma -me ofrece un vaso de agua y una pastilla que nunca he ingerido.

-¿Qué es? -las manos me tiemblan por la falta de control sobre mi vida y mi cuerpo.

-Es para la ansiedad. Debes estar exhausta.

Me encuentro sin fuerzas para luchar, ni si quiera siento que sea yo. Alguien ha cogido mi carácter y se lo ha apropiado por completo.

Finalmente sucumbo a sus órdenes. ¿Qué otra cosa puedo hacer?

¿Dónde está Jhonas?

¿Habrá escapado Walls?

¿Elisabeth estará a salvo?

Son las preguntas que rondan mi cabeza cuando me quedo dormida sin explicación alguna.

Despierto con la voz de mi padre hablando por teléfono mientras camina de un lado para otro por mi antigua habitación.

-Busca debajo de las piedras, haz lo que sea, pero encuéntralos -grita. Se gira hacía mí y hago que estoy dormida, pero mi corazón bombea fuerte, y si yo puedo escucharlo, él también lo hará.

Este señor que hablaba por teléfono, no es mi padre. No era la persona más cariñosa del mundo, pero nunca había sido agresivo conmigo.

-Avísame cuando se despierte, no le den más drogas hasta que hablé con ella -le dice mi padre a la Dra. Sandick.

YUANFEN, MI SALVACIÓN Where stories live. Discover now