69 - Asher Harper

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—¿Qué hay de Alemania?

—Es cierto —me apresuro a decir—. Mañana por la noche cogeré un vuelo a Alemania, estaré allí arreglando documentos que faltan. He decidido, junto a mis padres por negocio familiar, que vendré todos los fines de semana. O casi todos.

—¿Trabajarás aquí los fines de semana? —inquiere frunciendo las cejas.

—No, me prepararán para suceder a mi padre en su empresa en un futuro ya que mi hermano... —Me obligo a enmudecer. Lo último que quiero es hablar de Kai—. Bueno, cosas de familia.

Soy un chico seguro de sí mismo, siempre consigo todo lo que quiero y jamás he tenido problemas al tratarse de chicas. No obstante, el tema se ha desviado y Anya está tardando tanto en contestar a lo importante que me hiere el orgullo. Separo nuestras manos, me limpio el sudor en los pantalones y resoplo contemplando de reojo cómo ella mira el cielo con el ceño levemente arrugado y los labios sellados por completo.

—No hace falta que me des una respuesta de inmediato —agrego al llegar a la estación animándola de forma indirecta a lo contrario.

Ella asiente sin pronunciar una sola palabra que me libre de la incertidumbre. Cruzamos los tornos, bajamos al andén y esperamos al siguiente tren que pasa en dos minutos. El viento templado le mece el cabello mientras ella está tan concentrada en patear las piedrecillas del andén que solo incorpora la mirada al percatarse de que el tren se aproxima. Nos subimos rápido, en silencio, y tomamos asiento en un vagón en el que apenas hay pasajeros. De repente, la siento fugaz, breve, escapándose al control que yo creía tener sobre «nosotros». La notificación de un mensaje de texto entrante me zarandea el bolsillo del pantalón.


Kai:

Me dijiste que vendrías pronto

Así que te he dejado la cena en la nevera

Voy a dormir

Asher:

¿No trabajas hoy?

Kai:

Te dije que no iría

Tengo fiebre

Asher:

No me enteré

Será por la poca atención que te presto

Kai:

¿Quieres dormir en la calle?


Ignoro el último mensaje, borro las decenas de notificaciones y meto el móvil al bolsillo. Aún no he podido hablar con Anya sobre la foto que me pasó Jeff, pero la guardo con recelo para cuando tenga la oportunidad de sacarle este tema de conversación. En su momento me calenté y perdí los estribos durante la discusión con Kai, aunque ahora dudo mucho que sucediese nada entre ellos. Lo único que me sorprende es que se conozcan porque en alguna ocasión le he mencionado a mi hermano y ella no parecía saber de su existencia. ¿Porque son vecinos?, me pregunto. Entonces, me asalta una idea que considero espectacular para salir de cualquier duda.

Las piernas al descubierto de Anya saltan al notar mi mano sobre su rodilla.

—Me gustaría pasar más tiempo contigo —le digo de pronto y, antes de que pueda poner objeciones, añado—: ¿Por qué no cenamos en mi casa?

©Si nos volvemos a ver (SINOSVOL) (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora