43 - Anya Holloway

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Bendito viernes, cuánto te necesitaba.

Al final, con tanto drama y discusión por mensajes porque ninguno se decidía, he rematado la conversación eligiendo un lugar que, por lo visto, tiene más popularidad del que creía. Quién nos habría dicho que saldríamos de fiesta a la discoteca favorita del gran enemigo de mi corazón, porque sí, lo he vuelto a bautizar. Los apodos que le concedo van en relación con la montaña rusa que él va provocando en mi sistema nervioso.

Eso sí, la cola es tremenda, como todas en esta calle.

Al menos, hoy contemplar a las palomas será prescindible porque tengo a tres charlatanes conmigo: Vero, Sammy y su nuevo ligue Pick, un chico alto y espigado. Los caracoles rubios en su cabeza le dan un aire angelical, cosa que contrarresta con un atuendo basado en el negro y los pinchos. Vero empieza a mascullar gruñidos al ver que al seguridad le ha dado por revisar los carnets justo cuando quedan tres personas por delante.

Sin embargo, en cuanto le mostramos los nuestros con una sonrisa increíblemente falsa, nos advierte que la segunda planta está reservada para el público adulto y que, como desobedezcamos y armemos escándalo arriba, no tendrán piedad alguna. Es obvio que se refiere a que llamarán a la policía a la más mínima. Le da una palmada en el hombro a Sammy, momento en el que me doy cuenta de que en realidad nos ha dejado entrar porque se conocen, y lo mete de un empujón a la discoteca. Nosotros lo seguimos con los ojos bien abiertos, espantados por la brutalidad de este señor.

Al poner un pie dentro del pub se me activan todos los sentidos. Ambiente tenue, pero repleto de luces que pasean por la planta baja, que es una especie de sala «tranquila» con gente de diferentes edades, aunque predomina la nuestra. La música no es tan alta como para tener que gritarnos qué queremos beber al oído y perdemos a Sammy y a Pick por la cantidad de camareros que andan ajetreados de rincón a rincón y por la espesa capa de humo procedente de las múltiples shishas neones que hay sobre las mesitas de madera junto a cada sofá o entre pequeños sillones. Escogemos estos últimos para estar más cómodos.

Me siento con las piernas bien juntas, me he puesto una falda negra y una blusa de tirantes de lentejuelas plateadas que, si hubiese elegido a mi gusto, la habría descartado casi al instante por el pronunciado escote que tiene. A Vero a veces se le olvida que su tamaño de pechos es mayor del habitual y a mí, una chica del montón, me abruma enseñar tanta carne desinflada.

Ella, en cambio, está espectacular con sus jeans oscuros, ceñidos y hasta la cintura, donde termina en un cinturón de color dorado y empieza una camiseta igual de ajustada del color del cinturón. Sus ojos maquillados con eyeliner como una gata se posan en la barra donde detectamos a Sammy volviendo con varios vasos.

El mismo día que quedé con Asher, al volver a mi refugio le mandé a Vero un audio contándole todo lo que había ocurrido. Respondió con un «ese chico es imbécil» y, aunque me cueste admitirlo, empiezo a pensar que prefiero seguir encontrándole defectos para darle la razón a Vero.

—Vamos tarde —vocifera Sammy al entregarnos la bebida. Con una sonrisilla traviesa nos propone—: Que la primera sea un hidalgo.

—Ni hablar —contesto tajante.

El peso de sus miradas recae en mí como una amenaza.

Ni hablar, ni hablar. La última vez que hice un hidalgo terminé enrollándome con el hermano mayor del chico que me gusta, ¿debería decirles eso? Sonrío para mis adentros, traviesa también, porque aquello no estuvo nada mal después de todo.

Vero me acompaña en la lucha por la sobriedad. Pick, en cambio, acepta el reto, así que brindan y se beben por su cuenta casi medio vaso. Nosotras ponemos los ojos en blanco y chocamos nuestras copas para darles un pequeño sorbo y devolverlas a la mesa en el centro. Los chicos se unen acomodándose en los sillones hasta que nos bebemos una segunda copa y el ambiente en general se vuelve adrenalínico. A la sala la invade un flujo de gente que no hemos visto entrar porque estábamos centrados en nuestras conversaciones absurdas.

©Si nos volvemos a ver (SINOSVOL) (COMPLETA)Where stories live. Discover now