Capítulo 8: Almas oscuras

38 5 0
                                    

JHONAS

Estoy en nuestro escondite a la hora indicada. La espero nervioso sin saber a qué viene la nota. ¿Por qué no me la entregó ella misma? Quiero descubrir el motivo de recurrir a ese chico, ¿le gustará? me quito esa idea de la cabeza.

Alguien intenta abrir la trampilla, me deslizo hacia un lado para ceder mi sitio. La luz del pasillo penetra en el habitáculo, dejándome ver las facciones impolutas de Vaiolet.

—Este espacio es minúsculo —se sienta junto a mí, rozándome el muslo con su mano.

¡Frena los impulsos, Nhas!

—Hola —trago saliva y le dedico mi mejor sonrisa.

¿Querrá dejarme? Si no estamos juntos Nhas, eres imbécil. ¿Lo hará?

—Hay un problema —denota preocupación y agitación.

—Veamos de qué se trata —transmito tranquilidad aunque por dentro soy un flan.

—Mi tía —tose escandalosamente, colocando su mano en la boca y desviando la mirada hacia la entrada
— perdón, la doctora Foster —asiento, sabiendo que esto no quedará así.

—Ha insinuado que escondes secretos y que eres peligroso. Básicamente estoy amenazada y si me acerco a ti te echaran de este programa.

Tras varios minutos digiriendo la nueva información, hago varias inspiraciones antes de sincerarme lo meramente posible.

—Soy egoísta, Valet —me observa sin entender nada.

—¿Por qué dices eso?

—Si pensara en tu bienestar, me alejaría de ti.

—¿Crees que necesito que me protejas o que decidas por mí? —se enfurece —. No Nhas, no quiero que te vayas, quiero que esto —nos señala —vaya a más. Necesito dejar de pensar en la muerte, o en hacerme daño, y tú consigues que imagine otras cosas...

—No se trata de querer, sino del deber
—lo único que consigo es más confusión por su parte.

—Quiero que seas egoísta —se acerca, poniendo las manos en mi rostro.

—No sabes lo que me pides —insisto.

Noto que me falta el aire y comienza el temblor de manos.

—Cuéntamelo, acepto lo que sea —me lo pone muy difícil.

Cuando una persona ha visto de cerca la muerte, ¿a qué le puede tener miedo?

—Mi vida es un caos, no me enorgullezco. Me desprecio por la mayoría de las cosas que he hecho, pero tengo una razón por la cual debo ser mejor —me siento vulnerable hablando así.

—El Skateboard —afirma tajante.

—El Skateboard lleva conmigo muchos años, y nunca me ha cambiado —me observa con ojos muy abiertos, esperando a que exprese mis sentimientos.

—Tú, Vaiolet —retira sus manos, que aún estaban ubicadas en mi cara, y las pone detrás de su espalda.

—¿Yo? ¿Te refieres a cómo amigos? —su pecho se expande, la respiración se acelera y las pupilas se dilatan.

—Solo podemos ser amigos —sus ojos aletean sin encontrar un punto.

—Sé que hay algo que te aleja de mí, pero me da igual ¿Has robado a una anciana?, me es indiferente. ¿Has matado a alguien?, no me importa... porque yo hubiera deseado que alguien me matara, ya que no he sido lo suficientemente valiente para hacerlo —Me quedo petrificado, sin saber qué decir.

YUANFEN, MI SALVACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora