15 - Asher Harper

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Después de que me haya pedido que extienda la mano, mete sus manos en el bolsillo de la sudadera con el rostro cabizbajo porque se ha vuelto a sonrojar y saca algo que me deposita en la palma. Redondo, papel brillante y olor a menta; esto me suena. Por primera vez en todo el día, se me escapa una carcajada que me llena el pecho de satisfacción.

Es un bombón de menta. Mi bombón favorito. Estoy alucinando. Esta chica es muy rara, pero no rara de extraña, sino de dejarme sin palabras.

—¿Estás de coña? —digo con una sonrisa que no puedo controlar y me paso los dedos por el pelo que me cae por la frente—. ¿Cómo sabías...?

Anya tensa los labios. Tiene los mofletes tan colorados que tengo que hacer un esfuerzo para reprimir la risa. En los segundos que tarda en reaccionar repaso de nuevo las pecas que adornan su cara de rasgos dulces y bajo la vista a sus labios.

—¿Este es el premio?

—Dime que te gusta —musita.

—Esperaba algo más —declaro y mis palabras parecen decepcionarla—. Como que me lo dieras tú misma.

Saca las manos de los bolsillos para recoger el bombón y quitarle el envoltorio. Le tiemblan las manos. ¿Tiene frío? Siento un cosquilleo en la palma, donde sus dedos me han rozado, y me desciende hasta el estómago. No me había fijado en que mi vecina es demasiado bonita. Me lo acerca a la boca y lo atrapo entre los dientes. Su mano huele a carboncillo.

—Has estado dibujando. —Mi comentario la sobresalta y termino sonriendo de nuevo por su reacción inocente y el sabor del chocolate con menta inundándome el paladar.

—Dibujo a diario. A lápiz.

El cabello cobrizo que le cae por el rostro me incita a apartárselo. Trago lento mientras rebusco en el bolsillo trasero del pantalón lo que llevo guardando conmigo días con el fin de zanjar mi breve relación de «conocidos» con ella.

—Yo también tengo algo para ti —le digo. Un vecino pasa por nuestro lado paseando a su perro, así que espero a que se marche—. Dame tu muñeca.

Como si hubiese sido una orden, Anya extiende el brazo obediente mientras se muerde el labio inferior. Le pongo la pulsera de piedrecitas lilas que dejó en mi piso el día que vino con Jeff y Verona, el precio del beso que me rechazó. Pensaba devolvérsela, no quería tener nada de ninguna chica. No quería a más chicas en mi vida fuese de la manera que fuese; solo me traen problemas. Y esta, por alguna razón o por lo desastre que es, siempre que me la encuentro me resulta tan rara como adorable. Así que no quería volver a tener encuentros casuales como este.

Pero ahora quiero algo más.

—¡Oh, mi pulsera! ¡Gracias! —se emociona haciendo una mueca de felicidad genuina que me agujerea el pecho.

Sí, quiero algo más.

Da un respingo en silencio cuando llevo una mano a su cara, pero no se aparta. Le recojo los mechones para colocárselos tras las orejas y le acaricio el moflete que se está empezando a sonrojar hasta bajar a su barbilla. Tiene la piel tan suave que apenas noto el contacto. Le elevo el rostro, me mira expectante con los ojos atemorizados y brillantes, y me acerco hasta que siento su respiración nerviosa en mis labios.

—El precio era el beso, ¿recuerdas? —le murmuro.

—Esta vez no pienso darte mi pulsera —contesta atrevida.

Me gusta lo espontánea que es. Le separo los labios con el pulgar y, entonces, la beso.

©Si nos volvemos a ver (SINOSVOL) (COMPLETA)Where stories live. Discover now